Abre bien los ojos, mira โescribiรณ Julio Verne. Fue Georges Perec quien puso esa frase como epรญgrafe de su novela monumental: La vida instrucciones de uso. A ratos sospecho que es apรณcrifa, por mรกs que se indique que fue tomada de Miguel Strogoff. Quizรกs es una frase ocasional de un diรกlogo al paso. Cualquiera puede decir: pisa firme, ve con pies de plomo. O bien: levanta las orejas, escucha. Incluso: despeja bien la nariz, olfatea. Perec, dado a potenciar puntos de apoyo y apertura, coloca esa frase sobre una novela de mรกs de seiscientas pรกginas que se convierte en el pedestal perfecto para transformar una cita en prisma. Para esta entrega me dije lo mismo: abre los ojos, mira. Asรญ que me llevรฉ la cita, cerrรฉ mi ejemplar de La vida instrucciones de uso y lo dejรฉ como pedestal sin estatua.
Unas de las reglas de la cuarentena en Ecuador es que de lunes a viernes estรก asignado solo un dรญa de circulaciรณn para los autos de acuerdo al รบltimo dรญgito de la placa. A mรญ me toca en miรฉrcoles. Ese dรญa cogรญ mi gel antibacteriano. Me puse la rรญgida mascarilla N95, los lentes protectores, los guantes de lรกtex de examinaciรณn (que me hacen sentir como un cirujano dispuesto al corte milimรฉtrico), cerrรฉ las ventanas de mi auto, respirรฉ hondo y salรญ por las calles de Quito. Debรญa apresurarme. A las dos de la tarde empieza el toque de queda hasta las cinco de la maรฑana.
Semanas atrรกs un reportaje del New York Times dio cuenta ampliada โya lo habรญan hecho inicialmente la BBC y la CNNโ del horror que viviรณ en abril la provincia del Guayas. Los reportajes mostraban enfermos desplomรกndose en las calles de Guayaquil, muertos abandonados en las veredas, crematorios con largas colas de espera, entierros sin registro ni despedida, incluso la picaresca periodรญstica hablรณ de una resucitada: una mujer ingresada en un hospital entrรณ en coma y, semanas despuรฉs, al despertar, pidiรณ llamar a su familia. Esta casi no lo cree, era un milagro: dรญas atrรกs habรญan recibido las cenizas de otro cadรกver. En el mismo perรญodo del aรฑo anterior, en los meses de marzo y abril, habรญan muerto 3,771 personas en la provincia del Guayas. En este aรฑo, 13,162. Lo que da una diferencia de 9,391 muertos, cifra muy lejana de las oficiales. Guayaquil ha vivido el horror, y el horror mediรกtico. En Quito, con cifras mucho mรกs bajas de contagiados y muertos, parecรญa mรกs calmado el escenario. Pero las cifras aumentan. La tasa de letalidad en Ecuador al momento de escribir esto es de 7.9, es superior a la media mundial de 6.95.
Todo esto tenรญa presente mientras bajaba en el auto desde mi barrio orillado al bosque de Guangรผiltagua. A punto estuve de regresarme. ยฟNo estarรญa echando al traste tantas semanas de cuidadoso encierro en mi torre de marfil? ยฟNo es mejor obedecer a este cauteloso miedo inoculado mundialmente? Pero Perec volvรญa con su epรญgrafe de Verne. Yo abrรญa los ojos cada vez mรกs, dispuesto a contemplar el paisaje del Gran Encierro Planetario en esta ciudad andina de impecable cielo azul, a 2,850 metros sobre el nivel del mar.
Hice un recorrido breve en sentido sur. Quito es una ciudad alargada como una lanza irregular que cae rodando de las faldas del volcรกn Pichincha y se frena en unas suaves colinas que hacen de balcรณn hacia los valles interandinos mรกs bajos y cรกlidos, hacia donde se han desplazado los barrios mรกs lujosos durante las รบltimas dos dรฉcadas. Crucรฉ la avenida Gonzรกlez Suรกrez, luego Isabel La Catรณlica โalgunos arupos han florecido intermitentementeโ, lleguรฉ al Coliseo Rumiรฑahui, luego fui en sentido oeste por la Avenida Patria, girรฉ en sentido norte por la Avenida Seis de Diciembre y seguรญ largo hasta la Avenida Repรบblica, subรญ en sentido noroeste hacia la Avenida Amรฉrica y tomรฉ una calle secundaria para comprobar de primera mano la situaciรณn de un hospital de esa zona a donde he llevado a mis hijos pequeรฑos por alguna emergencia menor. Retornรฉ por la Avenida Amazonas, bordeรฉ el parque La Carolina, lleguรฉ a la Avenida Eloy Alfaro y empinรฉ hacia mi casa. Todo con los ojos bien abiertos, mirando, como insistรญa Perec. ยฟQuรฉ vi?
El deseo de la maravillosa y desprestigiada rutina, la necesidad de ingresos mรญnimos, la desesperaciรณn por salir a la calle, autos, muchos autos โnadie respetaba el dรญa correspondiente a su placaโ y paseantes, muchos paseantes, irregularmente ataviados con mascarillas, sin ellas, con guantes, sin ellos, caminando, trotando, sentados en la banca de un parque, todavรญa mรกs tranquilos los alrededores del hospital donde figurรฉ colapsos por filas de espera y que parecรญa sumergido en una sospechosa calma de domingo en miรฉrcoles. No vi nada del esperado terror. Tantas semanas de estricta cuarentena y al salir a la calle resulta que quizรก me han tomado el pelo, como ocurrรญa con esos personajes de la pelรญcula de Emir Kusturica, Underground, que continรบan fabricando armas en el sรณtano convencidos por el poeta Marko Dren de que la Segunda Guerra Mundial todavรญa no termina.
Los datos del Ministerio de Salud el 18 de mayo registran que solo el 22% de la poblaciรณn de Quito estรก contagiada con el virus, y de esa cifra el 80% es asintomรกtica o tiene sรญntomas leves. La provincia registra una variaciรณn del 25% mรกs de muertos frente al mismo abril del aรฑo pasado, mientras que en Guayas fue del 474% y en Santa Elena casi del 700%. Aunque se lleva varios dรญas hablando de la metรกfora del semรกforo de retorno, y de cuรกndo se pasarรก del rojo al amarillo, lo cierto es que sรญ se percibe un descuido en las medidas de distancia social y una bajada de guardia, y se pasa el semรกforo con toda la prisa que augura un choque anunciado.
Volvรญ a casa, cumplรญ el protocolo escrupuloso para reingresar, subรญ hasta mi torre de marfil, abrรญ el ejemplar de la novela de Perec, busquรฉ inรบtilmente el epรญgrafe de Verne. Se habรญa borrado, toda la novela estaba en blanco, seiscientas pรกginas de incertidumbre. No hay instrucciones de uso para la vida de los prรณximos meses.
(Ecuador, 1969) es escritor. Su novela mรกs reciente es La escalera de Bramante (Seix Barral, 2019).