Guerra y vicisitudes de los españoles, de Julián Zugazagoitia

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TEMPRANA LUCIDEZJulián Zugazagoitia, Guerra y vicisitudes de los españoles, prólogo de Santos Juliá y notas de José María Villarías Zugazagoitia, Tusquets, Barcelona, 2001, 648 pp.Se suele decir que la Historia exige un cierto plazo para poder ser escrita de manera imparcial, pero hay libros, como el de Julián Zugazagoitia, que parecen testimoniar que ese requisito no es imprescindible. Sus gruesa obra sobre la Guerra Civil española, uno de los momentos más controvertidos de la Historia propia y de la universal, fue escrita inmediatamente después de acontecida y, sin embargo, todavía resulta de muy recomendable lectura. No era Zugazagoitia un personaje de primera fila del partido socialista; quizás en condiciones normales no habría sido ministro y nada en su trayectoria previa permitía pensar que escribiera una obra destinada a convertirse en clásica. Pero hay ocasiones en que figuras no tan relevantes, enfrentadas a la escritura de acontecimientos que lo son, se transfiguran de tal modo que, décadas después, su libro permanece vigente. Como es lógico, desde entonces ha sido mucho lo que los estudios históricos han progresado. Pero este tipo de libros conserva el aroma de lo vivido y, sobre todo, ha sido capaz de trasladarlo a generaciones posteriores.
     Un caso parecido puede ser el libro de Paolo Monelli sobre la caída del fascismo en 1943. Sin embargo Monelli fue periodista, como Zugazagoitia, pero no estuvo en la cumbre de las decisiones políticas. El socialista español fue un testigo de primera fila, pero si en algunos momentos parece actuar tan sólo como tal es, sobre todo, en la segunda parte de su obra, en la que, al estar en puestos decisivos, nos ofrece una narración de mayor interés. Pero eso no tiene nada de particular. Tampoco tiene nada especial el hecho de que inicie el libro con la declaración de que para él la imparcialidad es una "necesidad biológica". Lo extraordinario es que da la sensación de, en efecto, haber guiado su pluma. No hay más que tener en cuenta que, de forma sucesiva, el autor de este libro pasó por admitir el liderazgo de cada una de las tres opciones sucesivas del socialismo español (Largo Caballero, Prieto y Negrín) y, aun así, el retrato que proporciona de cada uno resulta ponderado e inteligente en extremo. Por descontado no existe en la literatura sobre la Guerra Civil española ningún libro parecido. Dos comparaciones, sin embargo, pueden hacerse con provecho. Los artículos que Azaña escribió en 1939 son más breves y abundan en odiosidades, pero tienen de parecido con el libro de Zugazagoitia que el autor parece haber sido mucho más lúcido y ponderado una vez pasados los acontecimientos que cuando se producían éstos. Las memorias de Dionisio Ridruejo se refieren exclusivamente a lo que él vio entre los vencedores y fueron escritas mucho más tarde. En ambos casos, no obstante, siendo documentos nacidos de quienes fueron protagonistas, tratan con toda sinceridad de trascender la posición propia para comprender todas las dimensiones de aquella tragedia colectiva. Eso es lo que caracteriza a Zugazagoitia.
     De elegir dos aspectos en los que sus aportaciones resultan especialmente brillantes, habría que citar la descripción del "desbarajuste" o "desorden demencial" que reinó en el bando del Frente Popular durante las primeras semanas de la guerra, que acabó por provocar que se malbaratara una superioridad material que habría podido dar la vuelta al resultado del conflicto. Más interesante resulta todavía, como ya he indicado, la confrontación que nos ofrece Zugazagoitia entre los diversos líderes socialistas, singularmente entre Prieto y Negrín. La personalidad de Largo Caballero parece simple y su popularidad estaba destinada a derrumbarse pronto ante la opinión pública. La de Prieto es la del activista ciclotímico, capaz de engendrar enormes ilusiones y de derrumbarse luego con estrépito. Negrín resulta el más enigmático y el que recibe de Zugazagoitia un tratamiento más inteligente. Amaneció como hombre de paja (de Prieto) y tuvo un mediodía dictatorial, nos dice; es una descripción dura para quien colaboró con él. Pero hasta su relación, arriesgada y práctica a la vez, con los comunistas resulta comprensible en la caracterización que de ella hace nuestro autor.
     Santos Juliá ha prologado esta nueva edición de la obra de Zugazagoitia con unas páginas biográficas sobre el autor inteligentes y eruditas. Se echa de menos, no obstante, un tratamiento más detenido del libro en sí, poniéndolo en relación con la bibliografía más reciente. –

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