I
El Módulo sobre Lectura 2025 (MOLEC), mediante el cual el INEGI recopila información estadística sobre el comportamiento lector, ofrece cambios importantes. Para empezar, amplía el perfil de la cobertura. La que estaba vigente, desde los 18 años, era insuficiente, pues solo contemplaba a quienes iniciaran sus estudios universitarios en adelante, o hubieran cumplido la mayoría de edad. Un ajuste al menos a partir de los 15 años era perentorio, para así incluir a jóvenes de bachillerato, CCH y escuelas técnicas, quienes por cuestión de edad se acercan a los libros para ampliar su visión del mundo.
A sugerencia de sus maestros o por curiosidad propia, los jóvenes de entre 15 y 18 años estarían dispuestos a leer al menos algún libro de Nietzsche, Herman Hesse, Erich Fromm, Susan Sontag o de literatura marxista; de Octavio Paz, Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes, Elena Garro, José Revueltas, Rosario Castellanos Jaime Sabines, Elena Poniatowska, José Agustín; de Oscar Wilde, Franz Kafka, Gabriel García Márquez, Marguerite Yourcenar, Julio Cortázar, Truman Capote o los diarios de Ana Frank.
El MOLEC 2025 va más allá e inicia desde los 12 años, para acercarse a una latitud desconocida de lectores. Para ello, el módulo plantea inicialmente lo que llama materiales de lectura o “materiales MOLEC”: libros, revistas, periódicos, historietas, cómics, mangas, páginas de Internet, foros, blogs. En un segundo nivel, de igual importancia, las redes sociales. La cobertura de la encuesta fue nacional: 4,818 viviendas, 2,336 dentro de las 32 ciudades –una por entidad– de 100 mil o más habitantes, más 2, 482 en el “ámbito urbano alto” y el “complemento urbano” y rural.
Hasta aquí, el contexto.
II
En ocasiones, dado el hincapié que el MOLEC otorga a ciertas cifras, pareciera dar a entender que los índices de lectura no son tan desastrosos como lo son en realidad desde que se aplican ejercicios de esta índole –el pionero, la Encuesta Nacional de Lectura de 2006.
A lo largo de la encuesta se destacan indicadores parciales sobre el promedio que a diario se dedica a la lectura de libros, periódicos, revistas, historietas, cómics, mangas, páginas de Internet, foros, blogs y redes sociales, lo cual causa la falsa impresión de que el mexicano es un lector infatigable.
En la gran mayoría de los casos, a través de la “pregunta de verificación” (aquella que se usa para certificar la validez de la respuesta a la pregunta precedente) se desploman esos indicadores optimistas.
Un ejemplo entre tantos:
El tiempo promedio acumulado que la población lectora de libros dedicó a leer fue de 59 minutos a nivel nacional: las mujeres 58 minutos y los hombres, una hora (…) Del total de población lectora de libros, 66.9 % declaró haber leído algún libro en los últimos 12 meses con la pregunta directa; mientras que, 33.1 %, con la pregunta de verificación.1
No falta tampoco, como se ha vuelto costumbre, la excesiva e innecesaria presencia en el cuestionario de la ideología indigenista del gobierno federal actual, que enturbia la percepción de las cosas. De las 17 páginas del cuestionario, 9 están dedicadas a aspectos sociodemográficos donde se enfatiza ese aspecto.
Tal vez para complacer a Claudia Sheinbaum, el MOLEC 2025 señala:
En 2025, el porcentaje de lectoras(es) de libros de 18 años y más en el agregado urbano de las 32 ciudades de 100 mil habitantes y más fue de 45.4 por ciento. Este valor fue 3.6 puntos porcentuales por arriba de 2024, pero 3.1 puntos porcentuales por debajo del dato más alto registrado en 2015 (48.5 %).
Es decir, en su primer año de gobierno –exactamente, en ocho meses, pues la encuesta se realizó del 2 al 27 de junio de 2025–, habría aumentado 3.6% la lectura en México. No obstante, el Molec 2025 puntualiza que el dato “corresponde a la población que declaró la lectura de libros solo con declaración directa”, es decir, no fue sujeto a la pregunta de verificación. Es además un dato otra vez parcial.
Tal como se indica, incluye solo a lectores de 18 años y más, de las 32 ciudades de 100 mil habitantes o más, correspondientes a 2 mil 336 viviendas del total. No contempla a las 2 mil 482 viviendas en el “ámbito urbano alto” y el “complemento urbano” y rural. De este modo, ese “incremento” se basa sólo en el 48.5% del total de las viviendas visitadas, aquellas ubicadas en las ciudades más importantes y por ende con más altos niveles educativos.
En tanto, el indicador clave –cuántos libros en promedio lee un mexicano en un año– se omite.
