Si la retórica de la polis y la violencia del Coliseo dan forma al legado de Grecia y Roma en Occidente, la red social X vendría a ser la mixtura perfecta entre ambas: el nuevo campo de batalla en la política del siglo XXI. Fue en las arenas virtuales, de hecho, donde, a mediados de febrero, el presidente argentino Javier Milei invitó a su auditorio a invertir en $LIBRA, una criptomoneda de dudosa procedencia. “La Argentina liberal crece!!! Este proyecto privado se dedicará a incentivar el crecimiento de la economía argentina, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos. El mundo quiere invertir en Argentina”, decía el post que Milei compartió y borró menos de 24 horas después.
Las criptomonedas son activos digitales que no existen de forma física: no están reguladas por una institución y no requieren de intermediarios. Los llamados “mineros” ponen a trabajar sus computadoras para procesar transacciones y también para garantizar la seguridad de la red. Detrás del acto de una persona que le transfiere criptomonedas a otra, hay máquinas que se ocupan de validar las operaciones. Este proceso consiste en probar números secuencialmente hasta encontrar el indicado (el sistema se conoce como blockchain). Podría decirse que “minar criptoactivos” es utilizar potencia informática para procesar y registrar transacciones a cambio de una recompensa, que es la ganancia que obtiene el minero en la criptomoneda que está minando.
Actualmente, según la Comisión Nacional de Valores (CNV), hay más de 10 millones de cuentas de criptoactivos en Argentina. En uno de los últimos rankings de la compañía Chainalysis, el país ocupa el puesto número 15 dentro de los que tienen mayor adopción de cripto.
En este contexto, no es difícil imaginar lo que el tuit del presidente Javier Milei podía generar. En poco tiempo, el precio del criptoactivo se disparó y luego… colapsó. Cientos de personas que invirtieron perdieron todo, mientras que los grandes tenedores del activo ganaron millones de dólares.
De ahí en más, todo fue caos. Acusaciones cruzadas, entrevistas televisivas interrumpidas por el asesor presidencial, un intento (fallido) de generar una comisión investigadora en el Senado y repercusiones mundiales que llegaron, incluso, al corazón de los Estados Unidos.
En todo drama colectivo emerge un héroe, o al menos, una contrafigura del villano de turno. En este caso, el sujeto en cuestión es el argentino Santiago Siri, experto en criptoactivos, presidente de The Democracy OS Foundation y creador del Partido de la Red, que propone “utilizar inteligencia artificial para mejorar la democracia”.
Dos semanas antes del criptogate, Siri había dejado constancia de sus dudas en X. Bastó una foto subida por el mismo Milei junto a Hayden Davis (“Hoy mantuvimos una muy interesante charla con el empresario Hayden Mark Davis, quien me estuvo asesorando sobre el impacto y las aplicaciones de la tecnología blockchain e inteligencia artificial”, decía abajo de la imagen) para que Siri izara bien alto sus red flags. “Alguno lo conoce? Ni siquiera sale info sobre él en Google, lo cual ya es algo medio turbina en este siglo”, reaccionó. A modo de conclusión anticipatoria, advertía: “Será este un ñato que será usado para armar una Milei coin?”.
Dos semanas después, estallaba el escándalo con $LIBRA que salpicó a Milei y su entorno.
¿Cuál es la diferencia entre una memecoin y una criptomoneda?
Voy a decirte la diferencia entre bitcoin y $LIBRA. Ambas son sistemas que utilizan blockchain: redes de consenso distribuido donde todos los nodos se ponen de acuerdo en el historial de transacciones que ocurren dentro de la red. Blockchain fue inventado al mismo tiempo que bitcoin; de hecho, fue inventado para bitcoin en gran medida. A bitcoin, además, la hizo un fundador anónimo conocido como Satoshi Nakamoto, que no imprimió todas las monedas de una sola vez: tiene un esquema de minado donde arranca con 50 monedas cada 10 minutos. A lo largo de los últimos 15 años, se fueron minando esas monedas. A su vez, para poder obtenerlas, tienes que aportar energía a la red: es decir que contribuís cómputos para hacer que la red sea más segura y, a la vez, más chances tienes de minar activamente un bitcoin.
