Borges, de Adolfo Bioy Casares

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Construida a partir de su vida y su obra, hay, ante todo, una imagen de Bioy Casares: el amigo รญntimo y colaborador de Borges; el autor de La invenciรณn de Morel y otras obras maestras de la literatura fantรกstica; el miembro de la mรญtica Sur; el Casanova porteรฑo y esposo de Silvina Ocampo; el caballero de la cortesรญa impecable; el refinado bon vivant; el privilegiado que alternaba la lectura de los clรกsicos y la escritura de libros inolvidables con los viajes, las conquistas amorosas y los juegos de tenis.

A lo largo de buena parte de su vida, ademรกs de los cuentos y novelas que publicaba periรณdicamente, Bioy escribiรณ voluminosos diarios y cuadernos de notas, costumbre rara en nuestras letras, aunque habitual en las literaturas que frecuentaba, particularmente la inglesa (piรฉnsese en Pepys, Butler, Bennett o James). Algunos de esos apuntes fueron a parar a libros que publicรณ en vida, pero la mayorรญa permaneciรณ rigurosamente inรฉdita hasta su muerte en 1999. Un par de aรฑos despuรฉs apareciรณ Descanso de caminantes, una selecciรณn de entradas al cuidado de Daniel Martino.

Los รบltimos libros de Bioy no habรญan sido muy afortunados y la publicaciรณn de los diarios fue una grata sorpresa para sus lectores. Ahรญ se encontraban sus temas predilectos, su capacidad de observaciรณn, su sentido del humor, su sensibilidad verbal โ€“especialmente aguda para seรฑalar extravagancias y despropรณsitos. Mostraban, ademรกs, aspectos รญntimos de su vida y su personalidad: su donjuanismo, por ejemplo, era de sobra conocido, pero el libro abunda en anรฉcdotas, reflexiones y bromas acerca de su trato con las mujeres; su hartazgo conyugal, y una deliciosa malevolencia hacia varios de sus contemporรกneos. Como era de esperarse, la apariciรณn de estos diarios dejรณ un poco maltrecha la imagen del caballero perfecto, pero a cambio revelรณ un Bioy mรกs รญntimo y entraรฑable.

De los diarios publicados hasta la fecha estaba notablemente ausente la figura de Borges. Habiendo acumulado material durante mรกs de cuatro dรฉcadas, Bioy habรญa planeado reunirlo todo en un solo volumen dedicado a su amigo y mentor. El resultado es este tan esperado Borges, un minucioso retrato que abarca mรกs de mil quinientas pรกginas. Apenas hace falta decir que, aun en la descomunal bibliografรญa borgesiana, no hay ningรบn libro comparable. Nadie se encontraba en mejor posiciรณn que Bioy para llevar a cabo una obra de esta naturaleza.

Al hojear el libro, uno piensa de inmediato en la Vida de Johnson de Boswell. Se trata, desde luego, del modelo obvio โ€“el Borges, como la Vida, es ante todo el retrato de un hombre a travรฉs de su conversaciรณnโ€“, pero no habrรญa que llevar la comparaciรณn demasiado lejos, a riesgo de confundir aรบn mรกs la de por sรญ con frecuencia malentendida relaciรณn Bioyโ€“Borges: todavรญa se insiste, al parecer, en subordinar la obra del primero a la del segundo, para lo cual hace falta: a) No haber sabido leer a Bioy, b) No haber sabido leer a Borges, o, generalmente, c) No haber sabido leer a ninguno de los dos.

