“No solo la gente que es exitosa, rica y joven es interesante.” Alma Pöysti habla sobre Hojas de otoño

En Hojas de otoño, el director Aki Kaurismäki aborda el individualismo, la soledad y sus antídotos. Sobre estos temas y el trabajo en la cinta habla su actriz principal.
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Un modesto karaoke de Helsinki es el escenario en donde dos personajes, acostumbrados al anonimato de las calles de la ciudad, cruzan por primera vez miradas: Ansa (Alma Pöysti), una tímida mujer que trabaja en un supermercado y Holappa (Jussi Vatanen), un alcohólico que es empleado en una fábrica metalúrgica. En medio de crisis globales de las cuales se enteran anacrónicamente a través del radio y de una serie de injusticias que van padeciendo, los dos ven su encuentro como una oportunidad de pensar en un horizonte. EsHojas de otoño, vigésimo largometraje del finlandés Aki Kaurismäki.

A propósito del estreno de Hojas de otoño en salas de cine en México (el cual se complementa con la retrospectiva prácticamente íntegra que le ha dedicado la plataforma Mubi al director finlandés bajo el nombre de El arte de ser humano), compartimos la conversación con la actriz Alma Pöysti, quien presentó la película durante el Festival Internacional de Cine de Morelia.

¿Cómo te integraste a la película y qué te interesó de colaborar con Aki Kaurismäki?

Sé que podrá sonar un poco pretencioso lo que voy a decir y pido perdón por eso, pero mi trabajo como actriz es investigar qué significa ser humano, y eso implica hacer con el corazón una investigación sobre las emociones y las dificultades a las que nos enfrentamos diariamente, manteniendo un diálogo constante con la gente para escuchar y aprender cosas nuevas. Entonces, cuando me contactaron para preguntarme si quería formar parte de esta película, que marcaría el esperado regreso de Aki Kaurismäki, fue como un sueño que se había vuelto realidad y acepté. No solo porque Kaurismäki es una leyenda en mi país y yo crecí viendo su cine, sino porque siento afinidad con la honestidad con la que retrata las condiciones sociales de la gente, siempre con una sensibilidad particular.

¿Podrías describir el método de trabajo de Aki Kaurismäki y de qué manera desarrollaste tu personaje junto con él?

Una vez que lo conocí y empecé a trabajar con él, descubrí a un hombre muy real, alguien que siempre se ensuciaba las manos en el set, que se ponía a hablar de política, de los bosques y solo un poco de la creación cinematográfica. También descubrí la meticulosidad que Kaurismäki tenía con absolutamente cada detalle y esto mismo sucedía con todo su equipo, tomando en cuenta que han colaborado juntos desde hace cuarenta años. Por eso mismo, el set ha sido el más silencioso en el que he estado en toda mi carrera, porque todos ya sabían qué hacer.

Lo primero que Kaurismäki nos pidió a Jussi Vatanen y a mí fue que no ensayáramos nada, ni juntos, ni separados. Además, siempre quiso hacer las escenas en una sola toma, lo cual resultó bastante aterrador, sobre todo porque, como sucede en el resto de su cine, la película está construida por medio de encuadres minimalistas y fue filmada en 35 milímetros. Después entendí la razón por la cual lo quería así y era fascinante, porque se refería a la autenticidad de lo que la cámara iba a captar: cuando sucediera algo iba a ser la primera y única vez que ocurriera, dando lugar a la sorpresa y a la vida misma.

Kaurismäki es muy respetuoso con el trabajo del actor, no se comporta como un dictador, así que pasábamos horas desarrollando y construyendo cada encuadre junto con Timo Salminen, el director de fotografía y Ville Grönroos, el director de arte. Claro, si alguien cometía algún error se podía hacer otra toma, pero obviamente no era lo recomendable. En lo personal, si bien se me prohibió ensayar y también improvisar durante el rodaje, pasé mucho tiempo en supermercados y bares para entender mejor a mi personaje y me di el tiempo para hacer una playlist con la música que ella escucharía. También revisité toda la filmografía de Aki, porque quería estar totalmente consciente de qué era de lo que estaba siendo parte.

¿Cuál es el contexto social en Finlandia en el cual surge Hojas de otoño?

En los últimos años, Finlandia ha aparecido en las encuestas como el país más feliz del mundo y claro, hay un gran nivel educativo, bajos índices de corrupción y criminalidad. Al mismo tiempo, las tasas de suicidio son muy altas, existen problemas muy grandes de alcoholismo y como en todo el mundo, la división entre clases está creciendo. Esa es la otra cara del país.

En los primeros minutos de la película, a tu personaje lo despiden de su empleo en el supermercado por robar un alimento caducado, y sus compañeras la defienden y se solidarizan con ella. La secuencia representa uno de los temas recurrentes en el cine de Aki Kaurismäki: en medio de un mundo hostil e incierto, todavía queda un espacio para un gesto de empatía. ¿Qué opinas sobre este tema que propone el director?

