La rabia punk ante el derrumbe del bienestar: una entrevista con Virginie Despentes

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La escritora y cineasta francesa Virginie Despentes (Nancy, 1969) revolucionó las tesis feministas hace diez años con su ensayo "Teoría King Kong". Anteriormente ya había levantado polvareda con la novela Fóllame (1998), que le sirvió para hacerse un hueco entre la intelectualidad francesa más punk. En su ensayo abogaba por el empoderamiento de la mujer a todos los niveles, incluida la libertad sexual en temas como el aborto o incluso la prostitución. Considerada una enfant terrible de la izquierda, las letras y el cine, ha regresado al mercado editorial con Vernon Subutex 1, primera parte de una trilogía en la que narra el derrumbe del estado del bienestar en Francia y el ascenso de la extrema derecha con partidos como el Frente Nacional. Una novela coral que retrata a la nueva clase social europea surgida al calor de la gran crisis económica y de valores que atraviesa el continente.

¿Este libro nace de la rabia de una época, de un estado del bienestar que se ha derrumbado?

Sí, de la rabia y de la sorpresa de la velocidad con  la que han empeorado las cosas. Casi con fascinación y con incredulidad ante la rabia que tienen los poderosos. Eso me ha sorprendido porque yo pensaba que si tienes todo no puedes odiar tanto a la gente más precaria. Y en este sentido, gente como yo hemos sido un poco inocentes.

El drama de la novela comienza porque Vernon, el protagonista, trabajaba en una tienda de discos que no ha sobrevivido a los cambios tecnológicos y de mercado. ¿Hemos adoptado las nuevas tecnologías procedentes de grandes corporaciones sin tener en cuenta el daño que podrían estar haciendo?

Hubiera podido ser un cambio nada dramático. Las cosas cambian e inventamos nuevas que tienen su lado positivo. Internet es bueno en sí mismo. Pero lo que gente como yo no hemos sabido ver con precisión es el odio de los poderosos en la utilización de estas nuevas tecnologías. Yo vengo de ámbitos políticos muy radicales y pensábamos que estábamos muy preparados.

He hablado muy a menudo del libro La doctrina del shock, de Naomi Klein y ahí es donde comprobé que ellos tienen muy clara la guerra que nos están haciendo. Nos es algo inconsciente. Quieren acabar con nosotros. Y eso lo estoy viendo ahora en el mundo del cine, de la literatura: gente que tiene sus privilegios y tienen  una rabia tremenda para acabar con nosotros. Eso me sorprende más que la indignación de los que no tienen  nada. La frustración de los poderosos me parece difícil de entender. Es como si tuvieran todo pero quisieran que tú no tuvieras absolutamente nada. Y esto creo que sí que es nuevo.

En la novela subyace un discurso de la extrema derecha: el insulto al inmigrante identificado como yihadista, los negros… Y parece normal. ¿Qué cree que ha fallado en un país como Francia para que se instalen estos argumentos?

Ha habido una especie de atracción mórbida de los más poderosos hacia este discurso. Se instaló en Francia hace más de diez años gracias a los medios de comunicación. Y yo creo que de aquí es de donde viene esa frustración de los poderosos, que piensan que en un mundo anterior eran más ricos y poderosos que ahora. Pero es algo que no ocurre solo en Francia.

Marine Le Pen, la líder del FN, es mujer. ¿Qué lleva a una mujer a defender ideas que podrían ser contrarias a la libertad de las mujeres?

Es una locura; sucede lo mismo cuando la gente del pueblo vota por las medidas que propne el FN –la expulsión de inmigrantes, los recortes de salario– como solución a sus problemas.En cuanto a Marine Le Pen yo lo que creo es que no es sincera consigo misma, yo no creo que vea a su partido como algo realmente bueno. Ella ha asumido el trabajo de su padre como una especie de herencia, pero si no fuera de esta familia posiblemente sería una mujer de centro. Lo suyo es oportunismo puro. Lo bueno para nosotros en Francia es que los Le Pen han empezado a pelearse entre ellos y van a acabar destruyéndose solos. 

¿Y dónde está la responsabilidad de la izquierda?

