Las tramas oníricas de Remedios Varo

El tejido de los sueños. Obra escrita

Remedios Varo Edición e introducción de Isabel Castells

Renacimiento

Sevilla, 2023, 250 pp.

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Muchos de los rincones del país de los surrealistas los conocemos gracias a la obra de Remedios Varo, nacida en España en 1908 y emigrada a los 33 años a México, donde murió en 1963. Los conocemos normalmente a través de sus cuadros, la mayor parte de los cuales (39) se conservan en el Museo de Arte Moderno de México. Son escenas fuera del transcurso común del tiempo, y transmiten un fuerte sentimiento de ascetismo, en parte por lo alargado de las figuras que representa. Así lo hacía también el Greco. También son llamativos los ojos, tan grandes: los personajes parecen estar hipnotizados, y les pasa lo mismo a los animales. Los tienen tan abiertos como los extraterrestres de la iconografía triunfadora. ¿Y qué decir de los pies, de su tamaño y posición? Suelen ser tan pequeños que nos llevamos la sensación de que el amarre al mundo es transitorio, que está a punto de interrumpirse, sobre todo cuando están en un primer paso de baile. Lo que no es tan etéreo, la arquitectura, interior o exterior, recuerda a la del Renacimiento primitivo. 

A menudo los personajes están inmersos en acciones esenciales, lo mismo que los del jardín de Locus Solus, el libro del favorito de los surrealistas de Raymond Roussel, cuando bajo los efectos de la resurrectina reproducen las escenas que fueron determinantes en sus vidas. En los cuadros de Varo hay relojeros, alquimistas, artesanos de la psique, como por ejemplo en Armonía, de 1956. Según su propia descripción, el personaje “en un pentagrama de hilos de metal, inserta toda clase de objetos”, de modo que al soplar “por la clave que sostiene el pentagrama, debe salir una música no solo armoniosa sino también objetiva [y aquí es interesante a qué llama objetiva], es decir, capaz de mover las cosas a su alrededor si así se desea usarla”. 

La descripción del cuadro por su pintora forma parte de la colección de textos de Varo que acaba de publicar la editorial Renacimiento con edición y tan entretenida como penetrante introducción de Isabel Castells: El sentido de los sueños. Obra escrita. Se recopilan aquí tanto documentos inéditos como otros que ya habían sido publicados, también por la propia Castells en su Cartas, sueños y otros textos, en 1997 en la editorial mexicana Era, y por distintas instituciones mexicanas y españolas. Los materiales proceden del Archivo Gruen-Varsoviano (Walter Gruen fue el tercer y último marido de Remedios Varo, que antes había estado casada con Gerardo Lizarraga y con Benjamin Peret; Anna Alexandra Varsoviano fue la siguiente mujer de Gruen).

En este libro podemos encontrar otros detalles del país surrealista, esta vez los que desvela el lenguaje escrito. Está ordenado por géneros, y comienza con una entrevista inédita, no se sabe con quién, transcrita desde el original escrito a mano por la pintora. Es muy breve, pero da algunas pistas sobre su forma de pensar y de trabajar. Del surrealismo dice que “es un sentimiento inherente al hombre”, y por eso no cree “que pueda declinar en su esencia”, y que al abordar un cuadro “lo visualizo antes de comenzar a pintar y trato de ajustarlo a la imagen que me he formado”. Continúa una sección de cartas. En la que les dirige a las hermanas Martín-Retortillo, amigas de la infancia, hace un resumen de los acontecimientos de su vida hasta ese 1946, cuando evidentemente llevan mucho tiempo sin verse. Como indica Castells en el estudio introductorio, al contrario que María Teresa León, Concha Méndez, Rosa Chacel o María Lejárraga, Varo no dejó escritos sobre su experiencia en el exilio. Esta carta puede suplir en parte esa carencia. Funciona como casi esquemático relato de la salida de España, pero además está lleno de impresiones muy vivas, expuestas en un tono coloquial que aunque es muy diferente al resto del libro está salpicado de imágenes insólitas. 

Hay varias muestras de un juego que le gustaba a Remedios Varo, cartas dirigidas a psicólogos elegidos al azar en la guía de teléfonos en las que expone preocupaciones e intimidades a veces en tono paranoico y les propone juegos de suplantación, como que acudan a una fiesta celebrada en una casa ajena, detallando minuciosamente las instrucciones que deben seguir. 

La parte dedicada a los comentarios a sus propios cuadros recoge textos enviados originalmente a su hermano Rodrigo. Aquí el libro se transforma a su vez en un catálogo, pues cada pintura aparece reproducida completa y por detalles, y es un gusto poder explorarlas con las notas al lado. Se trata de piezas muy cortas, de tono sencillo pero nunca banal, que no solo aclaran algunas de las cosas que vemos sino también dan pistas sobre su relación con el arte y el mundo hermético. Las dos recetas que ofrece más adelante no están pensadas para nutrir el cuerpo sino para operar en la psique (una es para provocar sueños eróticos y la segunda para soñar que se es el rey de Inglaterra), y ya desde la relación de los ingredientes son muy divertidas, por la variedad de los mismos y por sus cantidades: por ejemplo cuatro kilos de miel, un corsé de ballenas, una docena de piernas de carnero (el sueño de ser rey exige mucho) o cuarenta ladrillos. 

Siguen unas páginas dedicadas a los ejercicios de escritura automática, hay también un proyecto de obra de teatro en la que uno de los personajes estaría interpretado por su amiga Leonora Carrington y concluye el volumen con una relación de algunos de sus sueños. Por supuesto en estos recuerdos oníricos encontramos imágenes inesperadas, pero todo el volumen está lleno de los extraordinarios hallazgos de una mujer que dedicó su vida a indagar en los países del inconsciente.


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Es escritora. Su libro más reciente es 'Lloro porque no tengo sentimientos' (La Navaja Suiza, 2024).


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