La memecoin de Milei, en cambio, opera en Solana, que es un blockchain autorizado para bajas comisiones, algo que se puede comprar y vender a muy bajo costo y que por eso mismo capta especuladores atraídos por un producto que no tiene más sustento que subidas y bajadas de precios. Es decir; las memecoins son monedas que se pusieron de moda, sin sustento alguno, que se compran y se venden y no tienen ninguna pretensión de tener impacto en la economía real. Milei lanza $LIBRA en ese contexto. Es una moneda muy desprolija. Había un grupo de gente con información privilegiada que se aprovechó de que el presidente publicó ese tuit para hacerse con una ganancia de millones de dólares en apenas una hora. Agarraron a todos los inversores incautos que entraron seducidos por el tuit del presidente.
Desde el principio fuiste muy crítico de Hayden Davis, el “socio” de Milei.
Dos semanas antes vi una nota donde estaba Milei junto a Hayden Davis y me llamó la atención, porque tanto yo como otros miembros del sector estuvimos mucho tiempo tratando de generar reuniones para que el presidente se juntara con gente legítima. El año pasado había venido a la Argentina Vitálik Buterin, creador de Ethereum, y el presidente no lo quiso recibir. Entonces, cuando ves que no quiere recibir gente idónea, destacada mundialmente en la materia, y que se junta en cambio con un ignoto que lo buscas por internet y no tiene huella digital, se enciende una primera alarma. Dicho y hecho: dos semanas después, pasó lo que pasó.
¿Y por qué Vitálik Buterin es tan prestigioso?
Es quien inventó Ethereum, el segundo blockchain más importante después de bitcoin. Es una plataforma sobre la cual creció toda una industria de finanzas descentralizadas. Se dice que bitcoin es como una calculadora, que hace una cosa muy bien, pero que Ethereum es como una computadora, porque la puedes programar para que haga muchas cosas a la vez. Esa fue una idea genuina de Vitálik, que era un joven periodista de la Bitcoin Magazine hasta que tuvo la idea de hacer Ethereum, una gran revolución digital con una posición dominante en el mercado. En los últimos cuatro o cinco años, Vitálik empezó a venir mucho a la Argentina porque aquí hay un pool de talentos sobre Ethereum muy grande.
¿Por qué crees que desde el gobierno no te escucharon cuando les recomendaste conocerlo?
Yo pienso que no les convenía escuchar a gente que no tenía la misma agenda que el presidente. Mirando para atrás, uno ve que ya desde la época en que Milei era diputado usó la tecnología cripto para promover cosas de dudosa procedencia. Promovió CoinX, que ahora está envuelta en un escándalo tremendo en la justicia por ser una estafa piramidal; promovió N&W Professional Traders, que es un grupo de Novelli, el empresario que aparece asociado a Hayden Davis… Yo creo que el presidente no sabe del tema; siempre que lo escuché hablar de bitcoin, de cripto, me pareció un ignorante. Pero en algún punto ve que estas herramientas son mecanismos para comerciar… Creo que no se enteró de que era diputado y que ahora es presidente, que hay una incompatibilidad ética muy evidente. Él dice que algunos estamos “despechados”, pero lo cierto es que es un presidente que se junta con gente solo por cuestiones ideológicas y no se junta con el sector tecnológico más sofisticado del país.
¿Qué bases requiere un proyecto serio de criptomonedas?
