Silencio. Bienvenidos a América, de Linda Boström Knausgård es la historia de una niña de once años que deja de hablar. Su padre ha muerto, y ella cree que es la responsable. El padre estaba enfermo: depresión, alcohol, separación de la madre, ataques de ira y de amor, todo eso se mezcla en los recuerdos de la niña de su padre. El padre les perturbaba, era un motivo de inquietud, lo mejor era que muriera, que desapareciera. Aunque piensa que quizá al ser niña se libraría de la cárcel si lo matara, decide hacer algo menos agresivo: rezar a dios para que su padre muera. El padre pasa temporadas ingresado en un hospital psiquiátrico, y son ellos los que descubren que ha muerto en su casa, en su cama, sin que nadie lo supiera. Pero que el padre haya muerto no significa que haya desaparecido del todo: la niña lo ve a veces en su habitación, sentado en una silla, animándola a ser fuerte y a mantener el pulso, a seguir callada, sin hablar, sin reaccionar.
Familia. Todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera. Esta es la historia de una familia rota, aunque trate de ocultarlo con mayor o menor éxito. La niña ha dejado de hablar, el hermano mayor, adolescente, se encierra en su habitación: pone clavos en la puerta y mea en botellas de plástico, entre tanto, se dedica a hacer música y escribir canciones. Su hermana le teme, le da miedo que le pegue. La madre es actriz, y una de éxito, además, en el teatro. Antes la llevaba con ella. La niña la esperaba en el camerino, se sentaba a ver la función, estaba orgullosa de su madre, la más guapa del colegio. Antes, dice la madre, eran una familia de luz.
Un amor. “Mis padres vivían en el norte, ella era secretaria en las oficinas del ferrocarril y él era ingeniero. Él tenía la pesca y el fútbol, un trabajo en el que se encontraba a gusto, y entonces llegó mi madre y lo estropeó todo. […] Tomó el tren que cruzaba todo el país hasta que llegó a la capital, solicitó plaza en la mejor escuela de teatro y la admitieron. […] Se mudaron a la capital y ella empezó una nueva vida. A mi padre no le quedó más remedio que poner fin a la suya y seguir a mi madre. Ese fue el principio de su ruina. Él no se las arreglaba en la ciudad, aunque enseguida consiguió otro trabajo con el que mantener a mi madre mientras ella estudiaba”, escribe la niña, aunque claramente es la versión del padre. La otra versión incluye incendios, golpes, dejar el gas abierto cuando la madre y los niños están a punto de volver a casa…
La voz. Bienvenidos a América toma el título de la última vez que la niña acude al teatro a ver actuar a su madre y la frase que repite. La madre le ha dado un cuaderno para que escriba en caso de que quiera comunicarse, pero la niña no lo ha estrenado aún. Antes, cantaba con su hermano. Es curioso que la niña que no habla sea la voz que construye este relato, que es pequeño y ágil, se pasa por el drama como de puntillas, pero se intuye que el iceberg, del que solo vemos la punta, es enorme. No es una novela con final feliz, no se resuelve el drama, sino más bien se sugiere que el camino hacia la solución será largo, en el mejor de los casos. Hay momentos emocionantes, como cuando la niña decide entrar en la habitación de su hermano, romper el pacto de no intromisión, y él le deja estar ahí mientras canta una canción. Hay una escena que la niña recuerda: la vez en que su padre le obligó a quedarse sentada mientras él cantaba una y otra vez la misma canción tantas veces que la niña se hizo pis encima. Hay momentos para la esperanza, cuando el hermano se enamora, cuando la madre se echa un novio, cuando un incendio en el colegio está a punto de hacer que la niña rompa su silencio. Este libro tiene algo de pieza de cámara, algo íntimo y doloroso, pero que busca salir a la luz. Se mueve entre el silencio y las miradas pesadas y la alegría desbordante de la madre, que trata de recomponer la vida familiar.
Bienvenidos a América
Linda Boström Knausgård, traducción de Carmen Montes
Barcelona, Gatopardo ediciones, 2021, 86 pp.
(Zaragoza, 1983) es escritora, miembro de la redacción de Letras Libres y colaboradora de Radio 3. En 2023 publicó 'Puro Glamour' (La Navaja Suiza).