Repartir sin populismo

Focalizar la ayuda en efectivo puede ser contraproducente. Una soluciĆ³n prĆ”ctica puede ser tener derecho a un dividendo social de lo producido por todos.
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Se dirĆ­a que la palabra clientela pasĆ³ del uso profesional y comercial al polĆ­tico. Pero fue al revĆ©s. La palabra clientela (tal cual) designaba en latĆ­n el conjunto de cliens: plebeyos patrocinados por un patricio, su padrino y protector. Siglos despuĆ©s, se usĆ³ clientela para los defendidos por un abogado, atendidos por un mĆ©dico o por una tienda.

Los abogados cobran honorarios a sus clientes. Los patricios no, pero esperaban agradecimiento personal y dependencia polĆ­tica. TodavĆ­a hoy, los caudillos acumulan poder auspiciando clientelas agradecidas.

Daniel CosĆ­o Villegas calificĆ³ de “populismo dadivoso” el “estilo personal de gobernar” de Luis EcheverrĆ­a. El populismo transforma la clientela estĆ”tica en dinĆ”mica. El padrino se vuelve el lĆ­der que arrastra a sus clientelas a la acciĆ³n polĆ­tica. El micrĆ³fono y la radio, que aparecieron en el siglo XX, amplificaron el poder de caudillos vociferantes, como Hitler y Mussolini.

Pero la radio y los otros medios pueden servir tambiƩn para lo contrario: sustituir la dƔdiva personal por el reparto impersonal de una pequeƱa parte del ingreso nacional, igual para todos los ciudadanos.

Administrativamente, hay mucha diferencia entre la ayuda en especie y la ayuda en efectivo. La ayuda en especie es necesaria en muchos casos. En un naufragio o una aldea arrasada por un terremoto, de poco sirve dar dinero: lo urgente es el rescate, los alimentos, medicamentos, servicios mƩdicos, cobijas, etc. Pero, fuera de casos semejantes, lo prƔctico es ayudar con dinero, que gasten como quieran los beneficiarios. Lo gastarƔn mejor de lo que temen muchas almas piadosas.

Focalizar la ayuda en efectivo, segĆŗn necesidades y mĆ©ritos, a juicio de los que evalĆŗan cada caso, parece justo, de sentido comĆŗn y hasta ahorrador del gasto pĆŗblico. Pero la prĆ”ctica tiene sus bemoles.

No es fƔcil trazar la lƭnea divisoria entre los que sƭ y los que no deben recibir ayuda. Tampoco es fƔcil explicar a los que estƔn muy cerca, pero arriba de la lƭnea divisoria, que a ellos no les toca.

Focalizar requiere evaluar para distinguir a los que sĆ­ de los que no. Pero visitar millones de hogares es costoso: requiere ejĆ©rcitos de evaluadores, que pueden costar mĆ”s que la ayuda misma. AdemĆ”s, se presta al error, la arbitrariedad y la corrupciĆ³n de los que evalĆŗan. Y a la corrupciĆ³n del sistema electoral, si la ayuda se vuelve compra de votos agradecidos.

Focalizar puede ser contraproducente. En los Estados Unidos, la ayuda a madres abandonadas por su pareja causĆ³ abandonos. Un padre sin recursos ayudaba a su familia yĆ©ndose de la casa.

Focalizar, por Ćŗltimo, tiene algo de humillante. Marca al beneficiario como menesteroso. Algo distinto a ser considerado socio de la sociedad, con derecho a un dividendo social del producto producido por todos.

Una soluciĆ³n prĆ”ctica puede ser la siguiente:

– Cada aƱo se declara el reparto de una cantidad igual para todos los ciudadanos. Digamos $5,000, que alcanzan para una mĆ”quina de coser o una bicicleta de carga o una caja de herramientas o semillas y utensilios para un huerto familiar; mĆ”s aĆŗn si en la familia hay dos o mĆ”s ciudadanos.

– La cantidad (redonda y fĆ”cil de recordar) se anuncia por radio, televisiĆ³n, prensa y redes sociales.

– El ciudadano la cobra en cualquier sucursal bancaria presentando su credencial de elector. No tiene que firmar un recibo.

La administraciĆ³n del sistema estarĆ­a a cargo de la SecretarĆ­a de Hacienda que pondrĆ­a a disposiciĆ³n de los bancos, en cada sucursal, una terminal que autorice automĆ”ticamente cada pago en uno o dos minutos (o no lo autorice, si la credencial no es vĆ”lida o ya fue pagada). La sucursal recibirĆ” al dĆ­a siguiente el reembolso de los pagos que hizo mĆ”s una comisiĆ³n. HabrĆ” un centro de consulta telefĆ³nica para atender a los ciudadanos y otro para atender a las sucursales.

No hace falta que el Instituto Nacional Electoral entregue a Hacienda su base de datos, ni es deseable, porque el INE debe continuar actualizƔndola. Pero sƭ es necesario que el INE desarrolle un sistema de acceso automƔtico para la consulta rƔpida, limitada y controlada, de su base de datos, con la debida desconfianza a la voracidad de Hacienda y de los bancos. ~



Publicado en Reforma el 26/II/23.

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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