Matar da mucha sed

Paraรญsos en el infierno. Drogas y guerra civil espaรฑola

Jorge Marco

Comares

Granada,, 2021, 434 pp.

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โ€œMatar da mucha sedโ€, afirma uno de los hombres que participan, bota en mano, en la matanza de โ€œfascistasโ€ que tiene lugar en un pequeรฑo pueblo espaรฑol en los inicios de la revoluciรณn de julio de 1936. Ernest Hemingway narra magistralmente el episodio, en boca de la guerrillera Pilar, en el dรฉcimo capรญtulo de la novela Por quiรฉn doblan las campanas (1940). No puedo evitar el estremecimiento cada vez que leo esas pรกginas; me ocurriรณ la primera vez, ya lejana en el tiempo, y me sigue ocurriendo en todas mis relecturas. Como Pilar le cuenta al voluntario norteamericano Robert Jordan, un dรญa de 1937, ocurrieron muchas cosas: โ€œMuchas, muchas, y todas bellacas. Todas, incluso las gloriosas.โ€ A la muerte de los guardias civiles le siguiรณ, aquella jornada, la de una veintena de vecinos, en una sangrienta coreografรญa ideada por Pablo, pareja de Pilar, que tuvo lugar en la plaza, coronada por un barranco. No hubo disparos. Se asesinรณ a golpe de bieldos, cayados, aguijones, hoces, guadaรฑas, con las manos o despeรฑando a las vรญctimas. La degollina terminรณ en el interior del ayuntamiento, en donde algunos rezaban y se confesaban con el cura. Durante el macabro espectรกculo circulรณ el alcohol y los borrachos protagonizaron no pocas โ€œheroicidadesโ€. Unos bebรญan a gollete de botellas de anรญs y coรฑac, expropiadas del bar de los seรฑores, y otros de botas que pasaban de unas a otras manos. En Espaรฑa, sostiene la aguerrida Pilar, โ€œcuando la borrachera es de otras bebidas que no sean el vino, es una cosa muy fea y la gente hace cosas que no hubiera hecho de otro modoโ€.

Como no podรญa ser seguramente de otra forma, este pasaje de la celebรฉrrima obra de Hemingway es recogido y comentado en el libro Paraรญsos en el infierno. Drogas y guerra civil espaรฑola. El autor, Jorge Marco, analiza el impacto en la guerra civil espaรฑola (1936-1939), tanto en los frentes como en la retaguardia, del consumo de alcohol, tabaco, morfina, cocaรญna, cannabis y anfetaminas. El tema no es baladรญ. Desde una historia militar modernizada, que no olvida ni lo social ni lo cultural, se penetra en lo colectivo, pero asimismo en lo individual de toda experiencia bรฉlica. Los efectos fรญsicos y psicolรณgicos causados por esta รบltima en combatientes y civiles constituyen un elemento esencial, demasiadas veces olvidado por la historiografรญa. Resulta bien establecido que el uso de sustancias psicoactivas aumentรณ desde la mecanizaciรณn de la guerra en el siglo XIX. A los tradicionales e inevitables vinos, cervezas y licores se sumaron con fuerza la morfina, en la guerra civil americana, la cocaรญna en la Gran Guerra y las anfetaminas y metanfetaminas en la Segunda Guerra Mundial. El consumo de todas estas sustancias iba mucho mรกs allรก de cualquier utilizaciรณn mรฉdica legal o socialmente aceptada. Las culturas militares occidentales integraron este aspecto a lo largo de la รฉpoca contemporรกnea.

En los รบltimos aรฑos se han traducido al castellano algunos interesantes trabajos sobre drogas y guerras โ€“en especial,ย El gran delirio. Hitler, drogas y elย IIIย Reich, de Norman Ohler, oย Las drogas en la guerra. Una historia global, de ลukasz Kamieล„skiโ€“, pero no contรกbamos hasta ahora con ningรบn estudio en profundidad centrado en Espaรฑa. Algunos puntos, como la cultura catรณlica o las experiencias norteafricanas, inducen a pensar en particularidades hispรกnicas en las relaciones guerreras con el mundo de las sustancias psicoactivas. Enย Paraรญsos en el infierno. Drogas y guerra civil espaรฑolaย โ€“el guiรฑo a los paraรญsos artificiales de Charles Baudelaire resulta nรญtidoโ€“, Jorge Marco dedica la primera y la segunda partes, respectivamente, al alcohol y al tabaco, mientras que las cuatro drogas restantes se convierten en el centro de interรฉs del tercer bloque de la obra. No se pierde en ningรบn momento la perspectiva internacional. La abundancia de fuentes bibliogrรกficas, de hemeroteca y archivรญsticas disponibles para el estudio del consumo de alcohol y de tabaco, algo normalizado y cotidiano en la sociedad de la รฉpoca, contrasta con la relativa escasez de materiales para abordar adecuadamente el uso no mรฉdico de la morfina o de la cocaรญna. La aproximaciรณn que el autor nos propone se funda en cuatro ejes โ€“discursos, experiencias, polรญticas, esfuerzo bรฉlicoโ€“ y trasciende un enfoque exclu- sivamente centrado en los efectos operativos en el campo militar.

