Imagen: Evald Hansen, Public domain, via Wikimedia Commons

Morir o morirse

Hemos desaprendido lo que conocรญan griegos y romanos sobre la potestad de cada quiรฉn para decidir con dignidad el momento de la partida.
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Hace algunos meses escribรญ un artรญculo sobre Isรณcrates. Terminaba mรกs o menos asรญ:

Por eso en el 338 antes de Cristo, cuando los macedonios derrotaron a los atenienses y sus aliados, Isรณcrates decidiรณ morir, pues las libertades habrรญan de esfumarse y รฉl ya no podรญa luchar contra el enemigo. Tenรญa noventaiocho aรฑos. En algรบn discurso habรญa escrito: ยซEscoge una muerte hermosa antes que una vida vergonzosaยป. Dejรณ de comer y a los pocos dรญas se volviรณ un cadรกver. Para hermosear y llenar de sentido sus รบltimos momentos, recitรณ tres primeros versos de tres dramas de Eurรญpides, en los que se mencionan los nombres de Dรกnao, Pรฉlope y Cadmo, tres bรกrbaros que habรญan derrotado a los griegos en otros tiempos.

Demรณcrito, otro hombre de aquellos tiempos, fue un filรณsofo feliz, a pesar de quedarse ciego. Cicerรณn nos dice que โ€œpodรญa vivir feliz sin la variedad de los colores, pero no hubiera podido hacerlo sin el conocimiento de las cosasโ€. Cuando tenรญa alrededor de un siglo de vida, se dejรณ morir de hambre.

Sobre Licurgo, Plutarco nos cuenta en sus Vidas que: โ€œEncontrรณ su fin dejรกndose morir de hambre, en la convicciรณn de que, de los estadistas, ni siquiera la muerte debe ser inรบtil para la patria, ni sin provecho el final de su vida, sino que debe convertirse en una parte mรกs de su virtud y de su actividadโ€.

Menedemo era un hombre de moralidad estricta. Despreciaba a los filรณsofos del cรญrculo de Platรณn, pero sentรญa gran admiraciรณn por Estilpรณn. Viviรณ setentaicuatro aรฑos, y alguien le compuso este epigrama:

He oรญdo, Menedemo, tu muerte, cรณmo por propia voluntad
te consumiste sin comer nada durante siete dรญas.

Sobre este admirado Estilpรณn, Diรณgenes Laercio nos relata su anรฉcdota mรกs famosa, que no es una joya de refinamiento: โ€œEstilpรณn era sencillo y sin afectaciรณn, fรกcil de acomodarse al ciudadano medio. En cierta ocasiรณn en que Crates el cรญnico no respondiรณ a su pregunta, sino que se tirรณ un pedo, le comentรณ: ยซSabรญa que emitirรญas cualquier respuesta menos la que debรญasยปโ€. Y se dice que โ€œmuriรณ viejo, tomando vino para acelerar la muerteโ€.

Los griegos tomaban el vino diluido. Beberlo sin diluir era cosa de bรกrbaros, podรญa provocar la locura o la muerte.

Para dar fin a la vida, tambiรฉn se confiaba en la sangre de toro, pues segรบn creรญan, se coagulaba tan rรกpido que sofocaba. Plutarco dice de Temรญstocles que: โ€œHizo un sacrificio a los dioses, llamรณ a todos sus amigos, se despidiรณ de ellos con un apretรณn de manos, y bebiรณ sangre de toroโ€. De manera distinta lo cuenta Valerio Mรกximo:

Por su parte Temรญstocles, a quien su valor habรญa hecho vencedor, y a quien la ofensa de su patria le habรญa llevado a ponerse al frente de los persas, como no querรญa atacar a los suyos, realizรณ un sacrificio en el que bebiรณ sangre de toro derramada en una copa, despuรฉs de lo cual cayรณ ante el altar como noble vรญctima de la piedad. Con esta muerte tan memorable, consiguiรณ que Grecia no tuviese necesidad de un nuevo Temรญstocles.

El orador Cayo Albucio Silo, โ€œya viejo, volviรณ a Novara a causa de un tumor; allรญ reuniรณ al pueblo, y en un largo discurso a modo de arenga explicรณ las causas por las que decidรญa abandonar la vida; despuรฉs se dejรณ morir de hambreโ€.

Sobre Zenรณn hay dos versiones en unos versos, pero ambas nos hacen ver que parte por su propio pie:

Cuรฉntase que Zenรณn el citieo muriรณ en la vejez
cuando de sus muchos esfuerzos liberรณse dejando de comer.
Otros dicen que, al caerse, dijo golpeando la tierra con su mano:
ยซVoy por mรญ mismo. ยฟPor quรฉ me reclamas?ยป

El cรญnico Diรณgenes viviรณ alrededor de noventa aรฑos y se dice que contuvo la respiraciรณn para morir. Otros cuentan que lo hizo tragรกndose un pulpo vivo.

Los ejemplos son muchos mรกs; todos honorables; hasta del mismo Sรณcrates se puede argumentar que tomรณ la cicuta por voluntad y no por condena.

Yo poca opiniรณn puedo tener sobre el asunto, pues por fortuna no conozco aquello que engendre el deseo de dejar este mundo; pero leyendo a los antiguos cualquiera puede darse cuenta de que con el paso de los siglos hemos desaprendido lo que conocรญan aquellos griegos y romanos sobre la potestad de cada quiรฉn para decidir con dignidad el momento de la partida.

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(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.


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