Aquel domingo, de Jorge SemprĂșn

AÑADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

Consecuencias de un destino

Jorge SemprĂșn, Aquel domingo, traducciĂłn de Javier Albiñana, Barcelona, Tusquets, 1999, 445 pp.

 

Jorge SemprĂșn naciĂł en Madrid en 1923 y viviĂł la mayor parte de su vida clandestina a lo largo de Europa con estadĂ­as mayores en ParĂ­s, adonde llegĂł en 1938 tras la derrota republicana en España. Fue a partir de ese momento cuando se acercĂł al comunismo y combatiĂł en la resistencia antinazi, por lo cual fue llevado en 1943 al campo. No debemos olvidar que los campos se construyeron para encerrar a opositores polĂ­ticos y se utilizarĂ­an posteriormente como arma institucional de la funesta "soluciĂłn final". Es en esta etapa cuando surge la obra humana y literaria de Jorge SemprĂșn, que ahora constituye una perspectiva de especial valor, porque enlaza sus memorias a una reflexiĂłn histĂłrica sobre los grandes avatares polĂ­ticos del siglo. Su libro La escritura o la vida es uno de los testimonios mĂĄs intensos que la literatura española ha gestado sobre la "Guerra Civil Europea" que incendiĂł el continente entre 1917 y 1945. SemprĂșn tambiĂ©n ha publicado AdiĂłs, luz de veranos, Netchaiev ha vuelto, El largo viaje, La segunda muerte de RamĂłn Mercader, AutobiografĂ­a de Federico SĂĄnchez y Federico SĂĄnchez se despide de ustedes, entre otros. Ahora se publica en castellano (SemprĂșn escribe en francĂ©s) el libro Aquel domingo, en el que hace un severo ajuste de cuentas con su pasado militante en las filas del estalinismo.
     Quel beau dimanche! se habĂ­a publicado en ParĂ­s hace ya veinte años, anticipando en cierta forma la implosiĂłn de las dictaduras en Europa del Este, debido a la grave contradicciĂłn entre las necesidades humanas mĂĄs esenciales con respecto a la tiranĂ­a que se abanderaba en ellas,luchando en su contra. El filĂłsofo ruso Nicolai Berdiaev, cuando escribe en los años veinte sobre la revoluciĂłn bolchevique, sostiene que el socialismo quiso no sĂłlo controlar los cuerpos sino tambiĂ©n las almas, dado su carĂĄcter teleolĂłgico y su rebeliĂłn mesiĂĄnica ante la historia, pero abanderado en otra deidad; como "el gran Inquisidor" de los Hermanos Karamazov: porta un saber sagrado que no es secular ni profano, rechazando la libertad de conciencia para subyugar la voluntad al imperativo ideolĂłgico con careta moral.
     SemprĂșn ilustra con destreza cada una de las ironĂ­as en que la Historia intelectual europea ha caĂ­do en dos siglos de expansiĂłn racional y tĂ©cnica sobre el mundo. AsĂ­, en la misma colina en que Goethe conversaba con su secretario Eckermann a las afueras de Weimar, se erigirĂ­a el campo de "reeducaciĂłn" y exterminio de Buchenwald. Y apenas en las primeras pĂĄginas abre con una cita del Talmud: "Si ves un ĂĄrbol hermoso, no te detengas, prosigue tu camino", recordando el insĂłlito encuentro entre Ă©l, prisionero 44,904 del campo, y un oficial nazi que porta el apellido judĂ­o del autor de Los Ășltimos dĂ­as de la humanidad. No dormirse en los laureles, no soñar como consigna. En este punto se abre y se rompe el cĂ­rculo de las interpretaciones sobre la causalidad histĂłrica, las consecuencias que arrastran los hechos de un hombre o de un grupo de ellos.
     Y en aquellos años treinta y cuarenta en los que se fraguaban las dos zonas totalitarias de mayor magnitud, el nacionalsocialismo y el estalinismo, una buena parte de los intelectuales se encandilĂł ante las soflamas que devoraron sectores enteros de la sociedad europea. La negra comedia consistiĂł en que la mayor parte de esas redes de apoyo izquierdista estaban organizadas por los servicios de inteligencia de la UniĂłn SoviĂ©tica, como demuestra el historiador estadounidense Stephen Koch en su libro El fin de la inocencia. Dichos vĂ­nculos de espionaje penetraron en Inglaterra, en Francia y, por supuesto, en España. El propio SemprĂșn, al salir del campo, plenamente involucrado con la causa del comunismo y una vez que se integrĂł en la estructura dirigente del pc español despuĂ©s de 1956, se dedicĂł a tareas de propaganda y espionaje a favor de la gran cofradĂ­a internacional del padre de los pueblos.
