La crisis por venir

México en el precipicio

Macario Schettino

Ariel

Ciudad de México, 2022, 192 pp.

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Los críticos señalan que los cuatro años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador han sido desastrosos, no obstante, hay pocas huelgas en el país, se advierte paz social (abunda la violencia criminal y la impunidad, aunque ese es otro tema), obreros y campesinos no están en las calles protestando, la inflación al alza irrita a los consumidores pero no ha producido saqueos de tiendas, nuestros socios comerciales están molestos porque el gobierno no cumple con las reglas acordadas y, sin embargo, no se vislumbra que el T-MEC vaya a romperse, el dólar se mantiene estable, el presidente sigue conservando un alto nivel de popularidad… Entonces, ¿por qué Macario Schettino titula su más reciente libro México en el precipicio? No dice que vayamos hacia el precipicio, afirma que estamos en él. Si esto es así, ¿por qué el enojo parece estar solo concentrado en la clase media? Los clubes que agrupan a los más ricos (el Consejo Coordinador Empresarial, el Consejo Mexicano de Negocios) y al grueso de los empresarios (Coparmex, Canacintra) no le reclaman al gobierno su política económica, o por lo menos no lo hacen en público.

¿Cómo se explica el desajuste entre la percepción del autor y la percepción de la realidad circundante? ¿Por qué la mayor parte de la población sigue apoyando a un presidente que nos ha llevado al abismo? Podemos comenzar exponiendo cuáles son los datos que justifican, a decir de Macario Schettino, su afirmación de que estamos ya en el precipicio.

Dos fueron las principales promesas que enarboló López Obrador en su camino a la presidencia: el combate contra la pobreza y la lucha contra la corrupción. Los resultados están a la vista: ha aumentado la pobreza y es mayor la corrupción.

“Primero los pobres” fue el lema principal de la campaña de López Obrador (lema que, por cierto, plagió de la campaña de Enrique González Pedrero cuando este buscaba la gubernatura de Tabasco). No ha cumplido hasta la fecha su promesa. El número de personas viviendo en la miseria ha crecido durante la presente administración. No hay políticas públicas encaminadas a disminuir la pobreza. “Su política de desarrollo social ha sido costosa para los más pobres, parece más dirigida a la compra de votos que a mejorar la situación de las personas.” Una política asistencialista que no genera riqueza. El monto para programas sociales aumentó en 45% entre 2018 y 2020, lo que parece muy bien, sin embargo, los recursos destinados al segmento más pobre de la población cayeron un 32%. En contraparte, “el apoyo de becas y programas sociales para el 30% más rico creció en 129%.” La desaparición de Progresa-Oportunidades-Prospera fue trágica para los más desfavorecidos del país. Los apoyos regresaron a los sectores medios, ¿por qué? Porque, a diferencia de quienes viven en la pobreza extrema, estas personas sí son encuestadas y sí votan. Prospera “atendía a 6.8 millones de familias” mientras que las Becas Benito Juárez solo se ocupan de 3.8 millones de familias. La falta de crecimiento (menos del 1% anual cuando López Obrador se había comprometido a un crecimiento del 4%) “y una política social asistencialista [dieron] como resultado un aumento de la pobreza”. Para Schettino es muy claro: el número de pobres durante el sexenio de López Obrador ha crecido debido a “una política social que privilegia la compra de votos y no la atención a los más desfavorecidos”.

