1967. Syd Barrett, fundador y lรญder de la banda de rock progresivo mรกs famosa de todos los tiempos, Pink Floyd, sufre un colapso mental durante un concierto en vivo. El famoso guitarrista se queda congelado en un acorde, su mundo interior deja de girar e ingresa a un bucle infinito del cual no puede escapar. Un artista de รฉpoca sufre una emboscada de su principal aliada: la mรบsica. Tras haber encarnado al “antibรกrbaro” Orfeo, como lo llama Vladimir Jankรฉlรฉvitch en La mรบsica y lo inefable (1961), Barrett camina hacia el abismo guiado por el canto de las sirenas. Se develan las dos caras de la luna: la mรบsica como elรญxir para escapar de la galera que supone la conciencia y tambiรฉn como potencia destructora.
El hombre es una especie musical como ninguna otra. Ejercitar la experiencia armรณnica sin ningรบn objetivo de por medio, “no imitar, no hablar de nada, estar en otra parte, no enredarse con lo que, sin excepciรณn, las otras formas de creatividad humana se encuentran mรกs o menos comprometidas”, es, segรบn Clรฉment Rosset, aquello que la hace diferente. Asรญ que la mรบsica tiene la mente a su merced, y puede hacer con ella lo que le plazca. Las fronteras de la realidad no entran en juego e ingresamos en un territorio en que los lรญmites de la mente y de la experiencia se disuelven. “Esta operaciรณn irracional e incluso inconfesable se cumple al margen de la verdad: por ello estรก mรกs cerca de la magia […] se dirige no a la parte racional y rectora del espรญritu, sino al existente psicosomรกtico en su conjunto”, explica Jankรฉlรฉvitch. Y el existente psicosomรกtico se vuelve un pรกramo de infinitas posibilidades.
La mรบsica y la locura han tenido una estrecha relaciรณn desde siempre. No es casualidad que Orfeo haya sido enloquecido por las mรฉnades. El neurรณlogo detective de la mente Oliver Sacks (Londres, 1933) nos entrega en Musicofilia el resultado de sus pesquisas en estas zonas extraterritoriales de la mente. Y a partir de lo encontrado construye, en un gรฉnero mucho mรกs cercano a la narrativa que al ensayo de divulgaciรณn cientรญfica, relatos sobre las posibilidades de la mente y su insondable relaciรณn con la mรบsica. De la misma manera que Edipo Rey no trata de un hombre que se acuesta con su madre, las historias de Sacks no son casos mรฉdicos sino arquetipos de la experiencia humana, mitos contemporรกneos.
Para muestra, algunas de las conclusiones que se extraen de los casos relatados en el libro.
La mรบsica puede ser tan encantadora como terrible: un hombre, que tras ser alcanzado por un rayo desarrolla una extraรฑa fascinaciรณn por la mรบsica, escucha melodรญas en su cabeza y siente una inexpugnable necesidad de interpretarlas. Por otra parte, un mรบsico desarrolla una extraรฑa condiciรณn mental en la que ciertas frecuencias y gรฉneros musicales le desatan violentos ataques de epilepsia.
William James en sus Principios de psicologรญa sugiere que la percepciรณn humana no es continua. Es mรกs bien una sucesiรณn extremadamente rรกpida de imรกgenes fijas. Y la mรบsica puede funcionar como hilo conductor entre los momentos de oscuridad que hay entre una fotografรญa y la siguiente. Un hombre de edad mediana es vรญctima de un fulminante ataque de amnesia, y sรณlo la mรบsica le permite tener una experiencia de vida continua: la mรบsica redime. Una mujer con una lesiรณn cerebral es incapaz de percibir la experiencia musical como un todo y la desmenuza en una serie tonos y sincronรญas sin un sentido completo: la mรบsica condena.
La sinestesia es una extraรฑa condiciรณn que conecta la estimulaciรณn de un sentido con otro. Asรญ, la experiencia musical se puede combinar con la visualizaciรณn de imรกgenes y colores. Mientras un hombre no concibe su vida sin el despliegue multicolor que le despierta la experiencia musical, un mรบsico de conservatorio se ve obligado a dejar su profesiรณn porque el cรบmulo de imรกgenes que se forman en su cerebro con la mรบsica le impide interpretarla con precisiรณn: la mรบsica es caprichosa.
Es aprisionante y liberadora: las alucinaciones musicales son un fenรณmeno comรบn y activan las zonas del cerebro involucradas en la apreciaciรณn musical. Se puede reproducir una sinfonรญa o un viejo jingle de la infancia sin estรญmulo externo de por medio con la misma intensidad que con unos audรญfonos a todo volumen. Puede ser el goce mรกximo, o puede ser desquiciante.
El mismo Sacks ha padecido algunas de las condiciones mentales relatadas y en ese sentido este libro se vuelve un poco mรกs personal que los anteriores. Es mรฉdico y paciente. Es Dante y es Virgilio.
La literatura se ocupa de generar mundos no existentes que representan el mundo que habitamos. Esto es precisamente lo que sucede con los casos descritos por Sacks, al que quizรก sรณlo se le puede reprochar las a veces excesivas e intrusivas notas al pie de pรกgina, que por momentos parecen mรกs un despliegue de erudiciรณn que apoyos para el texto.
Aรฑos despuรฉs de haber destituido de la alineaciรณn de Pink Floyd a Syd Barrett, Roger Waters compuso en su honor “Shine on You Crazy Diamond”. La cicatriz que Barrett dejรณ al rock aรบn rezuma un vaho de inmortalidad, la huella de un hombre que visitรณ terrenos destinados sรณlo a la divinidad y pagรณ el precio. Come on you raver, you seer of visions, come on you painter, you piper, you prisoner, and shine!, escribiรณ Waters para el vapuleado guitarrista. La mรบsica da y la mรบsica quita. Decรญa Wittgenstein que de aquello que no se puede decir nada, es preferible permanecer en silencio. Callemos pues, no intentemos ahondar en lo inefable. Escuchemos y esperemos que sean las melodรญas de Orfeo las que funjan como mรบsica de fondo de nuestras vidas. Que las sirenas no dispongan lo contrario. Que el oscuro abismo que eclipsa el brillo del diamante permanezca a raya. Escuchemos y esperemos. ~