Un hijo cualquiera (fragmento)

Por cortesรญa de Libros del Asteroide, un texto que forma parte de Un hijo cualquiera, el libro mรกs reciente de Eduardo Halfon.
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Un pequeรฑo corte

Estuve ahรญ las siete horas que durรณ el parto de mi hijo. Lo vi entrar al mundo. Oรญ su primer grito. Sentรญ en mis dedos su primera respiraciรณn. Cortรฉ o mรกs bien prensรฉ el cordรณn umbilical, bien uniformado en un camisรณn azul de enfermero. Y con mi hijo ya en los brazos, aรบn pรกlido e hinchado y envuelto en una ligera frazada amarilla, lo mirรฉ como si estuviese mirando al hijo de alguien mรกs. Un hijo cualquiera.

El sentimiento de maternidad es automรกtico y primitivo, me dije a mรญ mismo, acaso para explicar o justificar mi ausencia inmediata de amor. Pero el sentimiento de paternidad, como escribiรณ James Joyce en Ulises, es un misterio para el hombre. Es un estado mรญstico, escribiรณ, una sucesiรณn apostรณlica, de รบnico engendrador a รบnico engendrado. En cualquier caso, yo no sentรญ ese estado mรญstico o esa sucesiรณn apostรณlica hasta el dรญa siguiente, muy temprano en la maรฑana, cuando llegรณ la doctora para hacerle a mi hijo ahรญ mismo, en un cuarto del hospital de Nebraska, la circuncisiรณn.

Fue la primera duda que me asaltรณ cuando vi el ultrasonido y supe que serรญa varรณn: circuncidar o no circuncidar. Leรญmos mucho. Lo discutimos entre nosotros. Lo hablamos con amigos, con familiares, con doctores y enfermeras. Un obstetra nos dijo, en tono casi evangรฉlico, que รฉl habรญa circuncidado a su primogรฉnito pero no a su segundo hijo, y que el segundo habรญa sufrido por ello. Aunque no especificรณ cรณmo habรญa sufrido, yo me imaginรฉ plagas bรญblicas y castigos divinos. Segรบn los estudios, sin embargo, no hay ninguna evidencia de que la circuncisiรณn evite infecciones (ni tampoco, me parece, plagas bรญblicas y castigos divinos). Segรบn otros estudios, sรญ hay evidencia de que la circuncisiรณn disminuye el sentimiento de placer sexual en el hombre, algo que el rabino y filรณsofo medieval Maimรณnides ya habรญa advertido hace casi un milenio, en su Guรญa de descarriados. Herรณdoto escribiรณ que los antiguos egipcios circuncidaban por razones de higiene; aunque tambiรฉn existe la hipรณtesis de que los antiguos egipcios creyeran al hombre circuncidado meritorio de los secretos mรกs esotรฉricos, de mitos y conjuros reservados sรณlo para iniciados. Los antiguos griegos, en cambio, valoraban el prepucio. Al igual que los antiguos romanos, quienes hasta lo protegรญan por ley. Desde el pacto de Abraham con Dios, los judรญos son judรญos debido a la circuncisiรณn โ€”la falta de prepucio, como sabรญan los nazis, es parte de nuestra identidadโ€”, pero me sorprendiรณ leer que no todos los judรญos la han practicado. Moisรฉs, desobediente, no quiso circuncidar a sus hijos; el ritual de la circuncisiรณn fue totalmente ignorado durante los cuarenta dรญas en el desierto; y Theodor Herzl, el padre espiritual del Estado de Israel, decidiรณ no circuncidar a su รบnico hijo varรณn, Hans, nacido en 1891. Pero cuanto mรกs estudiaba el tema, repasando los documentos histรณricos y cientรญficos y religiosos, mรกs pensaba en la primera vez que de niรฑo vi un pene no circuncidado, el de un amigo, cuando nos duchรกbamos todos tras una clase de nataciรณn en el colegio. Recuerdo las risas y burlas despiadadas de mis demรกs compaรฑeros, quienes desde ese dรญa lo apodaron Batman.

La breve intervenciรณn en el hospital sรณlo durรณ unos minutos. Pero yo no pude ni verla. Me quedรฉ fuera, de pie en el pasillo, oyendo su llanto, contemplando si entrar a la habitaciรณn y arrebatarle el bisturรญ a la doctora y gritarle que por favor dejara a mi hijo en paz.

Cualquiera que haya sido el razonamiento para circuncidarlo โ€”tradiciรณn, miedo, estรฉtica, higiene, evitar posibles infecciones o plagas bรญblicasโ€”, fuimos nosotros, su madre y yo, quienes tomamos la decisiรณn. Una decisiรณn definitiva, irreversible. Y ahรญ, de pie y solo en la frialdad blanca del pasillo, finalmente empecรฉ a sentir el peso de ser padre. Por primera vez habรญa decidido yo como padre. Habรญa pronunciado mi primer mandamiento como padre. Y entendรญ, de una manera categรณrica o aun mรญstica, que el pene de mi hijo, a partir de ese momento, ya no era suyo. ~

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(Ciudad de Guatemala, 1971) es escritor. En 2018 recibiรณ el Premio Nacional de Literatura de Guatemala. Libros del Asteroide acaba de publicar su libro Un hijo cualquiera


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