Hay parte de culpa en que no hemos inventado discursos nuevos. Pero creo que hablar de culpa es dar razones para la agresión de la víctima. Como dice Naomi Klein, quizá la izquierda ha sido incapaz de ver que los enemigos estaban muy organizados y decididos a acabar con nosotros. Nos ha faltado radicalismo. Quizá de manera interna en la izquierda deberíamos pensar que cada vez que llegamos al poder, como sucede en América Latina o en otros países de Europa, fracasamos. Deberíamos empezar a pensar con qué herramientas podríamos conseguir el poder. Ahora bien, hemos hecho lo que hemos podido, simplemente es que la agresión ha sido muy dura. Desde finales de los 90 hasta ahora, la guerra de clases, que no ha dicho su nombre ha sido muy dura., Y cuando tienes una derrota a veces es porque no tienes las mismas herramientas que tiene el de enfrente. Yo creo que eso es lo que nos ha pasado estos últimos años, ellos tienen herramientas y una estrategia  que nosotros no hemos tenido. Así que yo, como parte de la izquierda, no me siento culpable de esta situación. Es obvio que tenemos que pensar mejor, pero las ideas que tenemos son más positivas y el hecho de estar en un estado de derrota no significa que lo hayamos hecho mal sino que los de enfrente van bien cargados y bien decididos, los hijos de puta.

¿Qué piensa de Podemos?

Os envidiamos todos los días. En Francia hablamos mucho sobre cómo podríamos tener algo parecido a Podemos. Supongo que si mañana llegan al poder no todas las cosas se van a solucionar de golpe, entre otras cosas porque todavía no han reflexionado suficiente sobre lo que es llegar al poder. Vengo de un país donde el FN es la única opción que tiene la gente por lo que Podemos me parece una gran oportunidad para la gente de aquí Y me parece muy bien que vaya junto a Izquierda Unida.

 

En 2008-2009, cuando empieza la crisis, se pensó que llegaba el fin del capitalismo; sin embargo, vemos que, al contrario, se ha reforzado. ¿Pecamos de ingenuos una vez más?

Sí, va a más porque se adapta muy bien. Ahora vivimos en la ilusión de que la crisis ha pasado, pero vienen más. Sin embargo, también vemos que en España, Grecia, Francia y en América Latina hay mucha gente que quiere salir del capitalismo, lo que ocurre es que es algo que lleva tiempo.

En sus ensayos y novelas anteriores las mujeres han estado muy presentes desde una perspectiva novedosa. En esta novela aparecen mujeres solas; en general son mujeres tristes (aunque ellos también). Es como si ahora todo fuera más difícil. ¿Hay un retroceso en la libertad de las mujeres, pese a los avances logrados?

Sí, creo que hay movimientos de retroceso, pero si consideramos los avances desde los años sesenta hasta ahora es muchísimo. Hemos cambiado de chip y de tipos de vida. Nos queda mucho por hacer, pero el movimiento del feminismo ha sido un gran éxito. No se puede decir en el mundo entero, porque no va por Rusia, por las árabes. Pero en  nuestros ámbitos hemos cambiado el mundo totalmente. Es la revolución más profunda, más importante de los últimos tiempos y sin un solo muerto.

Bueno, no podemos olvidar los casos de violencia de género, que como dicen muchas feministas también tiene que ver con la libertad alcanzada por las mujeres. Usted misma habla de ello en esta novela. En España no se frenan los casos de mujeres asesinadas por sus parejas y muchas de ellas son muy jóvenes.

Quizá los varones jóvenes son más violentos, como los ricos de los que hablábamos antes. Quizá hay una reacción más violenta de los chicos porque su masculinidad depende de nuestra sumisión. Aunque también quedan cosas por hacer porque aún se mantiene ese romanticismo de la chica con el chico fuerte. Si las chicas jóvenes se sienten atraídas por la fuerza pura, esta muy a menudo conlleva abusos. Y sí, esto hay que cambiarlo. Pero también podemos pensar desde el punto de vista de los hombres. Tenemos que pensar qué es lo que pasa con los chicos, por qué actúan así. Las mujeres, en general, no matamos a nuestras parejas masculinas, no violamos, no insultamos a los chicos en la calle… por lo que los que deben cambiar son los que tienen este problema, que son los chicos. Qué le pasa a un chico por la mente para que tenga que golpear a su pareja mientras que no golpea a su puto jefe en el trabajo. Para mí ahora lo importante es que los chicos deben darse cuenta de que el problema es suyo. Yo tengo 47 años y hace más de treinta que me junto con chicas para hablar de violencia y estoy harta porque pienso, ¿cuándo los chicos se juntan entre ellos para hablar de esto? Tampoco creo que sea un caso de testosterona porque luego en el trabajo no matan a nadie. Entre ellos no se matan tanto.

