Tzvetan Todorov
Los enemigos รญntimos de la democracia
Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2012, 203 pp.
para Arturo Proal
El mejor piropo intelectual que merece Los enemigos รญntimos de la democracia se puede formular con una parรกfrasis: Todorov, a la sombra de las luces.
Todorov, que ha vivido entre fronteras, muda sus intereses intelectuales desde que se distancia de las ideologรญas estructuralista y postestructuralista de la Francia de la dรฉcada de 1960. A principios de la dรฉcada de 1970 descubre en un manual, digamos que por casualidad, una etiqueta que lo sorprende: “Humanismo”. Se le aparece repentinamente un nuevo mundo: el Renacimiento, Erasmo, las ideas liberales de la Ilustraciรณn, el sentido antes que la estructura. Pero su conversiรณn liberal ocurre una noche de 1972 en la casa de Isaiah Berlin en Oxford. Esa noche Berlin bebiรณ palabras y Todorov bebiรณ vodka. Quizรก faltรณ tiempo, pues Todorov convirtiรณ a Rousseau en su liberal de cabecera, acaso sin considerar que Berlin argumentรณ con un rigor excepcional que el autor de El contrato social es un enemigo de la libertad.
Los enemigos รญntimos de la democracia es un buen repaso de las ideas que nos han conducido –para bien, para mal y para peor– al mundo inquietante de nuestros dรญas. La tesis que recorre las doscientas pรกginas del libro es tan sencilla como esclarecedora: en la desmesura se encuentran los enemigos รญntimos de la democracia. Una cita de Montesquieu pone sobre la mesa la cuestiรณn fundamental de la democracia y la libertad: “Ningรบn poder sin lรญmites es legรญtimo.” Todorov da en el blanco cuando afirma que el mayor enemigo รญntimo de la democracia es el de los simplismos.
En la desmesura y las simplificaciones Todorov localiza a los tres enemigos รญntimos de la democracia: mesianismo, neoliberalismo y populismo. Si no hacemos demasiado caso a las categorรญas que el autor utiliza acrรญticamente, lo mejor es concentrarnos en las reflexiones que dan nombre, apellido y apodo a los hechos y problemas que en la actualidad amenazan a muchas democracias occidentales, aun a las mรกs sรณlidas.
El mesianismo polรญtico es un mar de tres grandes olas: a) guerras revolucionarias y coloniales, b) proyecto comunista, c) imposiciรณn de la democracia con bombas. Lanza sus dardos crรญticos, sin mitos pero sin matices, contra las potencias que han intervenido militarmente los paรญses desangrados por las dictaduras de Oriente Prรณximo: Iraq, Afganistรกn, Libia. En el caso de Irรกn, el enemigo es Estados Unidos, Todorov sentencia: “Un Estado que legaliza la tortura deja de ser una democracia.” Es un simplismo democrรกtico. La democracia no es un dibujo de lรญneas blancas y negras y por tanto su evaluaciรณn no puede reducirse a una fรณrmula, a un defecto, ni siquiera a uno tan monstruoso como la tortura. En cuanto a Afganistรกn, la prensa informรณ el pasado 8 de julio que Estados Unidos y los paรญses aliados aprobaron financiar su reconstrucciรณn con 16,000 millones de dรณlares si Kabul lucha contra la corrupciรณn, si mejora el sistema judicial y si se respetan los derechos de las mujeres. Conviene atenuar las condenas absolutas y estar atentos. Y en cuanto a Libia, el 7 de julio tres millones de ciudadanos eligieron su Asamblea Constituyente. Las elecciones libias, luego de cuarenta aรฑos de que Gadafi prohibiera expresamente la democracia, no estuvieron exentas de irregularidades y sabotajes, pero el inicio es esperanzador. Decir que Estados Unidos y sus aliados tienen intereses econรณmicos y que en nombre de la democracia lucran con la opresiรณn que sufren esos pueblos, es decir lo obvio. Es generalmente cierto que imponer el bien causa males mayores a los que se combaten, pero no hacer nada para evitar el sufrimiento de los pueblos destrozados por dictaduras sanguinarias es el mal mayor. Con todo, ninguno de los peores defectos de la democracia es motivo de nostalgia por la Guerra Frรญa, a la que Todorov ve como una รฉpoca mejor que la actual porque la Rusia soviรฉtica y Estados Unidos anulaban sus recรญprocas vocaciones imperialistas. Sin embargo, la nostalgia solo es comprensible si no se ocultan las tragedias de los pueblos en la URSS y en los estados de Europa del Este durante la paz sangrienta de la Guerra Frรญa.
Todorov arranca su trayecto con el debate Pelagio-Agustรญn en el siglo V, al poner a circular como el fantasma que ha recorrido los debates humanos durante mil quinientos aรฑos. Su afirmaciรณn de que Von Mises (La acciรณn humana) y Hayek (La fatal arrogancia) crearon el “neoliberalismo” es un simplismo liberal. Lo cierto es que no hay un solo liberalismo asรญ como no hay un solo socialismo. Durante mรกs de doscientos aรฑos se han propuesto infinidad de teorรญas liberales y socialistas y solo su ensayo las ha podido falsear, pero a posteriori. Creer que el “neoliberalismo” es una etapa lineal y continua del liberalismo es un error descomunal. La mayor parte de las desmesuras que la correcciรณn polรญtica atribuye al “neoliberalismo” en realidad son de naturaleza antiliberal y, en distinta gradaciรณn y degradaciรณn, enemigos de la democracia. ~
(Querรฉtaro, 1953) es ensayista polรญtico.