Nunca sabré nada de flamenco. Es muy escurridizo ese pescao, y me digo que tenía que haber estado más atenta desde más joven. Como desde cuando el faraón o por ahí. Pero me lo paso muy bien leyendo libros sobre flamenco, por ejemplo el que acaba de publicar la editorial Renacimiento con el título de Molde roto. Es una serie de conversaciones entre, por un lado, los aficionados Arcadi Espada y Antonio España, y por el otro algunos cantaores, bailaores, tocaores y teóricos –teorizaores– elegidos con cuidado.
Tiene algo muy particular el libro: las conversaciones se grabaron hace cuarenta años, cuando Espada era un joven periodista y España librero en Herder. La librería ha cerrado y Antonio España murió en 2019; lo cuenta Espada en el prólogo donde explica cómo se conocieron, cómo pasaban las tardes juntos escuchando flamenco y bebiendo vino, cómo no querían “ver a la política rondando el cante” y cómo también juntos viajaron desde Barcelona a Andalucía, en la primavera de 1980, para empezar a hablar con los flamencos que les parecían genuinos, algunos de los cuales eran ya muy viejos y venían como de otro mundo. Harían la última entrevista en 1986. En el prólogo está disimulado el quejío flamenco, porque da cuenta sin mucho aspaviento del paso del tiempo.
Las cintas se han transcrito ahora. Es decir, que este libro pertenece a la categoría de lo que aparece al fondo de muchos años, al cabo de un cajón o en una carta que no abrimos, y nos preguntamos cómo es posible que hayan seguido pasando cosas mientras que aquello se quedó inmovilizado. No creo que la publicación de sus entrevistas vaya a cambiar la percepción general de estos artistas, como sí que ha pasado recientemente con el estreno de Get back, el documental sobre los Beatles que ha rescatado la imagen de Paul McCartney para mucha gente que lo consideraba un ñoño y que ahora ha descubierto su carisma. Pero sí son tesoros, más valiosos porque han aparecido cuando ya no se los buscaba y al brillo añaden la sorpresa. Estoy pensando ahora que una traducción libre pero expresivamente fiel de Get back podría ser Molde roto. La exhortación a una vuelta imposible.
Volviendo a Jerez: los entrevistadores tienen la virtud de dar con el tono adecuado para hablar con cada entrevistado. Hay que ser capaz, porque aquí aparecen desde analfabetos hasta intelectuales, y desde iluminados a resabiados, y en las entrevistas hay distancia pero también familiaridad y entusiasmo, en unas dosis que permiten acceder a lo que cada artista, y nadie más, puede decir.
Aunque cada conversación tiene un tono diferente, hay temas recurrentes, como si el flamenco es una música gitana o andaluza, o si se debe uno ceñir a unas formas invariables o si se es más fiel cuanto más se aleje uno de la fuente. Mediante ejemplos, argumentaciones o salidas desconcertantes, se va componiendo y descomponiendo ante nuestros ojos el gran templo flamenco. Se aprende historia, música, oficio artístico, sociología y poesía. Se nos permite conocer mundos que ya entonces, hace cuarenta años, parecían antiquísimos; ahora suenan como fábulas. Y hay algo fascinante, que es la expresión de cada cual, sus giros y muletillas al contar las distintas historias, y es como darse un voltio por un mundo insólito.
Cada conversación va precedida por un breve perfil escrito para esta edición por José María Albert de Paco. Luego ya brota la fuente brava de las conversaciones, con todo el encanto fugitivo de lo oral. Van algunas cosas, de toda índole, que me han llamado especialmente la atención entre un sinfín de cosas llamativas:
“Yo estoy en contra de todos los concursos y soy jurado de muchos de ellos.” (Agustín Gómez)
“A mí la razón incorpórea me puede dar un encargo y a otros les puede dar otro.” (Antonio Mairena)
“El flamenco nació de unas raíces viejas de las que salieron las primeras cosas.” (El Borrico) Por cierto, que el Borrico habla de personas con nombres tan fabulosos como Pepita Calabozo o Paco Laberinto.
“Es muy difícil que yo me equivoque, soy muy precavido.” (Camarón)
“Lo que no voy a hacer es estar encima quitándoles pelusas” (sobre los señoritos). “Hay quien pone la cara como un gurruño y te descentra” (sobre el público). (El Chocolate)
“Los gitanos tenemos la rara habilidad de que cualquier niño que veas tú en una chabola coge la guitarra y no sabe poner la mano izquierda, pero con la derecha te hace un ritmo ahora mismo.” (Enrique de Melchor)
“El 95% de los payos tienen la voz de colibrí y el gitano no tiene colibrí ninguno.” “Cuando no tenía la finquita […] me iba al río a bailar descalzo sobre los eucaliptos.” (El Farruco)
“Me hablaron de que yo le contestara en un artículo del periódico, pero no quise porque yo a él lo respetaba, era mucho mayor… Vamos, mayor: podía ser mi tatarabuelo.” (Fernanda de Utrera, sobre Juan Talega, que dijo que la voz de la mujer no era para el cante.)
“Se abrieron las puertas del flamenco, y dejó el flamenco de convertirse en una ceremonia secreta, que es lo que era.” (Fernando Quiñones)
“Ten en cuenta que [los artistas flamencos] hemos estado mucho tiempo aguantando borrachos.” (Fosforito)
“Si un castellano es amigo de un gitano, ¿por qué no va a entrar [en una boda gitana]? ¡Eso son tonterías!” (Joselero)
“Yo en mi vida he cantado a gusto siete u ocho veces.” (El Lebrijano)
“Cuando estuve condenado canté en un coro, con cántabros, en la cuerda de tenores de un auténtico orfeón”, y más adelante: “Que me saco la correa para ahorcarte en ese olivo.” Estas citas las marco porque son las dos en versos de ocho sílabas. Resulta que este cantaor, Luis Caballero, hablaba en romance.
“Las hipocresías del mundo del arte le desagradaban y se retiró.” (Manuela Carrasco, sobre su padre)
“Te lo da la tierra.” (El Mono de Jerez, refiriéndose al cante y al baile.)
“Me vuelvo loco muchas veces en mi casa. Me paso horas y horas y horas tratando de meter un acorde, solo uno, un acorde que esté dentro.” (Paco de Lucía)
“En Jerez no existe la egb.” (El Salmonete)
“Eso es lo mejor que habéis inventado ustedes, el avión.” “Canto con los ojos cerrados porque mi cante tiene mucha pureza.” (Terremoto)
“Mi marido ya llevaba varios años de muerto.” (Tía Anica la Piriñaca)
En esa última conversación hay una pregunta que me gusta mucho y que creo que resume en cierto modo el libro, curiosidad y misterio. Le recuerdan a la Piriñaca su famosa frase sobre que cuando canta le sabe la boca a sangre: “Pero ¿le sabe la boca a sangre de verdad o qué quiere decir?” ~
Es escritora. Su libro más reciente es 'Lloro porque no tengo sentimientos' (La Navaja Suiza, 2024).