Nos acostumbramos a una manera de recibir el mundo. Breve, incluso cuando la brevedad es signo de precariedad. Nociva. Impulsiva hasta en los asuntos que mรกs requieren prudencia. Enemiga de los contextos histรณricos, de las realidades y entornos a nuestro alrededor; de los escenarios que dibujan y son posibles de anticipar. Cuรกntos eventos somos capaces de atender para luego desplazar, casi como si se tratasen de episodios singulares, aunque aceptemos que parten de una forma de pensar. En unas cuantas horas, la oficina oval paso del Gaza Resort a una orden ejecutiva sobre los popotes plรกsticos.
ยฟTrump como eje de todo debate es consecuencia de los procesos en Estados Unidos o en el planeta entero? ยฟLo es sรณlo en Occidente?
El diagnรณstico que alerta sobre cรณmo su segunda presidencia ha dado todos los pasos necesarios para romper el orden internacional que Estados Unidos ayudรณ a construir, no siempre alcanza a dimensionar las implicaciones de dicho rompimiento. El nativismo mรกs extremo, la retรณrica xenรณfoba y discriminatoria hacia aquello que una filiaciรณn determinada entiende como diferente, el enaltecimiento a las banderas e identidades nacionales, las vulneraciones al multilateralismo y ataques a la multiculturalidad conforman el catรกlogo de regresiones de la รฉpoca. Los objetos del desaprendizaje del siglo pasado, donde cada elemento transitรณ por avances progresivos, hoy son el punto de retorno a lรณgicas que no pocos califican de decimonรณnicas.
El siglo XX estableciรณ el lรญmite y parรกmetro de los horrores modernos. Sin embargo, preocupa pensar que, hasta ahora, apenas una enseรฑanza se mantuvo y lo hizo de la peor forma: mientras el mundo no entre en confrontaciones bรฉlicas generalizadas o de consecuencias universales, parece que estamos dispuestos a tolerar cualquier tipo de aberraciรณn.
Los migrantes expulsados, criminalizados; el llamado a una operaciรณn de limpieza รฉtnica, vestida de desarrollo inmobiliario; la negociaciรณn sobre el territorio de un paรญs donde este no estรก siquiera presente; la amenaza de intervenciรณn localizada. El desprecio al pensamiento profesional, impulso del antiintelectualismo que defendรญa una horizontalidad inexistente, solo podรญa devenir en el rechazo a la ciencia.
Nada importa lo suficiente como para generar una respuesta de rechazo masivo, siempre y cuando se mantenga cierto nivel de tranquilidad en las esferas personales.
Foucault, en El pensamiento del afuera, juega con la paradoja de Epimรฉnides. ยฟMiente el cretense al decir que todos los cretenses mienten?
Recuerda el filรณsofo francรฉs. La verdad griega se estremeciรณ con la siguiente afirmaciรณn: miento. Hablo.
Para mentir es necesario hablar. La intenciรณn de lo falso antecede la palabra que se expresa hacia afuera. El hablar, como verbo solitario, estรก exento de otras impurezas. Se define por su acto. La mentira, no.
El universo de aparentes contradicciones importa poco. Una paradoja es una idea que se puede contradecir, no una contradicciรณn. Es claro que uno se puede mentir a sรญ mismo. El problema serรก otro. Tambiรฉn, que la verdad se habla.
Occidente, como otras latitudes convertidas en idearios, filosofรญas o estructuras polรญticas, asรญ sean proverbiales, estรก hecho de sus verdades construidas. De los mandamientos abrahรกmicos y la coincidencia en sus doctrinas emblemรกticas, pasando por las nociones de los derechos humanos, la libertad o la igualdad.
