El gran macho cabrรญo, Francisco de Goya y Lucientes, 1821-1823. Vรญa Wikimedia.

Una pintura de brujas: entre el miedo y la risa

Los duques de Osuna encargaron una serie a Goya que presentara y condenara las creencias irracionales de la sociedad espaรฑola. Esos cuadros son un programa de la razรณn ilustrada.
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Primero verรกs los ojos de una cabra. Pasarรกn unos segundos antes de que una punzada se active como alarma contra el horror. Querrรกs apartarte enseguida de esa mirada tenaz, de esos ojos que como dos llamas encienden el pelaje negro y espeso de un macho cabrรญo. Sabes bien que estรกs ante una mirada intransigente โ€“ยฟporque pertenece a un animal?โ€“, enmarcada entre un hocico y un par de cuernos capaces de atravesar a un hombre de una cornada.

Esta cabra no se sienta como los cuadrรบpedos. Erguida, extiende su pata izquierda para rodear a una mujer que siente sobre su espalda el extraรฑo abrazo de una pezuรฑa. Su postura y sus gestos ponen en duda el carรกcter de animal domรฉstico, pero esta cabra tampoco puede ser un hombre. Ahรญ sentada parece dos veces mรกs grande que el corro de mujeres que la rodean. Tiene entonces la escala de lo sobrenatural, que tan fรกcilmente supera y sobrecoge al ser humano. Ahora lo sabes: estรกs ante los ojos del diablo.

Un niรฑo acaba de morir, sus piernas son ya las de un esqueleto amarillo y brillante. Una diligente anciana lo retira de la presencia de la cabra para que otra mujer entregue su ofrenda โ€“el cuerpo sano, rosa y aรบn vivo de un reciรฉn nacido. ยฟDe dรณnde han salido estos niรฑos? Un bebรฉ patalea entre la falda amarilla y la capa blanca de una mujer. Alguien se ha nutrido de un cadรกver que termina de secarse, como una cรกscara, en el polvo. Son brujas. Han raptado a estos niรฑos de una aldea del norte de Espaรฑa, han echado a correr con ellos hacia las montaรฑas en donde asisten a un cรณnclave satรกnico.

Un vendaval levanta la sangre que trastorna el olor de la noche y enloquece a los murciรฉlagos que se presienten en la oscuridad. Otras brujas esperan su turno. Deberรกn darse prisa: algunas lรญneas rosas estrรญan el cielo y el dรญa ya ha empezado a iluminar una estaca de la que penden los cuerpos de un trรญo de infantes que fueron presas, y ahora son los desperdicios, de un aquelarre.

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Por terrorรญfica que parezca, esta escena es, en realidad, una sรกtira contra la supersticiรณn. En 1798 los duques de Osuna compraron esta y otras cinco pinturas de Francisco de Goya y las colgaron en los interiores de su casa de campo. No pretendรญan aterrorizar a sus invitados ni, mucho menos, usar estos รณleos como afrodisiacos del espanto en una velada en la que se contaran de historias de terror. Por el contrario, los duques encargaron una serie que presentara y condenara las creencias irracionales de la sociedad espaรฑola. Los cuadros, entonces, son un programa de la razรณn ilustrada.[1]

Quizรกs este sentido es mรกs evidente en Vuelo de brujas. Un hombre que camina por la cima de un monte va cubriรฉndose la cara con su capa; otro, que se ha tirado al suelo, se tapa con fuerza las orejas. Ambas funcionan como una metรกfora visual de los necios: los que no quieren ver, ni oรญr. La mula que se ha quedado varada en la esquina del cuadro representa la Ignorancia โ€“aunque Goya tambiรฉn usaba a las mulas como alegorรญa de las maneras oscurantistas del pasado.[2] Finalmente, los brujos que sobrevuelan el monte llevan en la cabeza el sombrero que usaban los condenados por la Inquisiciรณn espaรฑola.

Tengo para mรญ que estas pinturas, otras mรกs de los discรญpulos de Goya, y algunos textos del siglo XIX echaron mano de las brujas para desprestigiar a la Inquisiciรณn; estrategia que ahora sabemos desatinada, pues se ha demostrado que el Santo Oficio solo fue responsable de una veintena de ejecuciones โ€“verdaderamente muy pocas, en comparaciรณn con la masacre que se desatรณ en Alemania, Suiza e Italia. En realidad, apunta William Monter (historiador de este fenรณmeno en la penรญnsula ibรฉrica) la Inquisiciรณn y sus miembros se rehusaban a procesar a las personas por el cargo de brujerรญa porque, en opiniรณn de sus teรณlogos, era imposible pactar con el diablo. De acuerdo con Monter, el Santo Oficio incluso evitรณ que las comunidades del norte de Espaรฑa y sus autoridades locales ejecutaran a los acusados.[3] Mรกs que propiciar el miedo en el pueblo espaรฑol, la Inquisiciรณn se dedicรณ a contenerlo y desmentirlo.

