En otra parte

Aร‘ADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

 

Antonio Ortuรฑo

รnima

Mรฉxico, Mondadori, 2011, 253 pp.

 

Luces. Aparece en escena un escritor, su primera novela bajo el brazo, y los crรญticos y periodistas dictaminan: irรณnico, implacable, venenoso. El escritor persiste y asesta pronto una segunda novela que otros crรญticos y periodistas califican: irรณnica, implacable, venenosa. Los promotores de tal festival coinciden: el tipo es mordaz. Los editores de tal antologรญa corroboran: su escritura es feroz. El escritor asiente y, ya convencido de su rebeldรญa, cuelga a la entrada de su cuenta de Twitter una advertencia: “Escritor, opositor de casi todas las causas.”

Hasta aquรญ no hay nada de quรฉ asustarse: asรญ se construye la imagen de los escritores. Tampoco debe alarmar ni despertar sospechas el que un escritor tenido por sedicioso venda libros, gane elogios y sea invitado a formar parte de antologรญas y festivales. Al fin y al cabo eso provocan las prรกcticas transgresoras al interior del campo literario: la animadversiรณn de unos, la simpatรญa de otros. Lo que puede empezar a resultar extraรฑo es que ese escritor destaque tan poco dentro de los cรญrculos en que se mueve: no enciende los festivales, no sacude las antologรญas, se pierde y desvanece entre los otros. Lo que resulta ya de plano preocupante y hasta contradictorio es que, a pesar de la mala leche de sus libros, no reciba mรกs que aplausos –como si sus ataques no tocaran ningรบn nervio, como si su veneno no hiciera daรฑo, ¿como si su rebeldรญa fuera solo un montaje?

รnima es la tercera novela de Antonio Ortuรฑo (Guadalajara, 1976) y es, segรบn se mire, la menos feroz o la mรกs blanda de las tres. Quien busque ahรญ un ejercicio radical, una obra irรณnica, implacable y venenosa que confirme la presunta rebeldรญa de Ortuรฑo, se llevarรก un buen chasco. Es posible que incluso aquellos que aspiren a leer tan solo lo que la cuarta de forros anuncia, una “sรกtira negrรญsima”, se marchen decepcionados. Lo que hay es una novela –otra novela: ni mรกs ni menos– que arrastra una disparatada historia a lo largo de casi doscientos cincuenta pรกginas.

El narrador es el Gato Vera, un torvo utilero que de la noche a la maรฑana deviene un director de culto. Los protagonistas son dos cineastas no menos รกsperos: el Animal Romo, un animador en plastilina que escribe guiones irrealizables y orina piedras “del tamaรฑo de un frijol”, y Arturo Letrรกn, un remedo de Guillermo del Toro que abandona los bajos fondos del cine mexicano y muda su barriga a California. El resto del reparto es escaso: un crรญtico, siniestro y arribista, al parecer como todos los crรญticos, y tres o cuatro actrices y productoras, fรกciles y marginales, como todas las mujeres que atraviesan las pรกginas de Ortuรฑo. El desenlace –hay que acabar de una vez con la sinopsis– tiene lugar en Marsella, durante un festival de cine atestado de mexicanos, y, aunque todo es esperpรฉntico y hay escรกndalos y golpizas, la verdad es que uno termina por darle la razรณn a Alain Robbe-Grillet cuando decรญa que, detrรกs de la pantalla, el cine es puro tedio y que “el hecho mรกs importante a la hora de hacer una pelรญcula es encontrar donde sentarse”.