El consumo alcohรณlico estaba muy arraigado en la sociedad espaรฑola de los aรฑos treinta. Nunca llegaron a cuajar los discursos promoderaciรณn o abstinencia, al contrario de lo ocurrido en paรญses del norte de Europa o Estados Unidos. No solamente el alcohol tenรญa un importante papel en la cultura masculina, sino que era bebido con normalidad por parte de los niรฑos varones. Con la llegada de la guerra en 1936, sin embargo, en el รบnico aspecto en el que coincidieron republicanos y sublevados fue en la condena de los borrachos, tanto en primera lรญnea como lejos del frente. La propaganda republicana insistiรณ mรกs que la nacional en el mal lugar de la bebida en las nuevas masculinidades respetables en construcciรณn. En la otra Espaรฑa predominaron actitudes mรกs pragmรกticas y personalistas, derivadas de la cultura castrense legionaria, que tuvieron como consecuencia la coexistencia del discurso de la respetabilidad con lo que Marco denomina la prรกctica de masculinidades chulescas y castizas. Aunque en mucha menor medida, algo de ello hubo tambiรฉn entre los republicanos. Acusar al otro de alcoholismo y bestialidad sรญ fue algo que aunaba la propaganda de ambos campos: la denigraciรณn del borracho Queipo de Llano o de los โ€œmoritosโ€ viciosos tenรญa su espejo en la de los โ€œrojosโ€ degenerados y el general Miaja enloquecido por el aguardiente. La deshumanizaciรณn del enemigo es un clรกsico.

Comoquiera que sea, el consumo de alcohol durante la guerra civil espaรฑola fue muy abundante, como asegura el autor: โ€œLos combatientes republicanos y sublevados emplearon el alcohol โ€“mรกs allรก del vaso de vino diario de las comidas, del uso analgรฉsico utilizado con los heridos y de los casos de adicciรณn al alcoholโ€“ tanto por motivos psicolรณgicos como fisiolรณgicos. Entre los primeros, el consumo de alcohol se utilizรณ para infundir coraje, para reforzar los lazos de camaraderรญa, para quitar las penas, para combatir el aburrimiento, para celebrar victorias y como premio despuรฉs del combate. Respecto a las necesidades fisiolรณgicas, principalmente se utilizรณ para adquirir energรญa y para combatir el hambre, la sed y las temperaturas extremas a las que los soldados estaban sometidos, ya fuera frรญo o calor.โ€ Jorge Marco nos da en las pรกginas del libro numerosos ejemplos de todo ello, a veces acompaรฑados por fotografรญas de la รฉpoca. El alcohol se convirtiรณ, en consecuencia, en un artรญculo de primera necesidad y el suministro a los frentes creรณ enormes quebraderos de cabeza en ambos bandos. Las imprescindibles regulaciones favorecieron los acaparamientos y el mercado negro, la adulteraciรณn del producto y las intoxicaciones. Parece demostrada la relaciรณn entre alcoholismo y guerra de 1936-1939 en Espaรฑa.

