En el siglo XX, el hogar se redujo a dormitorio. El tiempo dedicado al trabajo fuera de casa y los viajes de ida y vuelta ocuparon la mayor parte del dรญa.
El hogar habรญa sido productivo. Los artesanos vivรญan en su taller, los panaderos en su panaderรญa, los comerciantes en su tienda, los mรฉdicos en su consultorio, los notarios en su notarรญa. Casi todos andaban a pie. La alternativa de lujo era el caballo.
El gran invento del siglo XIX fue el caballo sobre ruedas: la bicicleta. Era menos costosa y mรกs limpia y eficaz que el caballo. Tuvo tal demanda que, para atenderla y bajar el precio, se estandarizรณ y produjo en serie.
El automรณvil se inventรณ como un lujo para paseos dominicales por el campo. Se encargaba y se construรญa sobre pedido, como una casa de campo o un yate, para gente con dinero. Henry Ford tuvo una idea generosa y lamentable: imitar el รฉxito de la bicicleta. Estandarizar el automรณvil, producirlo en serie, bajar el precio y pagar a sus obreros tanto que pudieran comprarlo. Ganando 5 dรณlares diarios, un Ford T de 360 dรณlares costaba 72 dรญas de trabajo. Vendiรณ 15 millones.
El auto para todos resultรณ un desastre urbano. Cuando todos eran peatones, las ciudades no podรญan crecer mucho. El auto y la gasolina barata favorecieron el gigantismo del siglo XX.
La Revoluciรณn industrial empezรณ contratando campesinos que aprovechaban los tiempos muertos del ciclo agrรญcola. El empresario repartรญa materiales, recogรญa productos y pagaba. La concentraciรณn estaba en el mercado, no en el lugar de producciรณn. Concentrar personal y maquinaria en un lugar de trabajo era poco comรบn y de escala modesta. Max Weber cuenta en su Historia econรณmica general que, a mediados del siglo XVI, una fรกbrica inglesa de 200 telares (que hoy serรญa nada) “era presentada como una maravilla del mundo”.
Antes del siglo XX, nunca se vio lo que hoy ni llama la atenciรณn: a la Torre de Pรฉmex (95 mil metros cuadrados de oficinas) van diariamente unas 20,000 personas (a trabajar, vender, comprar o gestionar). Y la mayorรญa no vive cerca, sino a kilรณmetros. La mayor parte de las poblaciones del planeta no llega a 20,000 habitantes. Algunos Estados miembros de la Naciones Unidas no tienen 20,000 habitantes.
La pandemia impuso, sin plan ni preparativos, un experimento social insรณlito: volver al trabajo en casa. Con cambios importantes. Antes, la vivienda se construรญa con espacio para trabajar. El รกrea de trabajo estaba al frente, y permitรญa recibir a clientes y proveedores sin que entraran al hogar. Pero la vivienda actual no estรก prevista para eso, lo cual provoca interferencias.
Llamadas a la puerta de vendedores, carteros, mensajeros, distribuidores, encuestadores y otros preguntones. El telรฉfono. Necesidades o travesuras de los niรฑos, los animales. La tele, la radio. Observaciones y comentarios de los que conviven. Sobreponerse a las interrupciones, sin afectar la cantidad y calidad de la producciรณn, cuesta.
El arquitecto y urbanista Ludwig Karl Hilberseimer propuso alguna vez torres hรญbridas, con pisos de oficinas, pisos de vivienda y planta baja comercial. Eso mantendrรญa la separaciรณn entre el trabajo y la vida domรฉstica, pero reducirรญa el trรกfico en la calle.
El confinamiento improvisado para reducir los contagios ha puesto en evidencia que el telรฉfono mรณvil reduce la importancia del automรณvil. Es el invento del siglo, la nueva bicicleta democratizante. A esto hay que aรฑadir el desarrollo de la computadora portรกtil, programas como Skype, Zoom y Chat, diademas telefรณnicas que dejan las manos libres.
Trabajar en casa reduce radicalmente los tiempos y costos de transporte, personales y sociales. Permite trabajar a personas impedidas de salir, por cualquier razรณn: invalidez, edad, apariencia, necesidad de atender a niรฑos, enfermos y personas mayores. Tambiรฉn a las personas que viven en lugares remotos.
Requiere disciplina personal, adaptaciรณn empresarial, regulaciones (laborales, municipales, sanitarias, fiscales). Tambiรฉn requiere mejorar los servicios telefรณnicos y de internet.
Si el trabajo en casa no es independiente, lo prรกctico es que el patrรณn sea dueรฑo del equipo y pueda monitorear horarios, lugar, cantidad y calidad del teletrabajo. Y reconocer los gastos adicionales en la casa. No es prรกctico poner un medidor de luz aparte.
Cuando pase la pandemia, permanecerรก el trabajo en casa modernizado como una buena opciรณn.
Publicado en Reforma el 27/IX/2020.
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.