Foto: Facebook / Pola Oloixarac

“La escritura desde una posición de combate me fascina.” Entrevista a Pola Oloixarac

Autora de una tres novelas y un libreto de ópera, la escritora argentina ha puesto la mirada en la política de su país, despertando lo mismo vítores que amenazas. Sobre este ejercicio crítico habla en entrevista.
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Se sienta al escritorio y abre la libreta, se acerca el mate a la boca y sorbe. Un día más. En la computadora hay tres relojes que indican la hora en Barcelona, Buenos Aires y Nueva York. Hojea las notas, revisa la lista de pendientes y prioridades. Sorbe el mate y subraya tres veces la tercera línea: terminar columna. Nacida en Argentina en 1977, Pola Oloixarac es una escritora que encuentra su ímpetu literario en el combate. Desde 2018 ha puesto la mirada en las minucias de la política argentina y su crítica ha generado debate, vítores y amenazas. En las redes la aman, la insultan, la citan. Allí está la gasolina de Oloixarac. Y también en la obra de Leila Guerriero, en el Amazonas trazando un atlas y aprendiendo quechua, investigando la vida de exploradores como Hércules Florence, un pintor francés que viajó por los ríos del Brasil en el siglo XIX y cuya vida generó la inspiración para el libreto de una ópera.

Oloixarac es columnista de La Nación y ha escrito tres novelas: Las teorías salvajes (2008), Las constelaciones oscuras (2015) y Mona (2019), así como la colección de ensayos políticos Galería de celebridades argentinas (2023). Ha incursionado en la ópera con la escritura del libreto Hércules en el Mato Grosso, cuyas representaciones se llevaron a cabo en Buenos Aires (2014) y Nueva York (2015). En 2010 fue nombrada una de las mejores narradoras en español por la revista Granta, y su obra ha sido traducida a diez idiomas. En octubre de este año fue profesora invitada del International Writing Program de la Universidad de Iowa. Ofreció una charla a los alumnos del programa de maestría en escritura creativa en español y tuve la oportunidad de conversar con ella.

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¿Cómo empezaste a escribir sobre política?

La primera vez que me invitaron a escribir fue para Página12 y el primer artículo que me pidieron fue sobre la película de Facebook. Me encantaba escribir allí. En algún momento publiqué novelas y me invitaron a escribir sobre política en 2018, en Perfil. Pagaban mal pero me parecía muy fancy estar allí porque solo había hombres. Pensé que tenía que aceptarlo por eso. Fue muy bueno para mí, una escuela, porque tenía que entregar todas las semanas un artículo y variaba mucho. Había una retícula de qué cantidad de caracteres. Tenías artículos chiquitos, dos medianos y uno largo. Lo hice por dos años y estalló la pandemia. Quería estar menos conectada con Argentina pero terminé estándolo más. Ahí fue cuando empecé escribir para La Nación, haciendo retratos de distintos políticos del gabinete.

En la pandemia la gente estuvo encerrada en Argentina. Los chicos no tuvieron clases en un año y medio. No te dejaban salir de la casa. Había muchísima furia. Con el primer artículo que publiqué, el de Santiago Cafiero, el presidente de Argentina me atacó en Twitter. Eso fue espectacular. Después el ministro de Trabajo, el de Defensa, me decían que esto no es periodismo. Yo les decía: “Tienen razón. Esto es literatura”. Yo estaba encantada. La gente pensó: esta chica es psicótica. Porque en general la gente se victimiza. Yo al contrario. Para mí estaba muy bien. La literatura tiene que tener efectos así, vos no podés controlar lo que pasa. Te tiene que pasar algo que no esperabas. Está muy bien que el ministro responda y que haga algo. Me atacó un montón de gente en Twitter pero yo estaba muy contenta. Cada vez que sacaba un artículo, el presidente ya estaba alertado y empezaron a ignorarme. Ahora tengo enemigos nuevos.

Has escrito sobre los beneficiados por el sistema y también sobre los perseguidos. En nuestros sistemas políticos, ¿estamos condenados a un juego de suma cero? ¿Hay un modelo en el cual todos sean beneficiados?

Quisiera que la suma cero fuera un modelo para explicar la realidad porque es un modelo esencialmente marxista. Es Marx el campeón en estos términos, en donde si hay un oprimido, es porque tenemos que mirar al que lo está oprimiendo. Es un sistema de pensamiento que funciona para muchas cosas pero que siempre deja fuera la creación de valor, donde en realidad no hay nadie oprimiendo a nadie. Estoy hablando de la innovación. Excepto el caso de ciertas empresas de tecnología que a veces sí están oprimiendo en maquilas en China y que ahora quizá pasen a estar en México, me parece que el auténtico capital de nuestra época no se forja en base a ese modelo marxista, que me parece incompleto.

