โAl explorar contagios en distintas esferas de la vida, entenderemos quรฉ es lo que hace que las cosas se propaguen y por quรฉ los brotes adoptan unas formas determinadas. Al mismo tiempo veremos conexiones emergentes entre problemas aparentemente no relacionados: desde las crisis bancarias, la violencia con armas de fuego y las noticias falsas, hasta la evoluciรณn de las enfermedades.โ
Ese es el objetivo de Las reglas del contagio (Capitรกn Swing), segรบn explica su autor, Adam Kucharski, y ese es el motivo por el que muchos de nosotros, si no todos, necesitamos leerlo.
Nadie consigue explicar por quรฉ en Espaรฑa las cosas han salido, y siguen saliendo, tan mal con la covid-19. La mayorรญa de los paรญses han adoptado estrategias similares, nuestro confinamiento ha sido de los mรกs duros y en general la poblaciรณn ha hecho un seguimiento notable de las normas establecidas para mitigar los contagios. Claro que hay grandes diferencias en la calidad de la gestiรณn โpara empezar, nosotros aรบn no hemos investigado la nuestra de manera seria e independienteโ, claro que hay parte de los ciudadanos que se ha relajado o cumple solo de forma parcial las medidas, pero dudo mucho que esto รบltimo no suceda en igual medida en otros paรญses.
No creo que el motivo por el que Espaรฑa parece haber logrado un pleno de indicadores negativos obedezca a un รบnico factor sino a la confluencia de varios de ellos y al momento del brote en que lo hacen. Kucharski seรฑala que, en ocasiones, una semana de retraso puede ser la diferencia entre necesitar un hospital o cuatro para controlar un contagio. Llegamos tarde a atajar algo que crecรญa de forma exponencial y probablemente nunca fuimos capaces de recuperar del todo el terreno perdido. Fallos reiterados de planificaciรณn y coordinaciรณn, una cultura que estimula el contacto social, la estructura de nuestra pirรกmide poblacional, el diseรฑo inadecuado de normas, una polarizaciรณn ideolรณgica que permite que aceptemos ser infantilizados ante la tragedia y el momento polรญtico convulso que vivimos -โes mรกs fรกcil contar una historia cuando hay un antagonista claroโ- son, seguro, ingredientes del desastre.
Leyendo a Kucharski me di cuenta de que tambiรฉn fallรกbamos en lo รบnico que podrรญa sernos รบtil en estas circunstancias: no entendemos el contagio.
Al volver a los pasajes que habรญa marcado, fui consciente de que el libro habรญa hecho cambiar mi actitud. Ante los anuncios de nuevas medidas de control mi nivel de indignaciรณn โideolรณgicaโ habรญa disminuido tanto como habรญa aumentado mi falta de fe en que dominarรญamos el curso de los acontecimientos a corto plazo.
El 17 de abril, la canciller Merkel explicรณ en menos de un minuto lo que implicarรญa para los alemanes que el nรบmero de reproducciรณn, โRโ, fuera mayor que 1. Su breve intervenciรณn se difundiรณ en redes sociales y medios de comunicaciรณn. La denominaron โcanciller cientรญficaโ y seรฑalaron el รฉxito de comunicaciรณn que representaba. Es posible que sea asรญ, pero lo que Angela Merkel demostrรณ con esa breve alocuciรณn es, a mi juicio, mucho mรกs valioso: que la persona que dirige el paรญs entiende las reglas de los procesos contagiosos, que valora la inteligencia de sus ciudadanos y que sabe que necesita de su total colaboraciรณn si quiere tener alguna posibilidad de รฉxito en el control de la pandemia.
