Thomas Bernhard-Siegfried Unseld
Correspondencia
Traducciรณn de Miguel Sรกenz,
Barcelona, Cรณmplices Editorial,
2012, 394 pp.
Thomas Bernhard-Siegfried Unseld. Correspondencia es un ejemplar perfecto de esa rara especie que es la correspondencia entre un gran autor y su editor de cabecera, una especie a menudo enferma de egolatrรญa y casi siempre vulnerable a psicopatologรญas varias, como la neurosis o la paranoia, y a algunos de los pecados capitales, con la envidia y la avaricia figurando en primer tรฉrmino. Se han conservado muchas cartas de Faulkner a sus editores Harrison Smith, Bennett Cerf o Robert K. Haas, y algunas de las que Truman Capote escribiรณ al propio Cerf, su editor tambiรฉn en Random House, cargadas de rabia –“Querido Bennett: ¿Por quรฉ no han salido mis Selected Writingsen la Modern Library? ¿Te puedes imaginar lo que me fastidia ver que muchos de mis contemporรกneos (Mailer, Salinger, etc. Y ninguno de ellos es autor de Random House) estรกn en la colecciรณn, mientras que la editorial ignora a su propio autor?”–, podrรญa muy bien haberlas firmado el autor de Correcciรณn, el misรกntropo, huraรฑo e irascible pero genial Bernhard, que desde su torre de marfil atosiga a su editor Siegfried Unseld, el mandamรกs de la mรญtica Suhrkamp, ignorando lo que este le proporciona pero reclamรกndole una y otra vez lo que no le da. Discuten por carta como perro y gato, con algunas treguas de cortesรญa, y los aรฑos pasan, el volumen recopila cartas fechadas entre 1961 a 1988, y sin darse apenas cuenta ambos han ido trabando una suerte de extraรฑa amistad a regaรฑadientes, de extraรฑa pareja, y el lector, que ha devorado el volumen como si de una novela de aventuras psicolรณgicas se tratara, no alberga la menor duda de que el flemรกtico editor Unseld es Walter Matthau y el inquieto Bernhard interpreta a Jack Lemmon.
Unseld sabรญa bien cรณmo se las gastan los autores –antes lo supo tambiรฉn Kurt Wolff, el editor de Kafka– porque publicรณ sus relaciones con Brecht, Hesse, Rilke y Walser en El autor y su editor(Madrid, Taurus, 2004), un libro imprescindible para conocer a los escritores no desde sus autorretratos de artista sino desde el retrato que les hace su interlocutor en la industria del libro, el tipo con quien debaten la calidad de su nueva obra o las posibilidades de traducciรณn, pero tambiรฉn con el que discuten porcentajes del contrato o reclaman pagos o liquidaciones largamente anunciados y una y otra vez retrasados: la cara oculta del Parnaso. El volumen que nos ocupa, esmerado y con la garantรญa de haber sido compilado y traducido por Miguel Sรกenz, arranca con una carta entraรฑable, de septiembre de 1961, en la que Bernhard se dirige al pope Unseld ansiando publicar en el prestigioso sello alemรกn (“Muy seรฑores mรญos: Les envรญo con toda ingenuidad mi manuscrito de El bosque en la calle…”). Se suceden despuรฉs cartas de toda รญndole, pero ninguna baldรญa, todas representativas de la relaciรณn personal del creador y del empresario. Una de ellas testimonia el tiempo en que el escritor podรญa todavรญa imponer sus criterios literarios, frente a los comerciales del calendario editorial, a la hora de entregar sus manuscritos (“Estimado Sr. Unseld: Como puedo elegir entre entregar ahora un libro apresuradamente terminado o dentro de 2/3 meses uno bueno, he de renunciar al plazo de otoรฑo”). En otra arremete contra los crรญticos y escribe a Unseld en busca de complicidad y amparo (“Como probablemente sabe, no hay mรกs que crรญticos estรบpidos”), en respuesta a la carta previa en la que su editor le confiesa que no entiende la encarnizada crรญtica a Trastornofirmada en Die Zeit por el conspicuo y temido crรญtico Reich-Ranicki, el mismo que aรฑos mรกs tarde destrozarรญa ante las cรกmaras de