Thegreenj, CC BY-SA 3.0 , via Wikimedia Commons

Réquiem por el cassette: un mixtape

Es un lugar común escuchar que la tecnología que ahora nos rodea y nos aligera el peso de lo cotidiano está siendo rebasada por nuevas versiones de sí misma. En este ciclo de progreso se nos van quedando en el camino ciertos enseres y aparatos que definieron nuestro presente. Para esos avances tecnológicos que ya han sido superados pero que por algún azar no han desaparecido del todo va esta serie de réquiems prematuros.
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1. El mixtape es una selección de canciones que una persona graba en una cinta, generalmente con la intención de regalársela a alguien más. Requiere tiempo y dedicación, porque para grabarlo no basta con arrastrar los archivos de una ventana a otra en el monitor de una computadora. No: hay que reproducir cada canción completa, estimar cuántas cabrán en un lado del cassette para que no queden truncas, hay que escribir el nombre de cada una en el cartoncillo que acompañaba al cassette y, a veces, dibujar una portada. Antes de internet, no era sencillo conseguir las canciones que uno quería, y el radio era una fuente socorrida para hacerse con ellas. Había que estar pendiente de la emisión, el dedo listo para oprimir REC con los primeros acordes y STOP con los últimos. El resultado eran canciones a las que les faltaban preciosos segundos iniciales, o les sobraban otros con palabras de locutores.

Era una labor artesanal e imperfecta, pero era lo que había.

2. A mediados de octubre del año pasado, Sony anunció que dejaría de fabricar su reproductor portátil de cassettes Walkman (su línea de reproductores mp3 conservará este nombre), que puso a la venta en 1979 y del que vendió unos 200 millones de unidades. No fue el único reproductor portátil de cassettes, pero sí el primero y el más emblemático. El Walkman sacó la música de los confines del hogar y ligó su escucha, por medio de un aparato conectado a unos audífonos, a la individualidad y la autonomía. Si bien algunas marcas, como la Coby, fabrican aún estos reproductores, el anuncio de Sony parece tener la fuerza inequívoca del penúltimo clavo en la caja mortuoria del cassette, cuyo paso a la historia estará, es de temerse, marcado por la ingratitud generalizada de un público ávido de novedades.

3. El Walkman cedió su lugar al iPod, que pesa menos que un walkman y puede almacenar lo mismo que unos 4 mil cassettes. Sospecho que casi nadie hace mixtapes, porque es más fácil pasarse playlists, y dudo que alguien grabe canciones de la radio.

 

4. En los años dorados del cassette, la venta de discos en México era un negocio limitado a unas cuantas tiendas que vendían sobre todo música ranchera, tropical, o boleros. Para hacerse de otra clase de música, uno tenía que comprar discos en el extranjero o acudir a la casa de alguien que lo hubiera hecho, armado con una buena cantidad de cassettes vírgenes (así se les llamaba aquí a los cassettes en blanco) y algo de tiempo. Esta práctica (que, desde luego, no era privativa de México) ya causaba preocupación: en los 80, la industria discográfica británica financió una campaña con el slogan “Home Taping is Killing Music” (algo así como “la grabación casera de cintas está matando a la música”). Por otro lado, muchas agrupaciones de rock underground se dieron a conocer gracias a cassettes grabados y distribuidos por sus seguidores, subsistiendo así en los márgenes de la industria discográfica.

Esta dimensión subversiva del cassette tomó otro cariz en la revolución iraní de 1979, durante la cual los discursos del ayatolá Jomeini pasaban de mano en mano en cassettes. 20 años antes de la masificación de internet, el cassette hizo las veces de Napster, LimeWire o Twitter, despertando los mismos temores y censuras.

5. Un cassette consta de dos carretes sobre los que corre una cinta de poliéster de 3.8 mm. de ancho con un recubrimiento magnético, que en un principio fue de óxido férrico. El largo de la cinta dependía de su duración: la de 90 minutos medía unos 130 metros. La cinta y los carretes estaban montados en el interior de una caja (o cajita, cassette, en francés) de plástico, de 10 cm. de largo, 6.3 cm. de alto, y 7 mm. de grosor.

6. El cassette lo inventó la Phillips en 1962 y comenzó a venderlo en 1964. Aunque fue concebido para almacenar dictados, el cassette ganó popularidad como medio para la distribución de música desde la década de los 70. Su menor costo, su portabilidad, y la calidad de su sonido (que mejoró gracias a la introducción del dióxido de cromo en la cinta y el desarrollo del sistema Dolby) permitieron que para 1985, el cassette superara en ventas al disco de vinilo. Siete años después, sería superado por el CD.

7. El iPod se empezó a vender en 2001. Se estima que Apple, su fabricante, ha vendido 260 millones de unidades del aparato hasta hoy.

8. Tal vez sea pronto para escribir el epitafio de la “cajita”. Algunos nostálgicos, como Thurston Moore, líder de la banda estadounidense Sonic Youth (que se traduce como “Juventud Sónica”, no perdamos la ironía), afirman sólo escuchar cassettes. Otros, adaptados a la era digital, encuentran en la forma del cassette un buen pretexto para hacer cintas de medir, bolsos y otros accesorios. Más interesante es que, debido a la relativa dificultad para convertir el contenido de un cassette a un formato digital, tanto sellos discográficos independientes como el gigante Universal han editado algunas obras en cassette, buscando con ello frenar la piratería. En el argot del cassette, es un “auto reverse”.

– Emilio Rivaud Delgado

 

 

 

(Imagen tomada de aquí)

 

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es editor digital de Letras Libres.


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