En el caso de Argentina, hay un punto donde es: cómo la ciudadanía se percibe después de veinte años de crisis. Hay gente que ya no recuerda. Los que tienen dieciocho años, por ejemplo, siempre vivieron en inflación. No recuerdan un momento de estabilidad y bonanza. La única meta de Alberto Fernández es ser el AMLO del sur. Más chiquitito, con menos capital, menos población pero las mismas ínfulas. O más, porque es argentino.

Cuando el gobierno solamente busca hacer una forma de ensayismo social, eso genera un efecto de violencia en este pueblo que está oprimido por las políticas, la corrupción. Lo que más lo oprime es el nivel de humillación de este discurso donde todo está fantástico porque estamos con la patria grande, los pueblos, todo este discurso de izquierda en un país donde tienes más del cincuenta por ciento que está en la pobreza. Hay un separación muy grande entre el discurso y la realidad. Eso genera resentimiento y opresión.

¿Cuál es el perfil de las mujeres que comulgan con las ideas de Javier Milei?

Yo leí en las encuestas que las mujeres de veinte años para arriba ven a Milei con el perfil de un violador, de un tipo violento. A las mujeres no les gusta. En sus actos, te diría, noventa y cinco por ciento son hombres. Algunas mujeres hay. Uno de los grandes vectores de fuerza que hacen la política es la voluntad de la gente de relacionarse una con otra. En el caso de Milei, lo que es interesante es que sus mítines son realmente como celebraciones machas donde todo viene a ser una sobreactuación de esta masculinidad que ha sido vilipendiada si vos tenés en cuenta los movimientos LGTBI, los nuevos derechos de las mujeres.

En Argentina, el gobierno de Alberto Fernández en particular, lo único que hizo como política fue hablar con la e (género fluido). También la creación del DNI no binario. Él está contento por estas medidas super “progres”. Y entonces qué pasa. Tienes esta masa de hombres que se sienten, no sé, acusados injustamente, y toda esta idea de que van a retomar el lugar de protagonismo que les fue quitado. Como si para ellos realmente fuera así, una suma. Si las mujeres están mejor, nosotros los hombres estamos necesariamente peor. Cuando no debería ser así. Que se respeten los derechos de las mujeres debería ser algo que tiene algo un efecto de bienestar en toda la sociedad. ¿Cómo puede haber un sexo que se sienta oprimido si el otro puede decidir sobre su cuerpo?

Has escrito que Milei conquistó las redes porque “se monta sobre todo lo trash, el clickbait, las fuerzas oscuras de lo viral”. ¿Cómo se puede combatir o al menos gestionar las fuerzas oscuras de lo viral en una democracia informada?

Cuando Milei se monta sobre la oscuridad, se monta específicamente sobre contenidos pornográficos. Estoy hablando del material pornográfico que existe de las propias diputadas de sus listas. En el partido de Milei hay mujeres que tienen contenido pornográfico en internet, y accesible.  Y mucha gente les da like. Eso es lo que les permite acceder a un montón de audiencia. Se vuelve viral.

Nunca vi una campaña que tenga tanto contenido sexual como la de Milei. No solamente este material gráfico entre las diputadas, sino por la manera en la que Milei se expresa. Él hace permanentemente metáforas donde dice que el Estado es el pedófilo en el jardín de infantes.

Hay un material porno que se viraliza y que luego se convierte en parte del discurso normal. Esa normalización y esa visibilización de cosas prohibidas se perciben como una forma de rebeldía en un momento en el que ser rebelde es difícil en un punto, o no, o todo lo contrario porque dices algo y te cancelan. Milei va más allá de la cancelación, él directamente dice cosas que es doloroso pensarlas. ¿Cómo que el Estado puede ser algo así? ¿Cómo puedes decir algo así a las nueve de la noche cuando hay chicos mirando? Ese es el juego de la sintaxis de Milei. Esa es la locura que está viviendo Argentina ahora.

Con Trump se hablaba del golden shower, como que parece que habría estado con alguien. ¿Estuvo con una prostituta haciendo esto? Hay negaciones, versiones. La diferencia es que Milei genera material concreto, son frases que él dice. No hay punto de discusión. En Argentina, donde hay una crisis muy grande, como quedó del lado de la izquierda, de la vieja política, darte grandes explicaciones, y de pronto aparece Milei en esta especie de antipolítica y te muestra la foto porno. Va a la explicitación de lo que no se hace, de lo que no se muestra.