     Si nuestra Ă©poca escribe la Historia con grandes generalizaciones olvidando el papel conspirador de individuos particulares, como pensaba Furet, son de una enorme valentĂ­a las palabras de SemprĂșn cuando sostiene la terrible declaraciĂłn: "[…] mi memoria estaba llena de sangre, en la medida en que mi memoria coincidĂ­a con la historia de este siglo. El siglo estĂĄ salpicado de sangre, como todos los demĂĄs siglos de la historia. QuizĂĄs incluso mĂĄs que los restantes siglos de esta historia sangrienta […] me refiero a la sangre que puede tener uno en la memoria, y aun en las manos, que es imborrable, cuando ha militado uno en las filas del comunismo en la Ă©poca de Stalin". La mayor parte de Aquel domingo es un difĂ­cil ajuste de cuentas del hombre con su biografĂ­a intelectual y polĂ­tica que cobra sentido al subrayar las ironĂ­as del universo totalitario. Y al hacer una nueva lectura de David Rousset, Gustav Herling, Varlam Shalamov  o AlexanderSolyenitzin, que denunciaron en su tiempo los campos bolcheviques, cita SemprĂșn al conde FĂ©lix Dzerjinsky (hombre de confianza de Lenin y fundador de la Cheka, luego OGPU, NKVD y finalmente KGB) en la octava sesiĂłn del ComitĂ© Central Ejecutivo Panruso, en 1919: "Propongo mantener los campos de concentraciĂłn para utilizar el trabajo de los prisioneros, de los individuos sin ocupaciĂłn definida, de todos los que no pueden trabajar sin cierta coerciĂłn…" Para SemprĂșn, como para Spengler, Rusia es un mundo salvaje y misterioso, una rebeliĂłn apocalĂ­ptica contra la razĂłn. El poeta ruso Fedor IvĂĄnovich Tiutchev, eslavĂłfilo y simbolista del siglo XIX, sostenĂ­a que "no se pude comprender a Rusia por medio de la inteligencia, no se la puede medir con un patrĂłn ordinario".
     SemprĂșn tuvo en el campo ciertos privilegios por ser preso polĂ­tico, hablar alemĂĄn y facilitar el enlace con los prisioneros españoles. Una vez fuera se incorporĂł con pleno convencimiento a la lucha comunista y pertenecerĂ­a a la estructura dirigente del PCE tras la muerte de Stalin, pero fue finalmente dado de baja del ComitĂ© Ejecutivo en 1964 cuando comienzan sus crĂ­ticas a la cerrazĂłn ideolĂłgica de los partidos comunistas europeos, como el caso del francĂ©s, que se escandalizaba de utilizar la palabra Gulag. Y dice SemprĂșn " […] la profunda sinrazĂłn del marxismo concebido como teorĂ­a de una prĂĄctica revolucionaria universal ha sido nuestra razĂłn de vivir. En todo caso, la mĂ­a. Luego ya no tengo razĂłn de vivir. Vivo sin razĂłn".
     SemprĂșn va ilustrando cada una de las ironĂ­as de la geopolĂ­tica de los tiempos; casi al final de la guerra, cuando ya se habĂ­a negociado el reparto de las zonas de influencia entre anglosajones y rusos, los britĂĄnicos bombardean libremente a los comunistas griegos antes que intentar el desembarco contra los alemanes en la penĂ­nsula balcĂĄnica y los aliados entregan a los soviĂ©ticos prisioneros de su interĂ©s aptos para la "reeducaciĂłn" en Siberia. Ya el resultado de la Guerra Civil Española habĂ­a sido un Ă©xito de las negociaciones de los emisarios de Stalin dirigidos por David Kandelaki con los nazis en BerlĂ­n desde 1936, asunto muy poco conocido por los actores de la sangrienta contienda, de acuerdo con Stephen Koch. Mientras Hitler y Mussolini le concedĂ­an grandes crĂ©ditos a Franco para la compra de armamento, Stalin se negĂł a venderles fiado a los republicanos, por lo que pagaron por adelantado y con sus reservas de oro, que fueron a dar al Banco Central de la URSS, y tambiĂ©n girĂł instrucciones a sus redes de "apoyo" en Europa para que organizaran colectas de fondos privados en pro de la causa republicana y pudieran comprar armas rusas. El objetivo del mariscal georgiano era permitir que España ingresara en el club fascista con tal de amenazar a Inglaterra y que Francia quedara cercada, lo que conducirĂ­a el conflicto al Oeste, lejos de sus fronteras, aplazando la confrontaciĂłn con Alemania unos años mĂĄs, por lo que acelerĂł el pacto Molotov-Ribbentrop. Walter Krivitski, uno de sus mĂĄs importantes espĂ­as, cita en sus memorias una declaraciĂłn de Stalin en una cena de celebraciĂłn con su politburĂł para festejar la llegada del oro español: "Los españoles no volverĂĄn a ver su oro del mismo modo que no ven a un palmo de sus narices". Efectivamente, tras la victoria de Franco, ese oro jamĂĄs volviĂł a España. Para SemprĂșn sĂłlo la libertad humana tiene la capacidad de inventar el mal.
     Finalmente, la similitud que para el memorialista tienen los campos nazis y los soviĂ©ticos reside en que se destruyeron millones de vidas, juzgadas por su ser mĂĄs que por sus actos. Las distancias se construyeron a partir de una moralidad; mientras que para los alemanes se trataba de una labor de limpieza social y Ă©tnica, para los rusos significĂł ademĂĄs una purga moral, insuflados por las profecĂ­as comunistas. En ambos casos, el hombre fue reducido a su menor dimensiĂłn.
     NingĂșn pensador podrĂĄ conocer jamĂĄs las consecuencias de su obra, por lo que la manipulaciĂłn discursiva y polĂ­tica de las ideas aparecidas generalmente en circunstancias que nada tienen que ver con los fines de quienes las utilizan resulta mĂĄs perversa en casos como el de la frase de Friedrich Nietzsche utilizada cĂ­nicamente por los nazis a las puertas de Buchenwald: "A cada cual lo suyo". –

 

+ posts


    × Â 

    Selecciona el paĂ­s o regiĂłn donde quieres recibir tu revista:

        Â