Si en el caso del alcohol no existiรณ una coincidencia en los dos bandos por lo que al discurso hegemรณnico sobre su papel en la sociedad y en la guerra se refiere, en el del tabaco, en cambio, esta fue prรกcticamente total. Fumar era, como se dijo mรกs de una vez, una suerte de โ€œvicio nacionalโ€ y la adicciรณn no cuestionaba la respetabilidad masculina. El caso de las mujeres era sensiblemente distinto. Teniendo en cuenta que el tabaco constituรญa, como el alcohol, un producto imprescindible para los combatientes, que afectaba gravemente a la moral guerrera, los temas vinculados con la llegada de cigarrillos, papel de fumar y puros al frente pasaron a ser de vital importancia para los ejรฉrcitos. Las vicisitudes de la Compaรฑรญa Arrendataria de Tabacos en las llamadas Espaรฑas republicana y nacional condicionaron el abastecimiento. Mientras que, entre los sublevados, con la excepciรณn de septiembre, octubre y noviembre de 1936, hubo abundancia de tabaco durante todo el fratricidio, en el lado republicano la escasez fue persistente desde principios de 1937. Para octubre de aquel aรฑo, el autor alude ya a โ€œlas dimensiones de una crisis socialโ€. La Compaรฑรญa General de Tabacos de Filipinas habรญa dejado de proveer de tabaco al gobierno de la repรบblica. Ello tuvo gravรญsimos efectos sobre la moral de soldados y civiles. No faltรณ el recurso al mercado negro; en algunos casos, incluso, se picaron calcetines para enrollarlos en papel y fumar. Marco introduce la idea de la existencia de una autรฉntica cultura patriรณtica tabaquista.

Los discursos sobre la morfina y la cocaรญna eran, en la Espaรฑa de la dรฉcada de 1930, claramente condenatorios. El uso entre los combatientes entre 1936 y 1939 no era desconocido, pero en ambos bandos se impuso el silencio, que contrastaba abiertamente con las acusaciones a los otros de ser unos vulgares y abyectos drogadictos. A diferencia de la utilizaciรณn militar, colectiva o individual, de estas sustancias en los ejรฉrcitos que combatieron en las dos guerras mundiales, no parece que en Espaรฑa se diese nada parecido. Seguramente influyeron en ello el anquilosamiento tรกctico militar, la falta de una industria farmacรฉutica importante y la asunciรณn en los dos bandos del discurso moral imperante. Sea como fuere, el consumo de morfina y cocaรญna creciรณ durante el conflicto civil. Algunos testimonios que se evocan en la obra apuntan en esta lรญnea. El morfinismo no fue un problema ausente de la Espaรฑa de posguerra. Mientras que el cannabis representa una excepciรณn muy hispรกnica hasta despuรฉs de la Segunda Guerra Mundial โ€“su consumo estaba vinculado con los hรกbitos de las tropas marroquรญes y de los legionarios y era considerado un โ€œvicio menorโ€โ€“, el uso de anfetaminas en la guerra de Espaรฑa constituye, por el contrario, en el estado actual de nuestros conocimientos, un mito. El autor abre una vรญa, para el caso de estas รบltimas drogas, que merece ser profundizada en futuros estudios. Deberรญan explotarse mรกs a fondo algunos archivos sobre la guerra civil espaรฑola.

Tras la lectura de este interesante libro me ha quedado una รบnica duda. Por lo que a los discursos sobre las sustancias psicoactivas se refiere, las pรกginas dedicadas a las masculinidades y a las otredades resultan muy estimulantes y sรณlidas. En cambio, las que abordan la cuestiรณn del nacionalismo cotidiano se me antojan asaz forzadas en algunos pasajes. No escapa el autor a una cierta banalizaciรณn del nacionalismo banal de Michael Billig, de la que una parte de la historiografรญa espaรฑola se ha librado en los รบltimos tiempos. La hipernacionalizaciรณn analรญtica diluye inevitablemente el objeto. En cualquier caso, Paraรญsos en el infierno. Drogas y guerra civil espaรฑola es una aportaciรณn historiogrรกfica excelente. Su planteamiento podrรญa extenderse a otros conflictos patrios, desde las carlistadas del siglo XIX hasta las guerras africanas del siglo XX, sin olvidar la de Cuba. La obra de Jorge Marco nos recuerda, afortunadamente, que, como mรญnimo en el pasado, las guerras las hacรญan los hombres โ€“y, en ocasiones, las mujeresโ€“, con todas sus virtudes y con todos sus defectos. Y, estรก claro, con todos sus vicios mรกs o menos confesables. ~

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Jordi Canal (Olot, Girona, 1964) es historiador. Es catedrรกtico de la ร‰cole des Hautes ร‰tudes en Sciences Sociales, de Parรญs. Su libro mรกs reciente es '25 de julio de 1992. La vuelta al mundo de Espaรฑa' (Taurus, 2021).


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