Si al lector no le interesa la trama, ese es un problema serio: apenas si hay otra cosa. ¿Desatender la anรฉcdota y admirar la atmรณsfera? Bueno, la ciudad donde ocurre casi toda la novela es, literal y literariamente, un vacรญo: la ciudad de ________, contra la que el narrador despotrica una y otra vez sin advertirnos nunca el motivo de su ira. ¿Leer por encima esos episodios sobre zombis y muรฑecos de plastilina y mรกscaras de lรกtex y seguir, mejor, la suerte de los personajes secundarios? Tampoco: son solo decorado, mera tramoya, y rara vez se despegan del estereotipo –el crรญtico intriga tรณpicamente en la penumbra y las mujeres ya hacen demasiado luciendo sus “nalgas de diosa nรณrdica” y sus “senos endurecidos y elรกsticos, almohadillas de aviรณn”. La defensa, claro, serรญa que esta obra es ante todo una sรกtira y que si a veces es elemental y gruesa es porque todos los elementos se someten a ese objetivo: mofarse del mundillo del cine que ella misma levanta. El problema, entonces, es que la sรกtira apenas si tiene fuerza y tino. Para empezar, ¿de quรฉ se burla? Si uno atiende las bromas, de casi nada: de cineastas enfermos y contrahechos, de cintas ya de por sรญ ridรญculas, de figuritas de plรกstico y estambre. Luego, ¿con quรฉ propรณsito? Si uno vuelve a la contraportada o se topa con una de las entrevistas realizadas a Ortuรฑo, en teorรญa para trazar una parรกbola sobre la creaciรณn artรญstica, no solo cinematogrรกfica, y denunciar la podredumbre que la acompaรฑa. Pero, pequeรฑo detalle, el narrador piensa de otro modo y se ceba siempre con los mismos vicios y personajes, con lo que la burla, ay, no crece ni circula por otros campos.

Lo que estรก mรกs de allรก de la trama y el decorado es una voz: la voz con que el Gato Vera maldice y relata. Hay que empezar por aceptar que es poco ordinaria: escapa del medio tono al que nos han acostumbrado otros narradores y estalla, dispara dardos, exagera su enojo. Ahora: si algunos lectores creen reconocer su timbre es porque esta voz es prรกcticamente la misma que Ortuรฑo empleรณ en El buscador de cabezas (2006) y Recursos humanos (2007), sus dos novelas anteriores. Es una y la misma tambiรฉn aquรญ, a lo largo de todos los folios, incluso cuando el Gato calla y otros personajes hablan o se encargan del relato. Ese es un problema: el ritmo monรณtono, la falta de matices, tanto que uno termina por anticipar el instante en que la prosa se agitarรก y expulsarรก una ocurrencia. Otro problema: a diferencia de lo que ocurre con, digamos, Fernando Vallejo o Rubem Fonseca, tan extremos a la hora de proferir un insulto como de profesar una devociรณn, a Ortuรฑo esta prosa rara vez le alcanza para otra cosa que no sea agredir. En sus demรกs novelas no habรญa motivo para echar de menos aquella habilidad. Aquรญ lo hay, entre otras cosas porque esta obra, ademรกs de una sรกtira, se pretende una oraciรณn fรบnebre –un tributo al Animal Romo y al hombre de carne y hueso que sirviรณ de modelo al personaje. De hecho, en las รบltimas diez, quince pรกginas –las mejores del libro– el enojo al fin cede y el Gato, en lugar de ensaรฑarse contra los blancos de siempre, despide a su amigo y mentor. Es solo entonces cuando uno nota y lamenta todos esos momentos en que el narrador pudo haber afinado el retrato del Animal y en vez de ello prefiriรณ reรญrse otra vez de lo mismo: la joroba de este, la panza de aquel.