Moverse rรกpido y romper cosas fue el lema efรญmero de una generaciรณn reciente para la cual el espacio digital ocupรณ terrenos palpables, hasta devorarlos. En esa estructura de pensamiento no resulta necesario ocuparse de consecuencias, efectos, principios. Quizรก sea momento de dejar de lado la palabra disruptivo. La velocidad, como la juventud, vistas a manera de atributo polรญtico y social prescinden de lo reflexivo y del pensamiento profundo. Se hacen valores olvidando que ese valor no corresponde a nada mรกs que a su condiciรณn.
Todos pensamos, es una obviedad. Bajo esa premisa eliminamos la profesionalizaciรณn del pensamiento. Escribo unas lรญneas en las redes sociales, escribo un libro. Un texto al que se le llama indistintamente ensayo, artรญculo o nota. Todos escriben. Misma relaciรณn y falsa jerarquรญa. Simplemente por el tiempo dedicado, por las lecturas previas, por la bรบsqueda de duda en ellas. Por la inconformidad.
El โmiento, habloโ capaz de romper, segรบn Foucault, con cualquier ficciรณn moderna, dejรณ los espacios narrativos de la literatura o el cine para asentarse en la vida diaria.
Para muchos, el habla de la arrogancia trumpista logra verse como verdad en el aire de los tiempos. La invasiรณn de los migrantes, las vacunas y la ciencia despreciadas, el intercambio que ofende, comercial y cultural, identitariamente. Nada importa que toda sociedad, sin excepciรณn, haya encontrado sus mejores momentos gracias al intercambio. Lo proclamado en una frase simplista no puede ser rebatido de igual forma, sin caer en un reduccionismo que termina por darle ventaja. Es extremadamente sencillo descalificar en una frase las herramientas de la democracia o el espรญritu liberal. Es imprescindible un par de pรกrrafos, al menos, para argumentar contra la descalificaciรณn. Y no queremos dedicarles tiempo a esos dos pรกrrafos.
Tenemos las lรณgicas de expresiรณn y recepciรณn en lo digital instauradas para la valoraciรณn de polรญticas pรบblicas.
Durante estos รบltimos aรฑos le llamamos populismos a retรณricas que utilizan sus recursos, como si repitiesen los llamados de expresiones semejantes, previas. No. Es algo mรกs: la nuestra es una รฉpoca donde lo que hemos ido modificando es el valor de la verdad, de las verdades fundacionales de la sociedad contemporรกnea en sus mejores episodios.
Las voces en la Casa Blanca son la expresiรณn de ese cambio, su sรญntoma mรกximo y la exacerbaciรณn de un vehรญculo: la mentira, en los cรณdigos revisados por Foucault. En su nociรณn de Estado, el equilibrio entre conocimiento, ergo verdad, habilidades tรฉcnicas y racionalidad, es decir el juicio adecuado en pos del menor daรฑo respecto a las consecuencias de las acciones, conduce a la gobernanza de la sociedad como un colectivo cรญvico y organizado. Ninguna de estas caracterรญsticas se encuentra hoy en Washington. Por su papel en el mundo, es frecuente leer las advertencias de quienes argumentan los riesgos en las intenciones de distintos gobiernos que buscan reemplazar a Estados Unidos en lo polรญtico, filial o comercial. El reacomodo del mundo en esferas regionales quiere suplir el espacio que se va dejando, asumiendo irreductible la frase que reza: a la realidad no le gustan los vacรญos y estos siempre se llenan por alguien, aunque no sea el indicado. Antes que eso, debemos preocuparnos por la posibilidad de que el vacรญo, por una vez, quede en ese estado. Sin un solo punto en comรบn. Ni siquiera quรฉ es verdad.
La preocupaciรณn sobre el tiempo que tomarรก recuperar lo destruido por los mรฉtodos de la apolรญtica, lo fuera de ella, tiene que considerar el tiempo de realfabetizaciรณn que necesitaremos para volver a darle un significado comรบn a las formas de entender los conceptos bรกsicos de convivencia.
Foucault no entra hoy en la Casa Blanca. ~
es novelista y ensayista.