Hasta los uniformes de los policías

En ‘Bienvenido, mister Chaplin’, el historiador Juan Francisco Fuentes estudia la americanización del ocio y la cultura en la España de entreguerras.
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Hace un par de años Juan Francisco Fuentes, catedrático de historia contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid, publicó La generación perdida (Taurus). En ese ensayo, a partir de una encuesta del diario El Sol en 1929, Fuentes analizaba las opiniones de un grupo de jóvenes y luego rastreaba su trayectoria. El nuevo libro del autor, Bienvenido, mister Chaplin (Taurus), nace de La generación perdida. Trata de “la americanización del ocio y la cultura en la España de entreguerras”: desde el 98, cuando columnistas patrióticos hablaban de los estadounidenses como “tocineros y mercachifles”, a la guerra civil.

La retórica alimentada por la guerra de Cuba perdió presencia pronto: la pregunta que inspira el libro es por qué rápidamente la sociedad española se sintió atraída por Estados Unidos, y lo que describe es la adquisición y adaptación de un imaginario. A veces nos cuesta detectarlo porque vivimos en él. Fuentes usa muchos textos periodísticos de la época, también algunos de los libros de viajeros españoles a Estados Unidos (de Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca a Julio Cambia y Luis Araquistáin), y recurre a menudo a la écfrasis: todo eso da mucha viveza a un libro lleno de anécdotas y pulso narrativo. Muestra la visión distinta de las generaciones de escritores (la más proestadounidense es la del 27), la llegada de productos y empresas, la idea de que lo americano se asociaba simultáneamente al lujo y a lo práctico.

El imaginario –rascacielos, coches, velocidad, deporte, otra idea de la mujer, música, cine, violencia: el futurismo encarnado– llega a través de la publicidad pero sobre todo del séptimo arte; Chaplin es importante por su trayectoria y por sus efectos y como símbolo. Otra influencia importante es la música: el jazz fascinaba y generaba respuestas contradictorias; de la admiración de los poetas a los estereotipos racistas con que lo representaban los dibujantes. Fuentes destaca la importancia de la inmigración española en Estados Unidos, la pujanza cultural de las ciudades pequeñas y publicaciones poco conocidas como Mi revista.

También rastrea los cambios en la visión de la cultura estadounidense a medida que evolucionaba la política española. Es un ángulo iluminador y sugerente para ver la historia de la época. Este volumen apasionante en el que figuran Sorolla, Azaña, Federica Montseny, Ortega, Edgar Neville o Blasco Ibáñez, también tiene una lectura aragonesa. Fuentes cuenta que en Alcañiz había una banda de jazz en 1920, y son importantes en el libro el Conde de Aranda (por su temprana advertencia del poder que alcanzaría la recién nacida República estadounidense), Joaquín Costa, Lucas Mallada, Benjamín Jarnés y sobre todo Luis Buñuel, que escribió en sus memorias: “Yo adoraba América antes de conocerla. Todo me gustaba: las costumbres, las películas, los rascacielos, hasta los uniformes de los policías”. 

Publicado originalmente en El Periódico de Aragón.


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