Publicado primero por la editorial independiente Taller de Edición-Rocca y luego por Planeta en Colombia, el sello Tusquets acaba de publicar en México el libro “Ellas se están comiendo al gato”, del escritor colombiano Miguel Ángel Manrique (El Carmen de Bolívar, 1967), una obra sui géneris dados los pocos referentes de literatura de zombis en latinoamérica para una subcultura dominada por producciones como Guerra Mundial Z o The Walking Dead, comic que luego se transformó en la serie televisiva homónima.
Escrita a manera de reportes periodísticos, la historia se sitúa en una Bogotá apocalíptica, donde el último periodista latinoamericano se arriesga a entrevistar a algunos sobrevivientes en medio del desastre producido por un extraño virus que transforma a los muertos en zombis.
Ayudado por los consejos que alguien le envía por medio de una paloma mensajera, un par de armas casi inservibles y un libro de poemas, el joven periodista confirma a lo largo de la aventura que solo las buenas historias nos mantienen con vida.
Lo que originalmente se concibió como un libro de ensayos sobre los monstruos en la literatura que sobreviven gracias al cómic, el cine y la televisión, terminó convertido en un libro de ficción, cuenta Manrique en entrevista.
¿Cómo surgió la idea de este libro?
Creo que conservé en mi cabeza el día que MTV transmitió el video de Thriller de Michael Jackson, hace más de treinta años. Recuerdo que me impresionaron los zombis. Fue la primera vez que supe de estos monstruos. En realidad quería escribir un libro de ensayos sobre los monstruos en la literatura que sobreviven gracias al cómic, el cine y la televisión. Hablar de Frankenstein y Drácula, por ejemplo. Entonces aparecieron los zombis. Me puse a ver y leer lo que se conseguía en las librerías y bibliotecas sobre el tema. Me causó curiosidad que en Colombia no se hubiera escrito mucho sobre monstruos fantásticos o no se desarrollara el género de terror. En Estados Unidos es un tema vigoroso. Basta leer algunas novelas de Stephen King. Una tesis es que la realidad colombiana siempre ha sido más aterradora y siniestra que el miedo que nos produce la ficción. Sin embargo, La noche de los muertos vivientes, de George Romero, me impactó; es la clásica película de zombis, de muertos vivientes, lentos y estúpidos. Me pareció una gran metáfora para explicar la vida contemporánea, el cliché del consumo, la forma como deambulamos por los centros comerciales, por la calle. Así que el libro de ensayos se convirtió en ficción.
¿Por qué la temática de zombis?
Es una forma de explorar la literatura fantástica contemporánea. Los zombis llegaron por azar mientras leía La plaga de los zombis y otras historias de muertos vivientes, recopilado por Jesús Palacios en la magnífica edición de Valdemar, que me llevó a descubrir La isla mágica, de William Seabrook, quien introdujo la noción de zombi en la cultura contemporánea, y luego el cómic The Walking Dead, escrito por Robert Kirkman y dibujado por Tony Moore y Charlie Adlard, que inspiró la famosa serie de televisión.
¿Hay algún antecedente de literatura de zombis en latinoamérica que te hubiera servido de referente?
En ese momento no conocía cuentos o novelas publicados en América Latina sobre zombis; sí un relato de Roberto Bolaño, “El hijo del coronel”, que narra la historia de un tipo que está viendo una película de serie B sobre zombis.
¿Por qué está escrita a manera de reportes periodísticos?
Porque el protagonista es un periodista que quiere contar los últimos días del apocalipsis en la ciudad en donde vive (Bogotá), así que entrevista a nueve sobrevivientes y escribe los relatos para dejar constancia de lo que ocurrió. Los reportajes son un género literario muy contemporáneo, a la gente le gusta leer sobre sucesos reales, y el periodista es como el héroe de nuestros tiempos.
Llama la atención que aunque la historia se ubique en Bogotá, el imaginario con que uno lo recrea está muy influido por imágenes de cine o televisivas como Guerra Mundial Z o The Walking Dead. ¿Te ocurrió algo similar al escribirlo o qué consideraciones adicionales hiciste?
Solo traté de responder a las preguntas ¿qué ocurriría en Bogotá si hubiera una plaga de zombis? ¿Cómo reaccionarían los políticos, los científicos, los empresarios, los artistas, la gente en general? De modo que también traté de tener en cuenta la idiosincrasia colombiana, mi idiosincrasia: es el imaginario del zombi de la cultura popular, pero pensado, interpretado por un escritor colombiano.
Habiendo sido publicada primero en Colombia, ¿cómo se dio el tránsito a la publicación en México?
Hubo un interés por parte de los editores de Tusquets para publicarlo en México. Creo que el libro ha sido acogido con generosidad tanto por los lectores en Colombia como en México, donde empieza a abrirse camino. Tusquets abrió la posibilidad a un libro que va a tener un mercado más amplio y más lectores. Mientras en Colombia el promedio de lectura anual varía entre el 1.9 y 2.2 libros, en México es de 5.3. Así que es, comparativamente hablando, esperanzador que el libro logre lectores en México.
¿Qué ventajas y desventajas (en ambos casos) tiene pasar de una editorial independiente a editoriales más comerciales?
Publicar ya es una gran ventaja para un escritor, sea en editoriales independientes o comerciales. Valoro mucho que Taller de Edición-Rocca haya tomado en cuenta el libro y ellos han hecho un gran trabajo. “Ellas se están comiendo al gato” no sería lo que es sin su presencia; son muy buenos editores.
Sin embargo, hay sellos que son muy fuertes porque son reconocidos en todo el ámbito hispanoamericano, por su catálogo de obras y autores, por su trayectoria editorial, por lo que simbolizan en el campo literario. Tusquets me ha dado la oportunidad de estar en sus filas, de que el libro se conozca en otras partes, de que llegue a otros lectores, lo cual me hace muy feliz. Estar en un sello tan prestigioso es muy importante para cualquier escritor, es muy importante para mí.
Periodista y escritor mexicano residente en Bogotá.