Los diarios comienzan en 1947 y terminan en 1989. Los primeros aรฑos de su amistad โ€“que comenzรณ hacia 1932, cuando Bioy tenรญa diecisiete aรฑos y Borges 32โ€“ aparecen resumidos, al principio, en un texto que habรญa sido publicado con anterioridad. En รฉl, Bioy narra sus primeros encuentros; entre ellos, el muy cรฉlebre que tuvo lugar en su estancia para escribir su primera colaboraciรณn: un folleto propagandรญstico sobre una especie de yogurt. En aquellos dรญas habrรญan tenido una conversaciรณn que significรณ la conversiรณn de Bioy, entonces un joven entusiasmado con las vanguardias y lo moderno, al clasicismo favorecido por Borges: โ€œEn aquella discusiรณn Borges me dejรณ la รบltima palabra y yo atribuรญ la circunstancia al valor de mis razones, pero al dรญa siguiente, a lo mejor esa noche, me mudรฉ de bando y empecรฉ a descubrir que muchos autores eran menos admirables en sus obras que en las pรกginas de crรญticos y de cronistas, y me esforcรฉ por inventar y componer juiciosamente mis relatos.โ€

En la primera etapa de su amistad, es claro que Borges asumiรณ el papel de maestro y Bioy el de discรญpulo. Aรบn en las primeras entradas del diario, tras leer un ensayo de Borges sobre Pascal, Bioy apunta: โ€œLeyรฉndolo sentรญ lo lejos que estoy de saber pensar bien, amplia y justamente; de saber construir las frases; de tener una inventiva enรฉrgica y feliz.โ€

La relaciรณn, sin embargo, se fue modificando con el paso del tiempo. Naturalmente que Bioy siempre vio en Borges a un maestro literario, pero su amistad se transformรณ pronto en una relaciรณn de iguales y, en algunos aspectos, llegรณ casi a invertirse, como en alguna ocasiรณn hizo ver a Bioy la madre de Borges: โ€œLa seรฑora me cuenta que ante cualquier dificultad Borges dice: โ€˜Tengo que consultar con Adolfo.โ€™ Esto le hace gracia a la seรฑora, por la diferencia de edad entre nosotros. โ€˜Parece que fueras el mayorโ€™, observa.โ€ La anรฉcdota no es inverosรญmil, sobre todo, si tomamos en cuenta el carรกcter de los protagonistas, la timidez borgesiana y la mayor desenvoltura de Bioy. Acaso pocos aspectos de sus vidas los reflejen tan bien como sus respectivas experiencias amorosas: Borges, por un lado, con frecuencia perdida y desdichadamente enamorado. A raรญz de uno de estos desengaรฑos, confiesa a su amigo: โ€œEstoy triste con todo el cuerpo. Lo siento en las rodillas, en la espaldaโ€ฆ Parece un destino circular al que estoy condenado. Esta situaciรณn se repite, cada tantos aรฑos. Para consolarme me digo que las otras mujeres, que olvidรฉ, fueron tan importantes como รฉstaโ€; Bioy, por otro, coleccionando amantes a diestra y siniestra.

La figura de Borges ha dado origen a una vasta literatura testimonial. Amigos, amantes, admiradores, colaboradores, crรญticos, personas que se cruzaron una vez en la vida con el Maestro no han resistido la tentaciรณn de dejar prueba escrita de su encuentro โ€“mi favorita, la nota del urรณlogo que le operรณ la prรณstata: โ€œBorges inesperado.โ€ En medio de esta selva de testimonios, el libro de Bioy Casares estรก destinado a convertirse en uno de los evangelios canรณnicos. Ahรญ estรก Borges de cuerpo entero: lo que decรญa y lo que hacรญa, sus simpatรญas y diferencias, sus amores y sus odios, sus hรกbitos, sus bromas, sus debilidades, sus prejuicios, sus excentricidades y manรญas โ€“porque el evangelista, claro estรก, era demasiado cercano como para limitarse a hacer un retrato en blanco y negro.

