#ElLibroPrestado La sangre

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Le supliquรฉ al gerente que buscara una vez mรกs, la รบltima, aunque su equipo ya habรญa revisado la primera fila de libreros y tambiรฉn la segunda, en la que algunos clientes esconden los tรญtulos por los que vendrรกn otro dรญa. Habรญan bajado a la bodega y telefoneado a otras sucursales. Sรญ, seรฑorita, tambiรฉn a las de provincia. Pero lo รบnico que consiguiรณ mi excavaciรณn bibliogrรกfica fue desacomodar el polvo que se acumula tranquilamente entre las hojas de los libros. Los empleados tenรญan la garganta seca y los ojos irritados. Los mรกs dรฉbiles padecieron ataques de hasta diecisรฉis estornudos seguidos. Entre tanto, la librerรญa se habรญa llenado de nuevos clientes y otros pedidos. Mรกs fructรญferos que el mรญo, debiรณ haber pensado el gerente cuando dio por clausurada mi bรบsqueda. De camino al estacionamiento pensรฉ en sobornarlo y estaba abriendo la puerta del coche cuando uno de sus empleados me tocรณ el hombro: ¿Por quรฉ no busca en Internet?  

El aburrimiento rebotaba contra las paredes del departamento en el que Paco y yo nos habรญamos alojado para pasar los รบltimos dรญas del 2014. Los minutos se pegaban entre ellos, como si sudaran. Cuatro dรญas y tres noches en Ixtapa bastan para comentar los colores del amanecer y tambiรฉn los del atardecer. El mar era el mismo siempre. Ya nos habรญa arrullado, ya nos habรญa despertado. Muy pronto se cumpliรณ nuestra cuota de siestas. Nos costaba encontrar algo en que fijar la atenciรณn. El aburrimiento, al menos el mรญo, suele transformarse en mal humor. Tuve que dar un paseo mรกs por la playa. A la mitad del camino, resignada a mirar otro crepรบsculo, me sentรฉ en un camastro.

Algo me picรณ en la espalda. Imaginรฉ lo peor, una roncha ensangrentada e incurable, un bicho raro y venenoso debajo de la toalla. No habรญa tal cosa. Lo que me picรณ fue la orilla de la pasta dura de un libro irรณnicamente titulado La sangre. Mircea Eliade, justificaba el prรณlogo, le habรญa pedido al autor que escribiera una entrada acerca del papel simbรณlico de la sangre en las religiones occidentales para su Historia de las creencias e ideas religiosas. Este libro era una revisiรณn y una ampliaciรณn de aquella primera entrega que pasaba de las prohibiciones relativas a la sangre en el Levรญtico al rito de la Eucaristรญa e, incluso, al vampirismo. Me entusiasman las historias que se escriben como ensayos, y no como papers de un journal. Esta prometรญa ser del estilo de Masa y poder de Elรญas Canetti o de Color y cultura, de John Gage. Lo hojeรฉ hasta que Paco apareciรณ con el reclamo del hambre en la panza. Al verme con el libro en las manos, adivinรณ mis intenciones. Algo dijo acerca de los ejemplares que le habรญan robado. ¡De mi propia casa! Tuve que dejar el libro para alivianarlo.

—Tiene unos dibujitos en la portada –me oรญ decirle, a la maรฑana siguiente, al muchacho que recogรญa las toallas de los camastros. ¿Cรณmo buscar un libro ordinario? Habrรญa querido que tuviera una mancha, a manera de seรฑa particular, en la contraportada o el nombre del dueรฑo escrito en el lomo con plumรณn. Pero por fuera y por dentro era idรฉntico a cualquier otro, y yo apenas contaba con el par mรกs comรบn de iniciales del idioma francรฉs: J.P.      

Encontrรฉ en Internet reseรฑas de los aรฑos ochenta que aseguraban que ningรบn lector podrรญa ser indiferente a La sangre, y di con el apellido del autor: Roux. Revisรฉ artรญculos de antropologรญa, de historia del arte, de feminismo. Me perdรญ en fuentes secundarias, bibliografรญas, notas de pรกgina. Supe que la mafia rusa se dedica ahora a la piraterรญa virtual. “Descargue ePub o PDF gratis.” Seguรญ los links que, como seรฑuelos, me dejaron tirada en sitios que ya habรญan expirado. En Google se puede encontrar el tรญtulo, la fecha de publicaciรณn y ningรบn ejemplar disponible. Esto, que en realidad es poco, bastรณ para llevar a la tecnologรญa a su lรญmite.

Hace algunos aรฑos, Robert Darnton –un formidable historiador, en gran parte porque es un bibliรณfilo empedernido– advirtiรณ que no todos podremos leer los libros digitalizados. Aunque parezca lo contrario, su lectura dependerรก de la nacionalidad de la direcciรณn IP, de derechos de autor que duran cien aรฑos, de las condiciones que Google y Apple nos impongan y serรก, para muchos, como si esos libros nunca hubieran existido. En esto han fallado todos nuestros acervos: desde la Biblioteca de Celso hasta los fanfarrones de Google. Quizรกs debamos asumir este fracaso, pensรฉ, con la pรกgina del navegador en blanco.

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(Ciudad de Mรฉxico, 1986) estudiรณ la licenciatura en ciencia polรญtica en el ITAM. Es editora.


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