Esto es lo que más que se acerca a un indicador promedio anual:
Respecto al número de libros leídos, 28.7 % de la población lectora de este material leyó un ejemplar en el último año; 21.2 %, dos ejemplares; 17.2 %, tres ejemplares y 32.9 %, cuatro o más ejemplares. Al distinguir según sexo, 35.6 % de hombres y 30.5 % de mujeres leyeron cuatro o más ejemplares.
Es decir, el 67.1% habrían leído entre 1 y 3 libros.
La batería de preguntas de la sección 7 y última, “redes sociales”, la más atractiva por inédita, es la más inconsistente. Para empezar, ¿qué significa leer en redes sociales? ¿Posts, vínculos a contenidos en línea, archivos adjuntos, secuencias de pantallas con balazos (“bullets”)? ¿Sobre asuntos de qué orden?
Nada de ello se precisa, a diferencia de las secciones dedicadas a libros, revistas o periódicos, donde se puntualiza en general el contenido de las lecturas. “Redes sociales” tan solo consta de dos preguntas: “¿con qué frecuencia lee en redes sociales” y “al día, ¿cuánto tiempo le dedica a leer en redes sociales”.La encuesta tomó en cuenta a las redes sociales, pero no incluyó preguntas imprescindibles ni incluso obvias.
También en las preguntas relacionadas a las revistas y los periódicos hay graves deficiencias. A las revistas dedicadas a la cultura y las artes se las agrupa en el rubro “cultura general o temas de interés”, que solo incluye a Selecciones Reader’s Digest, Contenido y Algarabía. En las preguntas relacionadas a los periódicos, no se menciona a ningún medio, impreso, de la radio o tv, o digital.
Y, para colmo, aunque se amplió la consulta hasta los 12 años, no se incluyó la pregunta asociada a la literatura infantil y juvenil en la encuesta en su conjunto.
III
Destaquemos finalmente algunos indicadores que confirman el fracaso de los Libros de Texto Gratuitos y de la Estrategia Nacional de Lectura.
A mediados del sexenio de AMLO, Marx Arriaga, director general de Materiales Educativos de la SEP, defendió la lectura por “compromiso” y condenó aquella otra que fuera un “acto individualista de goce”.
Pues bien, el MOLEC 2025 reporta que en México el 78% de los lectores de libros lee “por gusto” y el 22% por “necesidad”. En tanto, el 86% leyó periódicos también por gusto y 14% por necesidad. Lo mismo sucede con las revistas: 8 de cada 10 consultados declararon que las leían por gusto.
La encuesta –otra deficiencia– no reporta este dato en las lecturas de historietas, cómics o mangas; redes (WhatsApp, Facebook, X entre otras); y en Internet, foros y blogs –aunque en este rubro la pregunta sobre “gusto” frente a “necesidad” sí figura en el cuestionario.
Por su parte, Taibo II lleva siete años en el FCE y aún pregona que regalar libros crea lectores.
Durante el siglo XX y los 25 años del siglo actual, esa suposición ha sido desmentida una y otra vez por la realidad.
El MOLEC 2025 destaca la preponderancia de los padres en el hábito de la lectura:
…dos de los principales estímulos para la práctica lectora en el hogar (…) durante la infancia fueron la existencia de libros diferentes a los de texto en casa (64.4 %) y ver a sus padres o tutores leer (52.2 %). En cuanto a las prácticas de lectura de la población alfabeta que asistió a la escuela primaria durante su infancia, 64.7 % señaló que recibió motivación para leer libros por parte de sus maestros o maestras y 52.4 % mencionó que le pedían una exposición de la lectura realizada.
Por cierto, recordemos que Carlos Monsiváis insistía en recuperar la práctica de la lectura en voz alta en las aulas.
Las colecciones “20 para el 20” y “25 para el 25” han sido, pues, un dispendio inútil.
Aunque el MOLEC 2025 sea inconsistente en este primer acercamiento a las redes sociales, arroja algunos datos que pueden orillar a replantear la Estrategia Nacional de Lectura, y trascender la anacrónica publicación de tirajes masivos y de los folletos Vientos del Pueblo. El estudio apunta:
De las 103.9 millones de personas alfabetas de 12 años y más, 83.5 millones declararon leer redes sociales (Facebook, WhatsApp, X, entre otras), esto es, ocho de cada 10 personas. Según sexo, la proporción fue similar. Según grupos de edad, el mayor porcentaje de lectoras(es) de redes sociales lo tuvo el rango de 25 a 39 años con 92.1 % y el menor porcentaje, el de 60 años y más, con 52.7 %.
Falta precisar qué significa “leer” –y qué es lo que se lee– en redes sociales.
Lo cierto es que ahí se encuentran esos “lectores”, a la espera de auténticos contenidos para leer… por gusto, por placer.
Algo tendrán que hacer la SEP y la Secretaría de Cultura al respecto.
El MOLEC 2025 amplió su cobertura pero su metodología es en algunos aspectos endeble y no profundiza temas clave. Esperemos mejorías para el MOLEC 2026. ~
- En todas las citas, hemos conservado las cursivas del original. ↩︎