¿Entonces qué se puede hacer?

Creo que los chicos deberían empezar a repensar su masculinidad. Y a generar otro tipo de ficciones. Por ejemplo, si vemos cuántas víctimas hay en las películas, la gran mayoría son mujeres. Los chicos deberían poner en su cabeza otras imágenes distintas a las de chicas muertas o corriendo desnudas. Yo estoy harta de pensar el problema desde las mujeres porque nosotras no tenemos este problema de violencia.

Usted no tiene una buena opinión de las FEMEN. ¿Por qué?

Me gusta verlas por el tipo de acción que han inventado. Lo que pasa es que tengo dos problemas con ellas. En Francia no han hecho una buena reflexión sobre la raza y no entienden que no es lo mismo los musulmanes de Francia que la Iglesia en Rusia. Son cosas parecidas porque todas las religiones pesan sobre la mujer de una manera insoportable, pero los musulmanes o los católicos en Francia son algo distintos. No se dan cuenta de que son mujeres blancas, rubias, occidentales golpeando a gente que está en la miseria. La segunda cosa que me cuesta entender es su discurso, que a veces me cabrea. Por ejemplo cuando dicen que no quieren leer libros de las feministas antiguas porque dicen que son libros de viejas. Y yo pienso que es un  movimiento de más de cincuenta años por el que hemos luchado y hemos conseguido muchos éxitos. Y no puedes hacer una lucha con cada una yendo por su lado. Al contrario, tenemos que crear alianzas y bueno, por leer dos libros en tu vida no te van a dañar el cerebro.

¿Cómo se ve hoy, casi 20 años después de Teoría King Kong? ¿Se han cumplido algunas de las cosas de las que hablaba en este ensayo como romper con la rigidez de los roles sexuales?

Tengo más rabia que en la época de Teoría King Kong. Tengo esa sensación de que el feminismo ha sido una revolución maravillosa, pero tengo más rabia porque me doy más cuenta de que los chicos lo tienen muy bien y nosotras no. Y cada vez me cuesta más esa facilidad que tienen los chicos para casi todo. No quiero cambiar de género, pero estoy agotada de ser mujer. En esta novela no he tratado tanto asuntos feministas porque estoy cansada. Por otro lado, en estos diez años he observado cambios muy positivos. Internet para mí tiene algo muy bueno en relación con el feminismo porque nos pone a disposición muchos textos, nos pone en contacto con nosotras de manera internacional. Pero, por otro lado, pienso que toda mi vida voy a estar encerrada en este cuerpo de mujer haciendo cuatro veces el esfuerzo que hace un hombre para conseguir algo. Y esto me hace sentir más frustrada que en la época de Teoría King Kong.

Por cierto, en esta novela se plantea el caso de una pareja en la que una de las dos ha cambiado de sexo. Usted lo vivió con su pareja, Paul Preciado. ¿Cómo fue aquello para usted?

Sí, es super interesante el cambio de la acompañante. En Francia tengo algunas colegas que han hecho el cambio y hablo un montón con las novias porque te traen un montón de preguntas sobre qué es la masculinidad. Yo ya no estoy con Paul Preciado, pero nos vemos mucho y ahora en la calle la gente ha cambiado tanto hacia él… Ahora cuando vamos los dos, en las tiendas le hablan a él, las chicas están super amables con él. Y él también me dice que ahora es todo mucho más fácil para él.

¿Y cómo lo llevan las acompañantes? ¿Qué dicen? Porque además han pasado de una pareja homosexual a una pareja heterosexual.

Te pone en otra situación. Te pone en una situación de ‘la chica’. Y eso es súper interesante, especialmente para las lesbianas. No es que seas heterosexual del todo, pero ya no eres lesbiana. Es un cambio muy interesante sobre el que tenemos que reflexionar.

 

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es periodista freelance en El País, El Confidencial y Jotdown.


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