Los likes son el mal

Los likes idiotizan porque ponen la vanidad al servicio de un botoncito. No es nada nuevo, pero las redes hacen que ese proceso psicolรณgico quede demasiado a la vista.
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Hubo un tiempo en el que el botรณn โ€œme gustaโ€ no existรญa en las redes sociales. Es difรญcil de imaginar, como si nos dijeran que hubo una รฉpoca en la que no existรญa la rueda, pero ese pulgar hacia arriba o ese corazoncito que explota llegaron despuรฉs de mucha prueba y error.

Facebook no se dio cuenta de las posibilidades del like hasta 2009. Hasta esa fecha lo que usรกbamos era un botรณn llamado โ€œhazte fanโ€. Sรญ, era una especie de โ€œme gustaโ€, pero menos apasionado. Porque que alguien se haga fan de ti o de tu comentario no es lo mismo que que te digan que le gusta lo que has escrito. Y en la compaรฑรญa de Mark Zuckerberg, que ya habรญa nacido con muchas connotaciones emocionales no siempre positivas โ€“asรญ lo contรณ Aaron Sorkin en el guion de la pelรญcula La red social, dirigida por David Fincher en 2010โ€“, alguien se dio cuenta de que aquello podรญa cambiar mucho las cosas.

De hecho, la idea sรญ estaba desde un principio en Twitter, aunque tambiรฉn demorรณ algรบn tiempo en implementar el botรณn. Ahora parece que todos nos hemos acostumbrado al botoncito del corazรณn chispeante, pero este no llegรณ hasta 2015. Hasta entonces tenรญamos una estrella, sรญmbolo de los tuits que considerรกbamos โ€œfavoritosโ€. De nuevo, se parece mucho al โ€œme gustaโ€, pero no es lo mismo. No obstante, en la red de Jack Dorsey las reacciones emocionales que proporciona un me gusta son distintas a las de Facebook. Aquรญ prima el retuit (RT) โ€“viraliza nuestro comentario, llega a mรกs gente, nos insufla, en definitiva, mรกs satisfacciรณnโ€“, si bien se ha intentado compensar, ya que ahora pueden aparecen en nuestro Timeline o muro tuits de personas que no seguimos, pero cuyo comentario sรญ ha gustado a alguno de los seguidores que tenemos. En cierta manera, un poner โ€œme gustaโ€ tambiรฉn lo hace viral.

Sobre todo esto se han escrito cientos de artรญculos. Se han analizado las frustraciones que provoca no tener โ€œme gustasโ€ en los comentarios de las redes o, sobre todo, en las fotos que subimos a Instagram, la red que, segรบn psicรณlogos y expertos en la materia social, es la que mรกs desilusiones provoca. Porque a estas alturas a nadie se le escapa que cuando escribimos un tuit o un comentario todos buscamos el aplauso y la palmada. Y mรกs aรบn ahora que Twitter nos permite hacer hilos como madejas que muestren nuestro enorme potencial intelectual (quien no lo piense que tire la primera piedra). Hasta que nos troleen nos gusta porque tambiรฉn nos estรกn haciendo caso.

La cuestiรณn es quรฉ ocurre cuando conseguimos un  buen puรฑado de โ€œme gustasโ€. Cuando cada vez que escribes algo tiene una atenciรณn inmediata, se viraliza y se comenta. En esta columna no hay ningรบn estudio detrรกs. Sรณlo una conclusiรณn a vista de pรกjaro: el like idiotiza. Nos idiotiza. A todos. La vanidad al servicio de un botoncito. No es nada nuevo, pero las redes hacen que ese proceso psicolรณgico quede demasiado a la vista.

Cuando estas comenzaron a funcionar, apenas tenรญamos idea de su uso. Pasados mรกs de diez aรฑos sรญ entendemos a quiรฉnes llegamos, cรณmo y por quรฉ. Se ha estudiado hasta el fondo en empresas y a dรญa de hoy la imagen corporativa en las redes sociales es bรกsica. El asunto es cรณmo la manejamos. Lo mismo ocurre a nivel individual. Brillantes periodistas, escritores, artistas, polรญticos que pueden mantener un discurso interesante y cargado de ideas dentro de la red se hunden en lo superficial y, sobre todo, lo previsible, porque esa persona ya sabe cรณmo conseguir que un comentario se rebote hasta la saciedad. Y, muchas veces, cuanto mรกs simple es la idea, mรกs retuits o me gustas. Ahora hay algo que te hace casi prisionero de la satisfacciรณn inmediata del like, y eso puede perjudicar un poco a los que escriben, porque tienes menos cuerda, como los polรญticos que negocian en condiciones de transparencia total tienen menos libertad.

Precisamente es en muchos polรญticos donde estamos observando cรณmo el like hace explotar hasta niveles extragalรกcticos el ego y la vanidad. Mucho se ha escrito sobre los tuits del diputado de ERC, Gabriel Rufiรกn, epรญtome de la idiotizaciรณn del like, ya que si bien hubo un tiempo en el que pudo haber un gramo de ingenio, una chispa de ironรญa, estirar tanto la cuerda ha dado lugar a que sus comentarios tengan ya hasta su copia humorรญstica en la red. Prรกcticamente cualquiera podrรญa crear ahora tuits made in Rufiรกn. Lo mismo podemos decir de Donald Trump, otro polรญtico con una mano bastante suelta en esta red, donde puede estar a punto de declarar la guerra con Corea del Norte o criticar un programa de televisiรณn.  

Las cuentas en las redes sociales de los partidos polรญticos tambiรฉn  han caรญdo en esta banalizaciรณn que roza lo patรฉtico. Le ocurriรณ este fin de semana al Partido Popular en la Comunidad de Madrid con su defensa enconada de Cristina Cifuentes ante el presunto fraude de su mรกster. Un tuit que se regodeaba en otro tuit escrito por un periรณdico, y que causรณ la carcajada en Twitter.

Hace aรฑos la explicaciรณn de este tipo de comentarios era que se desconocรญa su funcionamiento. En este sentido, podrรญamos defender los tuits que escribieron el secretario general del PSOE, Pedro Sรกnchez, o incluso el lรญder del PdCAT, Carles Puigdemont, al principio de los tiempos de la red. Sin embargo, hoy ya se sabe lo que provocan los comentarios que โ€œgustanโ€ mucho y cรณmo escribirlos. Y, con excepciones, el like ya no provoca genialidades: es una autรฉntica fรกbrica de ridiculeces. Vivรญamos mejor sin ellos.

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es periodista freelance en El Paรญs, El Confidencial y Jotdown.


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