Fluxus y la experiencia de estar vivos

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¿Por qué lavarse los dientes no es considerado una obra de arte? Para los artistas Fluxus cada acto, cada momento y cada espacio, ofrecen la posibilidad de serlo. El célebre movimiento artístico de los años sesenta adoptó esa palabra porque significa “fluir” y propuso no llevar el arte a la vida cotidiana, sino convertir la vida cotidiana en arte. Lo banal, lo efímero, lo espontáneo, son los valores de Fluxus: “arte diversión”, le llamaba George Maciunas, un arte producido por cualquiera y con la menor cantidad de recursos. En el contexto de la Guerra Fría en el que surge, Fluxus no llega a reanimar la escena artística sino a redescubrir la experiencia de estar vivos. Por sus filas pasaron poetas, músicos y artistas visuales; sus acciones partieron del cuerpo, de la presencia, del estar juntos, de lo inmediato. Conciertos, happenings, libros, entre otras expresiones, componen el conjunto de sus obras.

El primer manifiesto Fluxus fue escrito por Maciunas en 1963. Aunque muchos artistas fluxianos entendieron la escritura como parte de su práctica, el manifiesto de Maciunas es el más conocido entre nosotros, dado que era uno de los pocos textos que habían sido traducidos al español. Para llenar este vacío, la editorial Tumbona realizó una compilación conformada por tres tomos donde se han reunido textos representativos de Fluxus, en donde se da cuenta de un movimiento que lleva más de cincuenta años de actividad.

El Archivo Fluxus está conformado por los volúmenes Ensayo sin título y otros happenings, de Allan Kaprow, [Breve] autobiografía de la originalidad, de Dick Higgins y Cuaderno de ejercicios. Eventos, acciones y perfomances, compilación de Ken Friedman, Owen Smith y Lauren Sawchyn. Los textos son revelaciones, confidencias, declaraciones poéticas, incluso podrían leerse como guías espirituales: “divertirse a sí mismo, preguntarse, convencerse con zalamerías, inventarse papeles, cargar su imagen con grandes tareas, referirse a sus últimas ambiciones con estudiado regocijo y, por encima de todo, tomarse a sí mismo lo menos seriamente posible”, propone Kaprow. A través de una escritura lúcida y divertida, cada texto se adentra en discusiones aún vigentes en nuestros días: la confrontación entre lo formal y lo conceptual, el papel del artista, y la crítica a las pretensiones y los discursos forzados que abundan en el circuito.

Cada tomo nos ofrece algo distinto: el primero nos permite profundizar en la faceta teórica de Allan Kaprow y acercarnos a sus primeros performances. El segundo nos presenta a uno de los creadores más brillantes pero menos conocidos del movimiento: Higgins, cuyo trabajo transitó entre la música, la poesía y las artes visuales; el tercero, el más lúdico del conjunto, transcribe pequeños y sencillos happenings de un gran número de artistas Fluxus. Este último volumen nos invita no solo a leer sino a activar las piezas y, en consecuencia, nos permite ver la heterogeneidad del grupo.

“Justicia poética” llama Alejandro Espinoza, traductor y curador de los textos, a estos libros. Celebración también, pues han sido editados en el décimo aniversario de la editorial. Como afirma Espinoza: “Detrás de un performance Fluxus hay una búsqueda por comprometer al artista con la realidad, con la naturaleza, con la sociedad en general, no desde un lado eminentemente crítico, sino desde una dimensión histórica más humana. Ahí donde radica el absurdo y el sinsentido es donde operan las experiencias más potentes, porque se les ha extraído su razón práctica de ser. Esto es algo que los artistas Fluxus se toman muy en serio: el juego. El juego como experiencia de aprendizaje, y la experiencia cotidiana como reveladora de verdades místicas, esto es lo que podemos encontrar detrás de una obra Fluxus. Hay que considerar que ellos estuvieron inmersos en la filosofía de John Dewey y las lecciones de Cage, en esa línea de pensamiento que divide a Occidente de Oriente, y desde la cual planteaban sus ejercicios, sus eventos, sus conciertos, sus acciones. Hoy en día pocos comprenden la seriedad detrás de una broma, de un gag, de una acción desprovista de propósito. Son cosas imposibles de vender en Zona Maco.”

El Archivo Fluxus nos ofrece conocer mucho más sobre uno de los movimientos más interesantes, longevos y heterogéneos del arte contemporáneo. ~

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Es escritora, crítica de arte y académica. Su libro más reciente es Todo retrato es pornográfico (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2015)


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