Borges estรก lleno de anรฉcdotas y frases brillantes sobre los mรกs diversos temas, de opiniones curiosas, de ocurrencias y de chismes, pero, ante todo, de literatura. La amistad entre Bioy y Borges fue desde el principio una prolongada conversaciรณn sobre autores y libros, y รฉsta es la que con justicia ocupa la mayor parte del diario. El รญndice de los escritores y obras discutidos abarcarรญa varias pรกginas โ€“y, por cierto, se echa de menos. Estรกn, desde luego, los nombres mรกs previsibles: Conrad, Chesterton, James, Johnson, Kipling, Stevenson, etc., pero tambiรฉn, por decir algo, Gรณngora y Quevedo, Verlaine y Mallarmรฉ, Unamuno y Baroja, Rubรฉn Darรญo y Lugones, Reyes y Groussac, el Martรญn Fierro y la โ€œSuave patriaโ€, la literatura anglosajona y la literatura china. En esta discusiรณn, el criterio literario de Bioy y Borges se distingue por una fiera independencia, ajena tanto al prestigio de la fama como a las modas โ€“Borges, por ejemplo, se burla igual de Goethe que del Nouveau roman. La ironรญa y la crรญtica se regodean en el comentario de textos y autores: quizรก el juicio mรกs repetido a lo largo del volumen sea el lapidario โ€œQuรฉ animalโ€, aplicado a medio mundo, desde, digamos, Thomas Mann hasta el รบltimo miembro de la Sociedad Argentina de Escritores. El comentario โ€“hay que decirloโ€“ con frecuencia deja ver tambiรฉn las limitaciones e incomprensiones del autor de la Historia universal de la infamia: Rabelais, Graciรกn, Tolstรณi, por mencionar a tres vรญctimas ilustres.

Borges no es una hagiografรญa ni un panegรญrico, aunque sea, esencialmente, un homenaje: es el retrato de un hombre compuesto, desde la amistad y la simpatรญa, por una de las personas que lo conocieron mejor, quizรก la que mejor lo conociรณ. No faltarรกn quienes se escandalicen por algunas de sus revelaciones o de sus supuestas infidencias. Para ellos estรก dedicada una de las anรฉcdotas del libro: un joven escritor le muestra a Borges fragmentos de su diario al tiempo que gravemente le asegura que nunca es indiscreto; Borges, con cierta impaciencia, le revira: un diario tiene que ser indiscreto.

A Bioy, como รฉl mismo sugiere, podrรญan aplicรกrsele las palabras que ambos escribieron sobre De Quincey: โ€œFue amigo personal de Wordsworth, de Coleridge, de Charles Lamb y de Southey, hombres de letras cuya fama contemporรกnea excedรญa en mucho a la suya. Al describirlos, no vacilรณ en registrar sus pequeรฑas vanidades, sus flaquezas y aun el rasgo รญntimo que puede parecer indiscreto o irrespetuoso, pero que nos permiten conocerlos con vividez. Las reminiscencias de De Quincey son parte integral de la imagen que tenemos de ellos ahora. Si no fuera por รฉl los verรญamos con menos precisiรณn y menos encanto.โ€

Pocos lectores, sospecho, recorrerรกn ordenada y pacientemente las mรกs de mil quinientas pรกginas del volumen; al que lo haga, se lo aseguro, le espera un verdadero tour de force borgesiano. Como los diarios y los cuadernos de notas, el Borges serรก mรกs bien un libro para abrirse en cualquier parte y encontrarse con una anรฉcdota o una sentencia memorable.

En alguna ocasiรณn, Cabrera Infante se refiriรณ a Bioy como el โ€œmaestro secretoโ€. Fiel a su carรกcter discreto y a su imagen de caballero, lo fue de muchas formas que la crรญtica no siempre ha sabido reconocer. Colaborador ideal de Borges y autor de una obra รบnica, con sus diarios nos tenรญa reservada una sorpresa. Respecto a este Borges, lo imagino perfectamente concibiendo la idea de la obra, recreando las conversaciones con su amigo, transformรกndolas en literatura y trazando asรญ un retrato รบnico โ€“confirmando la opiniรณn de Boswell: โ€œThe conversation of a celebrated man, if his talents have been exerted in conversation, will best display his characterโ€ฆโ€โ€“, acaso sonriendo maliciosamente mientras saboreaba el revuelo que su publicaciรณn iba a levantar: la lecciรณn final del maestro secreto. ~

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(Xalapa, 1976) es crรญtico literario.


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