Josรฉ de la Colina
Un arte de fantasmas
Mรฉxico, Textofilia/Conaculta/inba, 2013, 136 pp.
Josรฉ de la Colina (Santander, 1934) es a todas luces un ejemplo del mitรณmano (no el mentiroso compulsivo, sino el cinรฉfilo en grado superlativo) de pura cepa, que se educรณ en los grandes palacios del celuloide, en tiempos en que el cine era el protagonista absoluto de la cultura popular del siglo XX, mucho antes de que los รญdolos de la televisiรณn hicieran estragos, o de que las figuras atlรฉticas del mundo del deporte le arrebataran a las estrellas y a los cineastas el altar de la veneraciรณn, el caprichoso y placentero juego de las identificaciones y las proyecciones, el culto sagrado con un espacio simbรณlico larger than life que ha servido para anclar el sentido en los rincones mรกs privados y al mismo tiempo mรกs compartidos de nuestras vidas como espectadores que contrabandean recuerdos de un mundo cinematogrรกfico que pareciera hoy en dรญa pasto del olvido, arrasado por una insensible generaciรณn de millennials que se rehรบsan a aceptar cualquier cosa que tenga mรกs de veinte aรฑos de edad (acaso la saga de Star Wars es de las pocas excepciones), alimentรกndose ahora del remake. Y si bien el tema que trata don Josรฉ en Un arte de fantasmas podrรญa parecer para iniciados, en realidad resulta una extraordinaria guรญa para quien quiera adentrarse a esa otra รฉpoca del cine.
Lo que tiene el lector en sus manos es un esplรฉndido tour guiado por la prosa riquรญsima de Josรฉ de la Colina, que lleva mรกs de cinco dรฉcadas dedi- cado a la reseรฑa, el anรกlisis, la crรญtica y el amor al sรฉptimo arte. En su visiรณn personal el filme clรกsico se impone sobre el actual, los รญndices de taquilla valen mรกs bien poco y bellezas legendarias como Gene Tierney, santa Ingrid Bergman (patrona del cinรฉfilo, quรฉ duda cabe), Marlene Dietrich (cigarrillo en labios), Marilyn Monroe (jamรกs se escribirรก lo suficiente sobre ti, Norma Jeane) o Cyd Charisse –¡esas piernas, seรฑores!– se baรฑan de gloria con el luminoso reflector del recuerdo, un lugar a donde no llegan los titanes modernos consagrados por el marketing.
Una de las aportaciones mรกs originales de De la Colina es, justamente, el gusto personal, las inclinaciones de un autor bien informado que se permite subrayar preferencias con la yema de su รญndice, como quien hojea un antiguo ejemplar de Cine Mundial, Cahiers du Cinรฉma, Ecrรกn, The Hollywood Reporter o bien Nuevo Cine, donde don Josรฉ colaborรณ a su llegada a Mรฉxico en su juventud devota ya al cine (una veneraciรณn que, segรบn cuenta, naciรณ despuรฉs de haber descubierto de muy chico al Nosferatu de Max Schreck y Murnau y a King Kong, cuya muerte inspira uno de los textos mรกs emotivos y bellos del libro).
Teniendo como antecedente aquel magnรญfico Miradas al cine, publicado por SepSetentas y aรฑos mรกs tarde por Conaculta, este nuevo libro recoge algunos textos de aquel volumen y aรฑade unos mรกs. Un arte de fantasmas no solo refleja erudiciรณn, experiencia, conocimientos adquiridos con una larga carrera. Tambiรฉn transmite emociรณn despojada de petulancia. De la Colina conoce todos los haces y enveses de la producciรณn de pelรญculas emblemรกticas –Casablanca o El fantasma y la seรฑora Muir, por citar dos ejemplos– y evita lugares comunes para hablar de este o aquel episodio. Asรญ, cada ensayo de este libro, en ese estilo puntilloso tan caracterรญstico del autor, nos sirve para sentirnos parte de una hermandad: la de aquellos que aprendimos en la sala de proyecciรณn a ver fragmentos de vida que hicimos propios por amor.
Este Arte de fantasmas es un personal baรบl de recuerdos y afectos en el que caben actores, actrices, directores dispares, fugaces o de largo recorrido, carreras breves, truncadas o eternas observadas con ternura por la mirada siempre cรณmplice e irรณnica de don Josรฉ, que se ha permitido aquรญ escribir desde la pasiรณn y el conocimiento enciclopรฉdico. No todo son las grandes estrellas “de rigor” en libros asรญ, como el antes citado Bogart, o James Dean (que ha sido tocado hasta el infinito) o Laurel y Hardy o el mismรญsimo Chaplin (encargado de cerrar el tomo). Tambiรฉn hay figuras insรณlitas y es posible ver en este volumen la melena roja de Greer Garson (un nombre que hoy en dรญa se pronuncia poco) o el formidable Harry Earles, aquel diminuto y carismรกtico intรฉrprete que protagonizara la impactante Freaks de Tod Browning y que tambiรฉn formรณ parte de El Mago de Oz, la odisea technicolor de aquella deliciosa criaturita a la postre trรกgica, Judy Garland.
Claro, los enormes monstruos sagrados no faltan en esta iconografรญa. Como es natural, hay sendos textos sobre Buรฑuel –no olvidemos que De la Colina es coautor, con el extinto crรญtico Tomรกs Pรฉrez Turrent, de un extraordinario libro de entrevistas con el cineasta: Prohibido asomarse al interior– y Hitchcock, cuyas obras son, de manera manifiesta, puntos de inflexiรณn en la historia, y no solo del cine. Don Josรฉ es (y ¿por quรฉ no tendrรญa que serlo?) arbitrario en la elecciรณn de ciertos nombres que aรบn no estรกn desgastados hasta el clichรฉ. A plena voluntad, hace del Hollywood clรกsico un epicentro casi blindado y apenas mira a Europa, solo cuando la figura encaja, como es el caso de Nosferatu o de la Dietrich como Lola-Lola en El รกngel azul.
La verdad es que no importa. Es un deleite leer a De la Colina hablar acerca de Fred Astaire y del Gordo y el Flaco, Janet Leigh y Roger Corman. Don Josรฉ conoce bien a sus fantasmas: una cosmologรญa en la que drama y glamour se mezclan sin problema alguno. Es un Virgilio excelente en las catacumbas a las que nos conduce, sin dar pasos en falso. A los lectores nos queda admirar su trabajo; la prosa limpia, las observaciones puntuales. Habla de lo que sabe y lo hace sin pudor alguno ni mala conciencia. Quien sepa entrar en su juego, lo agradecerรก cuando llegue al punto final. ~
Miguel Cane (Mรฉxico DF, 1974) Es novelista y periodista cinematogrรกfico. Su mรกs reciente publicaciรณn es el inclasificable "Pequeรฑo Diccionario de Cinema para Mitรณmanos Amateurs".