La incertidumbre creada por los hechos y dichos del presidente LĆ³pez Obrador ha tenido un efecto inesperado: el peso fuerte. No es tan difĆcil de explicar.
1. Los despidos masivos de burĆ³cratas fueron arbitrarios, poco selectivos y hasta ilegales: sin indemnizaciĆ³n, con renuncias forzadas. La poblaciĆ³n asalariada se redujo. TambiĆ©n se redujo la falsamente no asalariada, que cobra sin derechos ni prestaciones laborales, con recibos de honorarios por servicios supuestamente independientes.
2. A esto hay que sumar los empleados pĆŗblicos no despedidos, pero obligados ilegalmente a aceptar un sueldo menor.
3. El menor empleo y los sueldos menores redujeron el consumo familiar, la demanda agregada en la economĆa y el mercado interno.
4. El menor consumo redujo las importaciones y por lo tanto la demanda de dĆ³lares.
5. El menor mercado dejĆ³ en veremos los proyectos de inversiĆ³n fĆsica: construcciones, instalaciones, maquinaria.
6. Las menores inversiones fĆsicas redujeron la importaciĆ³n de maquinaria y equipo, y asĆ la demanda de dĆ³lares.
7. El menor mercado interno empujĆ³ a las empresas al externo: exportar.
8. Las menores importaciones y mayores exportaciones mejoraron la balanza comercial y aumentaron las reservas en dĆ³lares del Banco de MĆ©xico.
9. TambiƩn aumentaron por las remesas de mexicanos que se fueron a buscar en los Estados Unidos y CanadƔ mejores oportunidades de empleo.
10. Ya no se diga por las elevadas tasas de interĆ©s que fijĆ³ el Banco: atractivas para las inversiones puramente financieras, disuasivas de las inversiones fĆsicas y del consumo a crĆ©dito.
11. El menor empleo y los sueldos menores redujeron la recaudaciĆ³n de impuestos laborales. Esto (sumado a las indecisiones del arranque sexenal) redujo el gasto pĆŗblico en lo menos urgente: la inversiĆ³n pĆŗblica fĆsica.
12. Lo cual redujo el empleo, la demanda de materiales de construcciĆ³n, las importaciones, la recaudaciĆ³n de IVA y de aranceles de importaciĆ³n, acentuando todo lo anterior.
De ahĆ el peso fuerte.
Peor hubiera sido el estancamiento con inflaciĆ³n (stagflation: stagnation inflation) que padecieron los ingleses hacia 1970, cuando se quintuplicaron los precios del petrĆ³leo que importaban. Y los chilenos con el presidente Allende. Y ahora los argentinos.
PolĆticamente, la inflaciĆ³n es peor que el estancamiento. El presidente LĆ³pez Portillo llegĆ³ a decir: “DefenderĆ© el peso como un perro”. “Presidente que devalĆŗa, se devalĆŗa”.
La inflaciĆ³n es muy visible, el estancamiento tarda en mostrar sus efectos. El descontento por la inflaciĆ³n es general. El descontento por la economĆa estancada es primero empresarial.
Hay una corriente de pensamiento ecologista que aboga por el crecimiento cero, para reducir el daƱo a la naturaleza. Pero ningĆŗn paĆs ha llegado al estancamiento voluntariamente. El crecimiento cero o negativo suele ser resultado de la polĆtica econĆ³mica, no su objetivo.
No es tan difĆcil salir del estancamiento. Lo difĆcil es salir de la inflaciĆ³n, una vez que se desata. El sexenio de EcheverrĆa empezĆ³ con austeridad (llamada entonces atonĆa) y terminĆ³ en la desastrosa economĆa presidencial, manejada “desde Los Pinos” (no desde Hacienda); en pos de la quimera milagrosa de Allende. El populismo dadivoso del presidente de Chile tuvo Ć©xito inicial: aumentĆ³ el consumo, la demanda agregada y el crecimiento. DespuĆ©s siguiĆ³ lo que siguiĆ³: la inflaciĆ³n desbocada, el desastre econĆ³mico y el golpe militar.
El populismo recortador ha sido menos malo que el populismo gastador, pero el crecimiento cero no puede prolongarse indefinidamente. Tampoco remediarse toreando las presiones de las cĆŗpulas empresariales y el presidente Trump. La incertidumbre, agravada por la inseguridad, no estimula el crecimiento: lo frena.
Para salir del estancamiento, el gobierno puede construir caminos, presas y otras obras que sean realmente Ćŗtiles, que tengan efecto multiplicador y que animen a los empresarios a invertir. Lo hizo el gobernador de Nuevo LeĆ³n Bernardo Reyes, antes de que Keynes lo recetara.
Y es mejor una multitud de obras pĆŗblicas pequeƱas, repartidas por todos los estados, que unas cuantas obras mayĆŗsculas como la refinerĆa de Dos Bocas y el Tren Maya, sobre todo si resultan elefantes blancos.
Hay que apoyar la creaciĆ³n de microempresas, el espĆritu emprendedor que afortunadamente abunda en el paĆs. Hay que reducir lo que sofoca su desarrollo: la falta de microcrĆ©ditos y el exceso de trĆ”mites.
Publicado en Reforma el 26/I/2020.
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.