Desconocemos mucho de la Covid-19, pero sabemos de malaria, de sarampiรณn y de viruela. Sabemos de gripe y de SARS. Sabemos cosas relativamente sencillas que deberรญan habernos ayudado antes y mรกs. Hay una expresiรณn, Cargo cult, que hace referencia a la creencia en que la imitaciรณn de las formas provoca el hecho. Podrรญa ser lo contrario de lo que dice el refrรกn โel hรกbito no hace al monjeโ: algo como que poner un futbolรญn en la sala de reuniones de tu empresa consigue que se vuelva tan creativa e innovadora como una start up de Silicon Valley.
Creo que eso es, en gran parte, lo que hemos estado haciendo durante estos meses. Adoptar (y obedecer) restricciones en nuestro comportamiento sin explicar (ni entender) por quรฉ: su funcionamiento y el efecto que podemos esperar. Hemos recibido muchas reglas simples -a veces contradictorias- y mensajes inspiradores como guรญa de conducta. Un catรกlogo insuficiente para abarcar todas las situaciones a las que cualquier ciudadano se enfrenta a diario. Merkel sabรญa que sus ciudadanos debรญan tomar miles de decisiones autรณnomas no recogidas en las normas y protocolos y por ello debรญan entender algo tan fundamental como mantener el nรบmero de reproducciรณn por debajo de 1.
Para conseguir el grado de seguimiento sostenido que se necesita ante una pandemia que aรบn carece de vacuna solo hay dos opciones: o los individuos tienen mucho miedo de infringir las normas y las respetan de forma escrupulosa y en ocasiones -a la vista del uso y abuso que hacemos del gel hidroalcohรณlico- completamente absurda, o las entienden y son capaces de adaptarlas de forma eficaz en su dรญa a dรญa. Una democracia liberal no deberรญa necesitar hacer uso de la primera de ellas.
ยฟQuรฉ explica el final de una epidemia? Kucharski seรฑala que en la mayorรญa de los casos las dos razones mรกs populares no son ciertas. El final no suele obedecer a la falta de individuos que infectar ni tampoco a que el patรณgeno se vuelva menos contagioso, sino que reside en una transiciรณn cuya manifestaciรณn es que el nรบmero de individuos recuperados de la infecciรณn empieza a crecer mucho mรกs rรกpido que el nรบmero de nuevos contagios.
Es una ecuaciรณn aparentemente simple. Los factores intervinientes son tres grandes grupos poblacionales: personas contagiosas, personas susceptibles de contagiarse y personas recuperadas del contagio. Al inicio de un brote, el nรบmero de personas contagiosas crece a gran velocidad. Tambiรฉn crece el de las recuperadas, pero muchรญsimo mรกs despacio. El tercer grupo, el de las personas susceptibles, va reduciรฉndose poco a poco ya que van incorporรกndose al grupo contagioso o al recuperado. Con el paso del tiempo el grupo de personas susceptibles puede volverse lo suficientemente pequeรฑo como para que los recuperados se disparen y los contagiosos desciendan bruscamente. Aรบn quedan muchas personas susceptibles de ser infectadas pero el nรบmero se ha reducido tanto que lo mรกs probable es que una persona contagiada se recupere antes de encontrarse con una de ellas.
Si llegamos a este punto de forma natural โes decir sin medidas deliberadas que lo fuercenโ suele ser tras un fracaso de las polรญticas pรบblicas sanitarias. La manera mรกs efectiva y conocida de reducir ese enorme grupo de susceptibles es mediante la vacunaciรณn. De uno o dos pinchazos โcon suerteโ consigues sacar grandes cantidades de individuos del grupo susceptible. Si lo haces de forma sistemรกtica has logrado no tener un problema enorme.
ยฟY quรฉ es โRโ, el nรบmero de reproducciรณn? โEs el nรบmero medio de nuevas infecciones que se espera que genere una tรญpica persona contagiadaโ indica Kucharski. Nos da pistas sobre si una infecciรณn va a propagarse o no y nos permite calcular cuรกnta gente necesitas vacunar โsacar del grupo de los susceptiblesโ para evitar una epidemia. Este es uno de los momentos mรกs ilustrativos del libro; quรฉdese con esta ecuaciรณn:
R = DOTS
Duraciรณn: tiempo durante el cual una persona es contagiosa.
Oportunidades diarias de propagar la enfermedad mientras se es contagioso.
Transmisiรณn: probabilidad de que una Oportunidad resulte en transmisiรณn.
Susceptibilidad de la otra persona durante la interacciรณn.
Cuando comprendes este equilibrio, admiras mรกs la actitud de Angela Merkel.
No podemos controlar D, pero conociรฉndolo podemos indicar el periodo mรกximo de aislamiento eficaz, reduciendo pรฉrdidas econรณmicas y daรฑos en la calidad de vida de las personas contagiadas. Sรญ podemos reducir O, limitando nuestras interacciones con otras personas: el confinamiento total transformรณ la O en algo muy parecido a 0, pero a no ser que podamos esperar encerrados hasta tener vacuna para todos no es una soluciรณn sostenible. Podemos influir en T, reduciendo la probabilidad de que una interacciรณn resulte en contagio: aquรญ juega un papel fundamental el uso de la mascarilla, el mantenimiento de la distancia interpersonal y las medidas de higiene. Por รบltimo tambiรฉn podemos influir en el valor de S, de nuevo, con el uso de la mascarilla adecuada.
El confinamiento no pretendรญa, ni podรญa, eliminar la epidemia. Solo alterar un factor de ese producto para comprar el tiempo que nos permitiera desbloquear los hospitales y planificar la logรญstica. El afecto y la cercanรญa que siente por sus amigos, su prima hermana o su padre, no altera en nada el resultado de esa ecuaciรณn si no convive con ellos de forma habitual. Cuando entendemos cรณmo nuestros actos influyen en el curso de la epidemia dejamos de fingir que ajustarnos a la letra de la norma, transforma en una actividad inocua pasar una hora charlando en una terraza, sin mascarilla ni distancia, mientras tomamos algo con nuestros amigos. Cuando comprendemos, utilizamos el porquรฉ de la norma y no solo el quรฉ y nos ponemos la mascarilla entre sorbo y sorbo con total naturalidad.
No hemos tenido โni hemos exigidoโ esa forma de comunicaciรณn. Por eso era esperable que, incluso aunque la polarizaciรณn y el insoportable ventajismo polรญtico al que asistimos no existiera, muchos ciudadanos terminaran por encogerse de hombros: obedecieron normas cambiantes sin resultados y la incertidumbre sobre su futuro es ya demasiado grande. La desinformaciรณn de segunda generaciรณn, como la denomina Beatriz Becerra, produce daรฑos colaterales muy similares a los de la original: destrucciรณn de la confianza y del espรญritu de cooperaciรณn.
En The Knowledge Illusion, Steven Sloman decรญa que las personas que practicaban el arte de la persuasiรณn conocรญan un secreto: โcuando una actitud se basa en un valor sagrado, las consecuencias no importanโ. Lea libros como el de Kucharski y busque el tipo de informaciรณn que ofrecen. Descubrirรก que no solo que los virus se contagian. La desigualdad y la mentira tambiรฉn lo hacen describiendo patrones que podemos modelizar. La โviolencia domรฉsticaโ -el tรฉrmino que se usa en el libro- puede ser transmitida entre generaciones. Eso abre nuevas posibilidades para combatirla usando principios epidemiolรณgicos y de salud pรบblica y no solo como cuestiรณn cultural. La mayorรญa de los problemas a los que nos enfrentamos los humanos, desde la pobreza hasta el cambio climรกtico, son susceptibles de ser resueltos o paliados a travรฉs del conocimiento. Seguir empeรฑados en aceptar explicaciones morales para problemas cuya soluciรณn es tรฉcnica no solo desemboca en sociedades punitivas e intolerantes: ademรกs ยกno funciona!
Elena Alfaro es arquitecta. Escribe el blog Inquietanzas.