Con el antecedente de la escandalosa corrupción ejercida durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, López Obrador presentó su movimiento como un intento de sanear por fin la vida pública. “Honestidad valiente” fue su lema de campaña. Una promesa incumplida. No hay indicio alguno de que, durante el presente sexenio, se haya reducido la corrupción: hermanos, hijos, primos y cuñadas del presidente han sido sorprendidos en manejos turbios, sin ninguna consecuencia. Varios de los miembros de su gabinete detentan una riqueza inexplicable. Se ha grabado en video la forma en cómo se financió su movimiento con dinero sucio. Cada vez que se exhibe la evidencia, López Obrador saca un pañuelo blanco y anuncia que se ha terminado la corrupción. Cinismo pleno. No combate la corrupción, la usa como arma política, “para descalificar cualquier cosa del pasado”. Con el pretexto de la corrupción canceló el aeropuerto de Texcoco, sin embargo, señala Schettino, “no hay una sola persona procesada por corrupción” respecto a ese asunto. Con la excusa de la corrupción se expulsó al ministro Medina Mora de la Suprema Corte, al que se sustituyó con la esposa de uno de los contratistas favoritos de este gobierno. En prácticamente todos los índices internacionales hemos descendido como país en los rubros de corrupción y cumplimiento del Estado de derecho. “Honestidad inexistente” debería ser el lema de Morena, el partido en el poder.

Ni lucha contra la pobreza, ni combate a la corrupción. Estamos frente a un gobierno que se ha dedicado a destruir más que a conservar o crear instituciones. El mejor ejemplo de esto es lo ocurrido con el Seguro Popular. Alegando ineficiencia, López Obrador acabó con él y en su lugar propuso el Insabi, institución efímera que no pudo con el encargo. Ahora la responsabilidad recayó sobre el imss, que también se ha mostrado incapaz de resolver el problema. Más de quince millones de personas quedaron sin ningún tipo de protección médica. El daño y el dolor causados al sector más pobre de México han sido inconmensurables. Ineficiencia, corrupción y una profunda irresponsabilidad caracterizan al presente gobierno. Cada vez que se le menciona la ruina en que está convertido nuestro sistema de salud, el presidente se compromete a que en un año tendremos un sistema de salud como el de Dinamarca. Lo dijo en 2019, lo repitió en 2020, en 2021 llegó a decir que si no cumplía su palabra se cambiaría de nombre; en 2022 dijo lo mismo… y con toda seguridad volverá con su cantaleta en 2023. En 2024, año de elecciones, dirá, claro, que no pudo cumplir por culpa ¡de Felipe Calderón!

A la infinita torpeza con la que desapareció el Seguro Popular se sumó una pésima estrategia ante la pandemia. Ocupamos el cuarto lugar mundial en cuanto al peor desempeño frente a un mal que azotó al mundo entero. La actitud del gobierno de López Obrador en este terreno solo cabe calificarla de criminal. En su haber se cuentan más de 700 mil personas muertas, el mayor número desde la Revolución hace más de un siglo.

Con precisión y contundencia Macario Schettino repasa los principales rubros del gobierno obradorista: salud, educación, seguridad, economía, administración pública. Ninguno se salva. Pero lo peor está por venir. Como buen gobierno populista, el de López Obrador ha hipotecado el futuro del país, solicitando deuda (que él afirma con cinismo no haber contratado) y transfiriendo el costo de sus malas decisiones económicas a las generaciones futuras.

Irresponsablemente el gobierno actual ha terminado con los ahorros que durante veinticinco años hicieron las administraciones anteriores. Esto a mediano plazo hará necesarios ajustes presupuestales muy fuertes, cancelación de programas sociales y proyectos, pérdida del grado de inversión, mayor costo de la deuda, inflación… Al autor no le cabe la menor duda de que tendremos un agónico fin de sexenio.

Los nubarrones se dibujan en el horizonte. Pocos son los que los distinguen con claridad desde ahora, uno de ellos es Macario Schettino. Para blindar a su gobierno López Obrador cuenta con el ejército (al que ha otorgado infinidad de prebendas) y con algunas facciones del crimen organizado (al que ha ofrecido abrazos, no balazos). La desilusión de sus fieles será tremenda. A mayor fe, mayor virulencia cuando esta se evapora. El precipicio ya está aquí, afirma Schettino. Podemos ignorarlo y seguir creyendo que tenemos al presidente más popular del mundo, o podemos optar por mirar de frente la crisis por venir y tomar las precauciones necesarias. Usted decide. ~

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