Si la brujerรญa no fue un fenรณmeno que preocupara el Santo Oficio, ยฟde dรณnde, entonces, se hizo Goya de este concepto?, ยฟcuรกles fueron las fuentes iconogrรกficas que consultรณ? Las brujas โ€“hay que decirloโ€“ no pertenecen a la tradiciรณn pictรณrica espaรฑola, sino a la alemana, flamenca y  holandesa (Albrecht Dรผrer, Hans Baldung, Frans Frencken, Pieter Coecke van Aelst y Pieter Bruegel el joven son pintores clรกsicos de este tipo de imรกgenes). Aunque los historiadores han explicado ya los aspectos judiciales, teolรณgicos y sociales de la brujerรญa, todavรญa queda pendiente investigar cรณmo fue que circulรณ esta iconografรญa tan precisa que reรบne al diablo en forma de macho cabrรญo, la asamblea de brujas (el sabbath), el infanticidio, el canibalismo, el poder de las brujas para volar y los animales de compaรฑรญa. La pregunta se vuelve mรกs pertinente cuando consideramos que una imaginerรญa similar puede verse en la pelรญcula The Witch (2015). La imprenta debiรณ haber jugado un rol crucial en la difusiรณn de este concepto visual, sin embargo, todavรญa no sabemos cรณmo pasรณ de Alemania a Espaรฑa, de Suiza a Nueva Inglaterra, de un siglo al siguiente.

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Hemos reconocido en Francisco de Goya al pintor que nos dio la visiรณn moderna de la guerra. Sus Desastres la retratan muy lejos de la perspectiva imperial (lejos de la victoria de una monarquรญa que se hace de nuevos territorios) para, en cambio, mostrar la opiniรณn de un ciudadano que es testigo de la injusticia, la muerte y las crisis humanitarias que resultan de las invasiones militares. La mirada de Goya sobre la guerra es la nuestra. Acerca de las supersticiones, el Museo Lรกzaro Galdiano recuperรณ una reveladora cita del pintor: โ€œYo confieso que me aturdรญ al principio, pero ยฟahora?, ya, ya, ya ni temo a brujas, duendes, fantasmas, balentones gigantes, follones, malandrines, etc. Ni ninguna clase de cuerpos sino a los humanosโ€ฆโ€ ยฟNo serรก que tambiรฉn le debemos a Goya esa actitud moderna ante lo irracional que se debate entre la ingenuidad y el escepticismo y que se empeรฑa en pasar del miedo a la risa?

 

 

 

[1] Entre algunos historiadores sigue vivo el debate acerca de si puede llamarse โ€œIlustraciรณnโ€ a los cambios polรญticos y sociales que tuvieron lugar en Espaรฑa entre la segunda mitad del siglo XVIII y la primera del XIX. Tanto Gabriel Paquette como Juliรกn Viejo han aprovechado definiciones mรกs amplias del fenรณmeno para investigar y describir los sucesos de este periodo. Al respecto โ€“y antes de argumentar que toda Ilustraciรณn debe ser anticlerical como la francesaโ€“ recomiendo encarecidamente la lectura de los siguientes artรญculos: Gabriel Paquette, โ€œProyectos ilustrados: la herencia historiogrรกficaโ€ y Juliรกn Viejo, โ€œAmor propio, interรฉs y religiรณn en la monarquรญa hispana de finales del siglo XVIIIโ€, en 20/10 El mundo atlรกntico y la modernidad iberoamericana, 1750-1850, diciembre de 2013.

[2] En otra de sus sรกtiras, que cito como ejemplo porque contiene una crรญtica que puede aprovecharse en nuestros dรญas, un asno se vanagloria de la nobleza de su linaje y apellidos.

[3] William Monter, โ€œWitchcraft in Iberiaโ€, en Brian P. Levack (ed.), The Oxford Handbook of Witchcrat in Early Modern Wurope and Colonial America, Oxford University Press, 2012, pp. 268-282.

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(Ciudad de Mรฉxico, 1986) estudiรณ la licenciatura en ciencia polรญtica en el ITAM. Es editora.


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