Septiembre, mes de la libertad
Imagen: Wilhelm von Kaulbach, Public domain, via Wikimedia Commons.

Septiembre, mes de la libertad

En las batallas de Maratรณn y Salamina, pequeรฑos ejรฉrcitos de guerreros amantes de la libertad le dieron bonitos puntapiรฉs a mayรบsculas hordas venidas de territorios que, veinticinco siglos despuรฉs, no acaban de asimilar la idea de la libertad.
Aร‘ADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

Leer los nueve libros de la Historia de Herรณdoto deja mucho mรกs que una experiencia histรณrica. Son un tratado de la condiciรณn humana. Por eso Herรณdoto a veces pone mรกs atenciรณn a ciertas anรฉcdotas picantes que a los grandes momentos de la humanidad. Llega a dedicar mรกs atenciรณn a los preparativos de la boda de la hija de Clรญstenes que a la misma batalla de Maratรณn.

Ya para el libro siete, Jerjes, el rey persa, se convierte en uno de los grandes personajes de la historia y, sobre todo, de la literatura. Es lectura muy recomendable para quienes traten con jefes caprichosos y obstinados, aunque es lectura infecunda para quien sea un jefe caprichoso y obstinado.

Jerjes tiene encajada la idea de vengarse de los atenienses por la derrota bochornosa que le infligieron a su padre. Su cerrazรณn le impedirรก escuchar consejos, salvo aquellos que refuercen sus certidumbres.

Convoca a una junta con sus mรกs ilustres sรบbditos, quesque para conocer sus opiniones. Pero antes deja claro cuรกl es su proyecto: โ€œConducir un ejรฉrcito contra Greciaโ€ฆ no cejarรฉ hasta que haya tomado e incendiado Atenasโ€ฆ caerรกn bajo el yugo de la esclavitud tanto naciones culpables ante nosotros como las inocentesโ€ฆโ€. Les indica lo que han de hacer si quieren complacerlo, mas al final agrega con simulaciรณn: โ€œPero, para que no les dรฉ la impresiรณn de que solo me atengo a mis propias opiniones, someto el asunto a su consideraciรณn y los invito a que, quien lo desee, manifieste su parecerโ€.

Los sรบbditos no son tan simples para morder el anzuelo. Uno de ellos dice: โ€œSeรฑor, no solo eres el persa mรกs glorioso de cuantos han existido, sino tambiรฉn de cuantos vivan en el futuro, pues en todas tus palabras has alcanzado las mรกximas cotas de acierto y precisiรณnโ€.

ยกViva la lambisconerรญa!

Se establece que los griegos son estรบpidos y que los persas habrรกn de aniquilarlos. โ€œยฟMajestad, quiรฉn va a oponerse a ti en son de guerra?โ€ Herรณdoto nos dice que โ€œlos demรกs persas guardaron silencio sin atreverse a manifestar una opiniรณn contrariaโ€.

Pero entonces se escucha el providencial ยกejem! Es el tรญo de Jerjes, que se atreve a decir otra cosa. Comienza con una frase sabia: โ€œMajestad, si no se expresan opiniones diferentes, resulta imposible elegir la mejor alternativaโ€. El tรญo desaconseja la invasiรณn. Le dice a Jerjes: โ€œNo te arriesgues, bajo ningรบn concepto, a correr semejante peligroโ€.

Y Jerjes, luego de haber asegurado que querรญa escuchar opiniones, le respondiรณ: โ€œEres hermano de mi padre; eso te va a librar de recibir el castigo que merecen tus tonterรญasโ€. No mencionรณ cuรกl era ese castigo, pero a los otros presentes les pasรณ por la mente la decapitaciรณn, el empalamiento y el desollamiento.

Creo que hoy el castigo mรกximo serรญa perder la chamba o cambiarse de partido.

Pasan muchas cosas dignas de saborear en esta marcha hacia Atenas. Cuento solo una que marca bien el carรกcter berrinchudo de Jerjes. Mandรณ construir un puente de barcas para cruzar el estrecho de los Dardanelos. Cuando una tormenta lo destruye, ordena que se le den trescientos latigazos al mar, y en tal acciรณn las tropas debรญan gritar: โ€œยกMalditas aguas!โ€.

Ya mรกs tranquilo mandรณ decapitar a los constructores del puente.

Cuando se aproximan a su objetivo, Jerjes llama a Demarato para preguntarle si los griegos se atreverรกn a oponer resistencia. โ€œQuiero conocer lo que personalmente opinas al respectoโ€.

Demarato, que es griego y estรก acostumbrado a ciertas libertades, incluyendo la de expresiรณn, comienza su intervenciรณn con una frase prudente y memorable: โ€œMajestad, ยฟdebo hablarte con sinceridad o halagarte?โ€. Y luego le pinta un panorama en el que los persas habrรกn de enfrentarse a un durรญsimo rival. Concluye con palabras aรบn mรกs memorables:

โ€ฆ son los mejores guerreros de la tierra. Pues, pese a ser libres, no son libres del todo, ya que rige sus destinos un supremo dueรฑo, la ley, a la que en su fuero interno temen mucho mรกs de lo que tus sรบbditos te temen a ti. Cumplen todos sus mandatos y siempre manda lo mismo: no les permite huir del campo de batalla ante ningรบn contingente enemigo, sino que deben permanecer en sus puestos para vencer o morir.

Demarato no recibiรณ castigo por su opiniรณn, pues Herรณdoto nos cuenta que โ€œJerjes se tomรณ sus palabras a risaโ€.

Ya no rio cuando, siguiendo caprichos y no consejos, vio en el estrecho de Salamina que su flota fue derecho a se acabar y consumir, y hubo de volver a su patria igual que su padre diez aรฑos antes, con la cola entre las patas.

Maratรณn. Salamina. Los calendarios de hace mรกs de dos mil quinientos aรฑos no son precisos, pero ambas batallas pudieron ocurrir en sendos septiembres. Pequeรฑos ejรฉrcitos de guerreros amantes de la libertad le dieron bonitos puntapiรฉs a mayรบsculas hordas venidas de territorios que, veinticinco siglos despuรฉs, no acaban de asimilar la idea de la libertad.

Este mes lo voy a celebrar. Septiembre, mes de la libertad. Y a aquellos griegos, con dos mil quinientos aรฑos de retraso, les digo: ฮตแฝฯ‡ฮฑฯฮนฯƒฯ„ฮญฯ‰.

+ posts

(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.


    ×

    Selecciona el paรญs o regiรณn donde quieres recibir tu revista: