Alejandro Zambra
Mis documentos
Barcelona, Anagrama, 2013, 106 pp.
Alejandro Zambra tuvo una abuela que “decรญa frases de doble sentido o impertinencias que ella misma celebraba”. “Decรญa ‘por su poto’ [trasero], en vez de ‘por supuesto’, y si alguien opinaba que hacรญa frรญo ella respondรญa ‘sobre todo que no hace calor’. Tambiรฉn decรญa ‘si hay que luchear, lucheamos’ y respondรญa ‘de ninguna manera, como dijo el pescado’, o bien ‘como dijo el pescado’, o simplemente ‘pescado’.” No es difรญcil subestimar la importancia de las abuelas en la literatura de los nietos (por lo mismo, tampoco la de las tรญas: piรฉnsese en el magnรญfico Viajes con mi tรญa de Graham Greene; Blas Matamoro y mรกs recientemente Colm Tรณibรญn han demostrado, por su parte, que la obra de muchos escritores estรก inevitablemente vinculada con sus familias, fuesen estas encantadoras, regulares o, como es mรกs frecuente, terribles: la trilogรญa de Edward St. Aubyn recientemente publicada en espaรฑol parece la prueba mรกs concluyente en este sentido). A pesar de ello, si la abuela de Zambra importa aquรญ no es solo por el hecho de que es el mejor personaje de “Mis documentos”, el texto con el que comienza el nuevo libro del escritor chileno, sino tambiรฉn porque su influencia sobre el autor de Bonsรกi parece haber sido notable: el humorismo sutil y algo melancรณlico que permea todo el libro parece venir de aquella abuela tanto como la convicciรณn de que menos es mรกs, una lecciรณn de minimalismo narrativo que este parece haber aprendido en la niรฑez, movido tanto por el amor como por la conveniencia.
Alejandro Zambra ha publicado las novelas breves Bonsรกi (2006), La vida privada de los รกrboles (2007) y Formas de volver a casa (2011). Mis documentos es, por lo tanto, su primera incursiรณn en las colecciones de relatos breves, lo que podrรญa hacer que sus lectores se acercasen a este libro en busca de sorpresas. No las hay, sin embargo: en primer lugar, a raรญz de que su autor ha venido publicando piezas breves de ficciรณn y de no ficciรณn a lo largo de toda su carrera (las primeras han aparecido, entre otros medios, en Letras Libres, y las segundas fueron reunidas en No leer); en segundo lugar, a raรญz de que el proyecto literario de Zambra no establece diferencias entre las novelas y los relatos de extensiรณn menor: ambos tipos de textos se basan estrechamente en experiencias vividas por su autor, tienden a la miniatura narrativa (podrรญa decirse que tambiรฉn al fragmentarismo, de no ser porque la expresiรณn carece de todo sentido a raรญz de un uso frecuente e infundado), apuntan al detalle significativo, se presentan como epifanรญas breves de baja intensidad, narran vidas interrumpidas y frรกgiles.
Los cuentos de Mis documentos, al igual que las novelas de su autor, tienen como tema el exilio de los otros, la propia perplejidad, la pรฉrdida de los ideales y la adquisiciรณn de algunas certezas nuevas; sus personajes conforman parejas al borde de la ruptura, son padres ausentes incapaces de ofrecer a sus hijos una ficciรณn de normalidad y una orientaciรณn, niรฑos sabios que maduran precipitadamente ante la inmadurez de sus progenitores, arrogantes profesores de instituto, personas atrapadas en trabajos anodinos, repetidores, padres que abusan de sus hijas, chilenos perdidos en Bรฉlgica y en ciudad de Mรฉxico y, sobre todo, en Chile. Nada de todo esto es tan importante, sin embargo, como la memoria de su autor: buena parte de Mis documentos tiene un carรกcter autobiogrรกfico (sea lo que se recuerda ficticio o real, poco importa) que lo vincula con la obra anterior de Zambra (en particular con Formas de volver a casa) al tiempo que ratifica la deuda contraรญda por el autor con Josรฉ Santos Gonzรกlez Vera (1897-1970), el maestro secreto de Zambra y de algunos otros escritores chilenos: “Mis documentos”, “Camilo”, “Instituto Nacional”, “Gracias” (la historia, real, del secuestro del autor y de su pareja por parte de un taxista del DF) y “Yo fumaba muy bien” (en el que Zambra narra el modo en que dejรณ de fumar) estรกn basados en experiencias vividas por su autor. El resto tiene por tema la pregunta de cรณmo narrar lo que se recuerda: “Recuerdos de un computador personal” (una primera versiรณn del cual fue publicado por Letras Libres en su nรบmero de agosto de 2008) cuenta la historia de una relaciรณn a partir de o en torno a las vicisitudes informรกticas de su personaje (completamente banales, por lo demรกs, lo que hace al texto aรบn mรกs interesante), “El hombre mรกs chileno del mundo” intenta superar el dolor de una ruptura tratando de contar un mal chiste en un idioma que prรกcticamente no habla, “Vida de familia” narra una relaciรณn en la que recordar es (forzosamente) mentir, “Instituto Nacional” cita reiteradamente el excelente libro de Joe Brainard Me acuerdo: “Me acuerdo de profesores que nos hundรญan y de profesores que querรญan salvarnos. Profesores que se creรญan Mr. Keating. Profesores que se creรญan Dios. Profesores que se creรญan Nietzsche.”
A pesar de esta impronta autobiogrรกfica, los mejores cuentos de Mis documentos son (en mi opiniรณn) los que parecen menos anclados en la experiencia personal: “Larga distancia”, “Vida de familia” y “Hacer memoria” (una lecciรณn magistral acerca de cรณmo superar el bloqueo ante el texto por encargo) constituyen una seguidilla final que lleva a cerrar el libro con un muy buen sabor de boca y ratifican el hecho de que este no es un libro menor de un novelista sino, por el contrario, la obra de un autor que puede escribir cuentos notables. Los tres, tambiรฉn, hacen del mandato de “menos es mรกs” su principal baza, y (en ese sentido) parecen presididos por la figura tutelar de la abuela del autor: cuando esta decรญa “de ninguna manera, como dijo el pescado” o simplemente “pescado” estaba sometiendo a un ejercicio de reducciรณn narrativa la siguiente frase “De ninguna manera, como dijo el pescado cuando le preguntaron si preferรญa que lo cocinaran frito o al horno.”~
Patricio Pron (Rosario, 1975) es escritor. En 2019 publicรณ 'Maรฑana tendremos otros nombres', que ha obtenido el Premio Alfaguara.