televisiรณn un libro de Gรผnter Grass. Mรกs adelante, Bernhard define en una carta al autor como “alguien absolutamente lamentable y ridรญculo”, y en otra trata de justificarse ante los reproches de su editor, que le acusa de escribirle desde un ego inflamado y รบnicamente para presentarle quejas. El autor le propone al editor por carta que le pague un salario de mil marcos al mes a cambio de llevar a cabo trabajos editoriales subsidiarios (lecturas, informes, correcciones…) que le permitan la subsistencia en un momento en que las regalรญas de sus obras no parecen suficientes para hacer frente a las deudas fiscales. Y de los nรบmeros imprescindibles para seguir escribiendo a las letras de la escritura misma: escribe a Unseld ungido de literariedad para decirle que no podrรกn verse porque “mi novela me ocupa por completo, todos mis intereses”; “leo hoy que Gombrowicz ha muerto y soy incapaz de hacer nada en todo el dรญa, en efecto, puedo aceptar sin inmutarme el perfecto asesinato en masa de casi una generaciรณn entera de escritores, pero esa muerte me entristece”. Thomas Bernhard en estado puro. Nunca jamรกs nada a favor de las convenciones sociales; tolerancia cero con la hipocresรญa de lo polรญticamente correcto. Mรกs quejas por anticipos ridรญculos de dos mil marcos por parte de una editorial que proclama en anuncios publicitarios que concede becas de doce mil, un ejemplo mรกs de su incansable denuncia del fariseรญsmo editorial. Y quejas por la aparente frivolidad con la que la editorial de Unseld acepta sacar al mercado con urgencia primeras novelas mediocres de jรณvenes desconocidos para que el tiovivo de la industria del libro siga girando, para que el boletรญn de novedades acabe de una vez por todas con el fondo y siga la huida hacia adelante: “¿Podrรญa responderme la pregunta de por quรฉ los editores publican rรกpidamente lo que gente muy joven escribe en muy poco tiempo, sin ningรบn esfuerzo, sin ningรบn genio y de forma muy estรบpida?” Bernhard parece encarnar aquรญ al precursor del debate acerca de la cada vez mรกs evidente contaminaciรณn en los catรกlogos editoriales entre los libros del escritor literario y los del escritor comercial, un poco en la lรญnea de la distinciรณn que Italo Calvino hizo en su novela Si una noche de invierno un viajeroentre el escritor productivo (comercial) y el escritor atormentado (literario). Cuesta pensar en un escritor mรกs atormentado que Bernhard. Kafka tal vez sea el รบnico que lo supera. “Si tuviera que calificar el grado de abandono a que estรก expuesto en Suhrkamp mi trabajo de escritor, tendrรญa que decir que es el mayor imaginable. […] Ninguna de mis asรญ llamadas novelas ha tenido hasta ahora ni un solo anuncio en los periรณdicos mรกs importantes. […] Mi libro deberรก recibir la mayor atenciรณn posible el prรณximo otoรฑo o sencillamente no aparecerรก. No encuentro palabras mรกs suaves.” Bernhard, huraรฑo y sarcรกstico como pocos, consagrado a su obra por encima de cualquier otra consideraciรณn, y Unseld a la defensiva, tratando de avalar con delicadeza las razones del mercado, las razones de la empresa, un poco como les sucediรณ por esos mismos aรฑos a Miguel Delibes, defendiendo los estatutos del creador, y a Josep Vergรฉs, preservando la potestad de la editorial, como revelan las jugosas cartas recogidas en Miguel Delibes. Josep Vergรฉs. Correspondencia, 1948-1986 (Barcelona, Destino, 2002). El uno necesitando del otro y el otro del uno, como haz y envรฉs de la creaciรณn: el proceso creativo del autor junto al producto difundido por el editor, sin cuya tecnologรญa al autor se le desprenden sus alas de รcaro unidas con cera y no alcanza el sol de la gloria literaria. ~
(Barcelona, 1964) es crรญtico literario y profesor de la Universidad Pompeu Fabra.