Primero que nada, no hay que inventar una criptomoneda para recaudar y generar caja, para financiar la política, para que se transforme en un instrumento de los sobornos más opacos. Luego, un proyecto serio tiene que agarrar algo consolidado y robusto, como bitcoin. Es el caso de Bukele en El Salvador. Bukele no es santo de mi devoción, pero creo que con bitcoin hizo bien las cosas: se trata de una tecnología inmutable, nadie puede modificar sus reglas de juego. Está protegida por una inmensa red de energía que ni China, ni Estados Unidos, ni Google, ni Microsoft, ni nadie puede manipular. Funciona como una suerte de oro criptográfico; no tengo dudas de que va a ser el terreno de disputa de reserva de valor no solo para los seres humanos sino para los estados nacionales. El primero que se dio cuenta de eso fue Bukele, en El Salvador, donde tiene una reserva estratégica de bitcoin que hoy vale tres veces más de lo que invirtió cuando lo hizo por primera vez. Ahora Donald Trump, en Estados Unidos, también está queriendo hacer una reserva estratégica. Porque básicamente es eso: en un proyecto serio, un estado nacional debe tener sus reservas en bitcoin. Yo en 2014 le recomendé a Axel Kiccilof [ministro de Economía del gobierno de Cristina Kirchner] tener el 1% de las reservas de Argentina en bitcoin, antes de que lo hiciera Bukele. Es lo que le dije también al gobierno anterior, cuando me junté para asesorarlos, y lo que tranquilamente le hubiera dicho a Milei, si me hubiera podido reunir con él.
No te mueve un signo ideológico con este tema.
Para nada. Yo me he juntado con todos los expresidentes, de un lado y del otro. Tiendo a pensar que la ideología en Argentina es bastante tramposa.
En el Salvador, sin embargo, acaban de decir que bitcoin ya no puede ser de curso legal…
Eso debe ser por presión del FMI, porque en algún punto, bitcoin y el dólar van a empezar a competir.
Y aun así, ¿se puede generar el crecimiento de la economía a través de una criptomondeda?
Al bitcoin no es necesario usarlo como moneda, a veces incluso tiende a cierta volatibilidad, pero sí es un instrumento estratégico de reserva a largo plazo: tener bitcoin es como tener oro. Para los gobiernos que quieren robustecer sus finanzas, tener “un puchito” de bitcoins de reserva a largo plazo puede ser muy conveniente. Un país como Argentina, incluso, podría minarlo con la energía del yacimiento Vaca Muerta o con otros recursos energéticos que no se aprovechan. Es decir que el bitcoin podría minarse, ni siquiera habría que salir a comprarlo, usando energía que de otra forma se desperdiciaría y se iría a la atmósfera. Empezar a adoptar el bitcoin, además, es un gesto de soberanía: el Fondo Monetario tiene un estilo colonialista con las naciones del tercer mundo y usa el crédito como látigo. Bitcoin, entonces, es una nueva economía que permite a las naciones del mundo salir de esa trampa.
¿Qué crees que debería pasar con Milei?
Yo creo que él es un destructor más que un constructor: la motosierra lo simboliza muy bien. Es una persona impulsada por el odio; en algún punto encarna cierta revancha con respecto al “desgobierno” que hubo en la sociedad argentina en los últimos 20 años. En ese sentido, Milei tiene que hacer una tarea de reducción del déficit, sobre todo de cara al festival de impresión de dinero del último tiempo, potenciado por la pandemia. Esa es su tarea; el problema es cuando piensa que su función va más allá de eso y empieza a hablar de cosas para las que la sociedad argentina no lo votó: la agenda woke, meterse en contra de las minorías… Creo que él hoy está más interesado en ser un paladín de la ultraderecha mundial que en ser el presidente de los argentinos. A mí me gustaría que cumpla la tarea para la que fue votado: ordenar la macroeconomía del país. Después, que venga alguien que pueda construir más que destruir. ¿Quién será esa persona? Está por verse. Hoy, la oposición está muy noqueada y propone cosas mirando más al pasado que a la juventud actual. ~