Cachorro intolerante

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En octubre de 1931, un célebre jefe de montoneras venezolano, tan sanguinario como chambón, organizó, por su cuenta y riesgo y por enésima vez, una invasión a Venezuela con ánimo de derrocar al dictador Juan Vicente Gómez.
     Para ello, fletó en Veracruz un vapor llamado El Superior y reclutó bajo engaño a 137 braceros yucatecos, haciéndoles ver que se trataba de recolectar chicle en Venezuela.
     El gobierno venezolano, advertido por una red caribeña de soplones, los esperaba justo en el lugar donde se había dispuesto el desembarco, y los infelices campesinos yucatecos fueron diezmados por el ejército venezolano.
     Los áulicos del dictador Juan Vicente Gómez le hicieron ver que detrás de aquella invasión —¿acaso no zarpó de Veracruz el buque?, ¿no eran mexicanos los “soldados” invasores?— tenía que estar el gobierno de México, y Venezuela rompió entonces relaciones diplomáticas. No sé por cuánto tiempo, porque no soy especialista en nuestra historia diplomática, pero sí sé que fue la única vez que ello ha ocurrido entre nuestros dos países y que la decisión fue venezolana.
     Para el resto de los venezolanos del siglo XX, víctimas de dos sangrientas dictaduras, México fue siempre el asilo y la solidaridad, nunca un cubil de achichincles proyanquis.
     El primer presidente que en toda nuestra historia “republicana” resultó electo por sufragio universal fue don Rómulo Gallegos. Derrocado por una camarilla militar, vivió buena parte de su exilio de diez años en México.
     Escribo todo esto todavía abochornado por el trato que el presidente Chávez ha “dispensado” al jefe de gobierno mexicano al llamarlo “cachorro del Imperio” y apañárselas, de paso, para provocar un retiro de embajadores y poner las relaciones al borde de la ruptura. Pero, al mismo tiempo, jubiloso al pensar que el triste episodio pueda servir, a quienes nos observan desde el exterior, para apreciar con mayor claridad el cariz autoritario, intolerante y arbitrario de un régimen que sólo puede llamarse democrático en virtud de su legitimidad de origen: el voto. La Venezuela de hoy engasta (“embona”, dirían ustedes) perfectamente en lo que Fareed Zakaria designó como “democracias no liberales.”
     Pero hay más que dragoneo “antiimperialista” en el show mediático que Chávez ofreció al mostrar videos que, hay que decirlo todo, sólo pudo proporcionarle el zalamero “anfitrión” Kirchner, tan interesado como está en halagar la munificencia de la Chávez Oil Co.
     Me refiero a que, tras la humareda de consignas, no hay otra cosa que el fracaso de la singular política “integradora” latinoamericana que Chávez dice inspirada en el sueño anfictiónico de Bolívar.
     La alternativa al ALCA que Chávez, siempre prolífico en esto de nombrar economías imaginarias, ha bautizado ALBA ( la “B”, desde luego, viene de “bolivariana”), ha corrido la misma suerte que, en el plano doméstico, han corrido sus extravagantes planes de construir gallineros verticales y propiciar cultivos hidropónicos de yuca en todas las barriadas caraqueñas y, en general, el modelo revolucionario de desarrollo que pomposamente llama “endógeno”, y que no es más que capitalismo de petroestado populista y clientelar, sin más contraloría que el talante del jefe cuando le da por destituir, en el curso de su programa dominical, a algún ministro que no ha cumplido su cuota.
     En cuanto al antiimperialismo de Chávez, Chevron-Texaco y Lukoil, por citar sólo dos transnacionales, la tienen hoy como nunca la soñaron: se entienden directamente con Chávez, igual que Exxon-Mobil con la familia real saudita. El dedazo que hoy otorga concesiones gasíferas en el delta del Orinoco evoca el índice con que Gómez cedió medio país a la Royal Dutch-Shell, en 1913, sin convocar licitaciones ni consultar al Parlamento.
     Nadie debería perder de vista lo ocurrido con el ALBA, apoyado tan sólo por Castro. Si bien es cierto que la cumbre no tenía como propósito discutir el ALCA, el hecho escueto es que veintinueve países, de los 34 que acudieron a la misma, ven con buenos ojos los acuerdos bilaterales con Estados Unidos.
     Y las cautelas que muestra Brasil, por ejemplo, respecto a un área continental de libre comercio con los gringos son las mismas, por lo demás , que desde hace tiempo señalan los expertos de la región en cuanto a las asimetrías que podrían hacer una tal zona de libre comercio más dañina que provechosa. Pero en absoluto quiere ello decir que esta gran humanidad ha dicho basta y ha echado a andar.
     Afrentar a Fox, y a los mexicanos todos, entonando coplas populares en un programa de TV no borra tampoco el hecho de que, en el pasado reciente, ha sido Chávez quien ha aplicado muy imperialistas sanciones económicas a la República Dominicana, por ejemplo, al suspenderle sin miramiento alguno el suministro petrolero, o interrumpiendo relaciones comerciales con Colombia. En ambos casos, por diferencias “ideológicas” que el “demócrata” cachorro de Castro no sabe metabolizar sin perder la compostura.
     Igual dentro que fuera de Venezuela. –
     

Caracas, noviembre de 2005.

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(Caracas, 1951) es narrador y ensayista. Su libro más reciente es Oil story (Tusquets, 2023).


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