Has hablado de un feminismo corrupto en Argentina. ¿Cómo es el feminismo corrupto?

Es algo que también hizo eclosión durante el gobierno de Alberto Fernández pero que ya formaba parte del kirchnerismo. El feminismo o las cabezas visible del movimiento feminista han sido cooptadas o son parte del partido peronista. Existe una agencia de derechos humanos, una agencia que está para velar por la igualdad de género. Y cuando descuartizan a una chica, Cecilia Strzyzowksi, en una provincia donde hay un gobernador peronista, los sospechosos son gente que estaban en la lista legislativa de la reelección del gobernador del Chaco. Cuando pasan estas cosas, las mismas agencias que supuestamente velan por los derechos humanos o la igualdad de género, callan. Es evidente que el feminismo, así como los organismos de derechos humanos, son meramente órganos que cumplen las directivas de lo que quiere el partido. Ese tipo de cosas es lo que hizo que perdiera mucho prestigio la causa.

¿Qué técnicas utilizas para motivarte a escribir?

Ahora me siento reconectada con Borges porque cuando era más chico –más allá de que tiene un poema de la Revolución rusa, que hay como una especie de interés por el colectivismo o algo donde uno puede llegar a leer unas ínfulas socialistas–, en el momento en el que el peronismo entra en el poder, él los lee directamente como que son los nazis. Es la posición que toma también Victoria Ocampo. Es la posición que toma la gente de su clase social. Clase alta argentina, muy culta. Él tenía un trabajo, era bibliotecario, en un momento se entera que lo van a echar y pasa este episodio confuso donde él es denominado inspector de aves y conejos. Se queda sin trabajo. Por otro lado, su gran amiga Victoria Ocampo, pasa cuarenta y dos días en una cárcel de prostitutas: el asilo de El Buen Pastor. Ahí ella escribe: “Al fin vivo en la verdad porque Argentina es una cárcel ahora y yo no estaba viviendo en la verdad. Esta es la verdad”. También la madre de Borges y la hermana pasan dos días o una noche, no me acuerdo, en prisión por estar protestando en la calle.

Todo esto genera un efecto en él que es absolutamente antiperonista, y eso le genera una épica que no hubiera tenido de otra manera. De pronto ingresa a su fase metafísica donde es el individuo y es otro, es uno y es Shakespeare. Empiezan a aparecer otros temas o a marcarse con mucha más fuerza. Hay un punto donde ser perseguido político se convierte en una pulsión creativa enorme para Borges. Primero porque lo organiza, y después, porque el hecho de ser señalado como un enemigo lo pone a él en la posición de combate. Eso a mí me fascina porque la construcción que tenemos de Borges es la que él nos dejó, “yo sueño con el hombre de acción pero no soy el hombre de acción”. Y Borges, el de rigor, para mí se convierte en un hombre de acción precisamente cuando es señalado como un enemigo por el Estado.

No hay una división entre la escritura de la política y la escritura de la ficción porque justamente, hasta en Borges, que es el que nos vendió el estar más allá del todo, hay una relación total, una cosa se convierte en la pulsión para la otra. Al final del día lo que nos importa es cómo hacemos para escribir las cosas. Borges logró narrarse a sí mismo y entenderse como un perseguido político. Después, yo estuve hablando con un montón de gente: no lo perseguía nadie. Ellos tampoco entraban en contacto con los otros. Hacían sus fiestas, estaban horrorizados de que estaba el peronismo, pero no pasaba nada. Bueno, le pasó esto a Victoria, horrible. Yo tengo mucho más contacto con mis enemigos políticos. Cuando estoy en Buenos Aires debo tener cuidado dónde voy. No era la situación de Borges. Pero eso le imprime una épica, una magia que no hubiera tenido de otra forma.

Esa narrativa se puede leer entre líneas en el Borges de Bioy Casares. Porque Borges está muy implicado en los escritores, quién gana un premio y quién no, cosas que supuestamente eran una bajeza. Él las eleva, son preocupaciones políticas. La bronca que él tiene de que los peronistas le den premios a gente que son otros que no son él, que nadie lo reconozca. Son cosas con las que te identificas porque vivimos los resentimientos. No tenemos que olvidarlos, tenemos que usarlos. ~

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es periodista y narrador. Ha vivido en Bélgica, Estados Unidos y Noruega. Es autor de las colecciones de cuento Y sin querer te olvido (Felou, 2014) y Silencios al sur (Felou, 2017). Parte de su obra ha sido traducida al francés y al neerlandés.


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