Es verdad lo que estás diciendo. Aki Kaurismäki a menudo cuenta historias de gente común, enfocándose en la compasión que existe en ellos y cómo esto es una contrafuerza del cinismo de la sociedad y de un sistema que no aprecia el valor humano. Para mí, esa escena es muy fuerte y al mismo tiempo muy inspiradora, porque muestra el poder que ellas tienen y que a través de la solidaridad son invencibles. Y también cuentan con el humor como arma.

El cine de Kaurismäki está poblado por personajes solitarios, excluidos, pertenecientes a la clase trabajadora. ¿Qué opinas de la representación que ha hecho de estos?

Pienso que todos estos personajes merecen tener una voz y visibilidad; no solo la gente que es exitosa, rica y joven es interesante. De hecho, creo que esa es la razón de la importancia que tiene Kaurismäki y por qué el público conecta con su cine: todos nos reconocemos en estos personajes sin importar su nivel social, pues él los presenta a todos como igualmente valiosos.

Adoro la mirada que tiene cuando toca temas que son muy complicados a nivel social en Finlandia y el resto del mundo. Por ejemplo, en El Havre: El puerto de la esperanza (2011) y El otro lado de la esperanza (2017) aborda la inmigración y la crisis de refugiados, y en Hojas de otoño retrata a hombres blancos de más de cincuenta años pertenecientes a la clase trabajadora y que para él forman parte de un nosotros.

También hay un elemento muy importante que es el silencio. Kaurismäki confía mucho en el público y a través del silencio le da un espacio y un tiempo para que observe a los personajes cuando estos no están hablando. No le dice al espectador qué debe de ver o sentir, deja que este lo haga por sí mismo, porque sabe que eso es lo que el espectador necesita y quiere para poder establecer un diálogo entre lo que sucede en la pantalla y quien la mira.

Kaurismäki ha advertido acerca del individualismo y la falta de comunicación en las grandes urbes. ¿Cómo percibes esta problemática?

Creo que vivimos en tiempos muy solitarios en el cual tenemos todos los medios tecnológicos para comunicarnos, pero cada vez estamos más distanciados unos de otros. En cierto modo son momentos peligrosos en los que estamos obsesionados con estar encerrados en nuestra propia burbuja, con nuestra propia felicidad y con nuestro bienestar, sin importar que eso perjudique a otro. Y si seguimos ese camino, el panorama del mundo es terrible. La película de alguna manera nos recuerda lo importante que es que nos cuidemos nosotros mismos, pero también a la otra persona, porque si no, corremos el riesgo de convertirnos en unos individuos ultratecnificados que pierden su corazón. Es necesario que tengamos mucho cuidado con eso.

Hojas de otoño es una atípica comedia romántica con azarosos encuentros y desencuentros que van suscitándose. ¿Cómo fue trabajar por primera vez en tu carrera dentro del género?

Esta película muestra distintos niveles del amor, no es el tipo de comedia romántica dulce, más bien es agridulce. Kaurismäki no rehúye mostrar las partes más duras y ásperas de la vida y es por eso es que le creemos a la historia. Maneja un humor muy seco y particular al mostrar a estos personajes que son tímidos, solitarios, que notoriamente ya han sufrido algunas decepciones en sus vidas y que incluso ya habían renunciado a encontrar el amor. Estos personajes de repente cruzan la mirada y se enamoran profundamente y eso resulta aterrador para ellos, porque deben de tomar la decisión de si dejan o no esa burbuja en la que han estado, donde les resulta cómodo habitar, ya que ahí nadie se mete con ellos y nadie los desilusiona. Trabajando en esta película descubrí que el género a veces consiste simplemente en decir cosas que son muy obvias, pero por lo mismo la gente termina riéndose con ellas.

En sus películas, Kaurismäki hace constantemente referencias a su sapiencia del cine. En Hojas de otoño esto queda representado con la secuencia en la cual los personajes tienen su primera cita y van a ver Los muertos no mueren (Jim Jarmusch, 2019), donde además está presente el sentido del humor que has mencionado, porque obviamente ver una película de zombis no sería la primera opción para un plan romántico. ¿Cómo construyeron esa secuencia juntos?

Desde que leí la parte del guion donde decía “Los personajes van a ver una película de zombis”, me morí de risa. A Kaurismäki siempre le gusta establecer un diálogo con sus dioses cinematográficos, coquetear con ellos y hacerles guiños, ya sea Jarmusch, Chaplin, Bresson o Godard. No es porque sea snob o elitista, simplemente es un amor profundo por el cine el que Aki profesa y al final de cuentas es algo que todo mundo puede disfrutar, incluso si no conoces todas las referencias. Respecto a cómo se construyó esa secuencia, mientras que la estábamos filmando, concluimos que el ver esa película era una especie de prueba que le pone él a ella para ver si realmente es un buen prospecto de novia. ¡Y ella la consigue pasar! ~

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(Ciudad de México, 1984). Crítico de cine del sitio Cinema Móvil y colaborador de la barra Resistencia Modulada de Radio UNAM.


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