Una diferencia: el humor de este libro es menos fulminante –hay menos aforismos– y mรกs tosco –hay mรกs caricaturas– que el de las otras novelas de Ortuรฑo. Desde el principio se sienta el tono: un humor escatolรณgico y pendenciero que, si me preguntan, debe mรกs a las gracejadas de los hermanos Farrelly que a los satiristas ingleses o a Ibargรผengoitia. Buena parte de la novela se dedica a mofarse de los defectos fรญsicos y enfermedades que el autor asigna previa, convenientemente a los personajes. Otra parte, enorme, se gasta en la descripciรณn de distintas expectoraciones: salivazos que caen sobre los restos de comida que otros han escupido, vรณmitos que vuelan “por los aires” y escurren por el suelo, flemas de todo tipo –“del tamaรฑo de un canario”, “una tonelada de gelatina de color pardo”, “una flema decorada por una suave trama de hilos de sangre que le daba la apariencia de una canica de vidrio”. El humor no se diversifica ni se afila con el paso de las pรกginas. Por el contrario: el narrador agota rรกpido su artillerรญa y ya en la pรกgina 169 profiere insultos bastante chatos:

 

Podrรญa responder esto, Apache:

Que lamento haber mandado cercenarte los testรญculos en alguna filmaciรณn. Error involuntario del joven diletante que fui.

Que lamento que estรฉs de mal humor puesto que los recientes exรกmenes de hernias rectales practicados a tu madre no resultaron tan delicados como deberรญan, aunque se debiรณ a las inclinaciones de la paciente, que exigiรณ el uso de un taladro neumรกtico.

 

Se necesita valor para abrirse paso e intentar llegar al fondo de esta prosa. ¿Quรฉ la prende? ¿Quรฉ la hace estallar y asestar tantos golpes? No, estรก claro, la siniestra locura que incendiรณ y quemรณ a Cรฉline o Drieu La Rochelle. No, tampoco, esa misantropรญa que Bernhard y Vallejo supieron contener y apuntar contra tres o cuatro enemigos capitales. No, siquiera, el lรบcido, razonado pesimismo de un Houellebecq o, mรกs acรก, un Fadanelli. Al final es como si esta prosa no expresara sensibilidad alguna: como si se tratara solo de un artefacto retรณrico. En ese sentido, no es difรญcil develar sus trucos y mecanismos. Aquรญ, los adjetivos desmesurados. Allรก, el tono hiperbรณlico. En todas partes, esa rara manรญa de rematar los pรกrrafos, o de amueblar los tiempos muertos, con rebaba escatolรณgica: “Tose; se ahoga con su gargajo.”

¿Hay que decir que รnima es, al final, una novela de lo mรกs inofensiva? Por una parte, no se daรฑa a sรญ misma. Al revรฉs de otras voces destempladas que acaban por reventar sus propias costuras, la suya no se vuelve contra sรญ ni atenta contra las convenciones del gรฉnero en que circula. Por la otra, no amenaza nada que estรฉ mรกs allรก de las tapas del libro. Ya se vio que, aunque grita y explota, se ceba contra adversarios irrisorios y baladรญes. Hay que ver que, con todo y su bravura, no se bate frontalmente contra ningรบn discurso (¿quรฉ ideas discute?, ¿quรฉ signos disputa?, ¿a quรฉ causas se opone?) ni toma parte en batalla ideolรณgica alguna. Hay que ver, de paso, que tampoco presenta resistencia a ninguna prรกctica del negocio editorial y que, al revรฉs, se acomoda bastante bien dentro de los recipientes que se le ofrecen: el gรฉnero de la novela, el soporte del libro, el sello que la edita, la industria que la publicita, el mercado que la vende.

¿Dรณnde descansa, entonces, la rebeldรญa?

Que quede claro: no se trata de venir aquรญ y desarmar al que es considerado el narrador mรกs rijoso de su generaciรณn para decir: ya se ve, no hay manera, no hay tal cosa como una escritura subversiva. Se trata justamente de lo contrario: de desmontar una falsa retรณrica rebelde para entonces poder afirmar: la rebeldรญa es posible pero estรก en otra parte. ~

+ posts

es escritor y crรญtico literario. En 2008 publicรณ 'Informe' (Tusquets) y 'Contra la vida activa' (Tumbona).


    ×

    Selecciona el paรญs o regiรณn donde quieres recibir tu revista: