DecĂa el narrador de La nieve, uno de los cuentos de Llamadas telefĂłnicas, de Roberto Bolaño, que el amor y la muerte son las dos Ășnicas cosas verdaderas de la vida. Se trata de uno de esos pasajes en los que parece no suceder nada cuando sucede todo. En una noche de borrachera cualquiera, mirando unas fotos, los dos personajes protagonistas recuerdan a la chica de la que ambos estĂĄn enamorados. Ambos reconocen el dolor ajeno, pero no dicen nada. Uno abraza al otro y se pone a cantarle al oĂdo una canciĂłn que habla de esas verdades.
La parcela, el libro mĂĄs reciente de Alejandro SimĂłn Partal âhasta ahora, conocido como poeta y dramaturgoâ, publicado en Caballo de Troya con JonĂĄs Trueba como editor invitado, me recordĂł a ese hermoso y desolador pasaje del cuento de Bolaño. Una escena cotidiana, unas fotos, una canciĂłn, las miradas, los silencios de los personajes, lo que no dicen mĂĄs que lo que dicen, revela la esencia del relato: toda la tristeza que hay en ellos, sus almas rotas. La novela de SimĂłn Partal tambiĂ©n habla de eso, de las cosas verdaderamente importantes de la vida.
A partir de sus propias vivencias como docente cerca de Calais durante la crisis migratoria, pero desde el terreno de la ficciĂłn, Partal narra el encuentro entre dos personajes en crisis: un precario profesor universitario con una situaciĂłn familiar complicada y un inmigrante sirio que huye de su paĂs. Por circunstancias distintas, cada uno trata de escapar de sus realidades vitales, de los fantasmas y dificultades que padecen, y a travĂ©s de ese encuentro azaroso, de la creaciĂłn de un vĂnculo afectivo inesperado, ambos terminan resistiendo frente a esos contextos difĂciles, dĂĄndose respuestas el uno al otro. TambiĂ©n es ese dolor y ese enamoramiento lo que les termina igualando mĂĄs allĂĄ de sus distancias y de las situaciones personales que viven.
Sin perder la voz poĂ©tica de sus anteriores obras (recomiendo encarecidamente el poemario La fuerza viva, con el que ganĂł el XXXVIII Premio de PoesĂa Arcipreste de Hita), a travĂ©s de la mirada lĂrica y reflexiva del narrador protagonista, Partal construye una historia sobre las limitaciones humanas, las decepciones vitales âlaborales, sentimentales, existencialesâ, el peso de los orĂgenes sociales, del azar y la suerte en la vida, sobre la precariedad de la felicidad. Pero sobre todo, una historia de amor, una historia sobre la necesidad de amar y ser amado, mĂĄs allĂĄ de todo lĂmite. TambiĂ©n sobre la pĂ©rdida de lo amado como parte sustancial e inevitable de la vida. Ambos personajes estĂĄn repletos de muerte, de sombras, soledades, pĂ©rdidas, pesares, vacĂos, dudas y miedos, pero serĂĄ ese deseo y ese amor que sienten lo que les impulsarĂĄ a seguir hacia adelante, lo que les terminarĂĄ fortaleciendo frente a esas heridas que arrastran. La novela tiene por ello cierta condiciĂłn de cuento filosĂłfico, de reflexiĂłn acerca de la complejidad de la vida, de su condiciĂłn de oscuridad pero tambiĂ©n de luz, de la posibilidad de sufrir y tambiĂ©n gozar. Y con ello, acerca de la naturaleza ambigua del amor, de su posibilidad de opresiĂłn y al tiempo liberaciĂłn.
âAquĂ la vida es aquello que aguarda la noche. Desde que amanece, todo se dirige a ese final: la luz es descanso de oscuridad. La luz es oscuridad sin direcciĂłnâ, dirĂĄ el narrador en un revelador pasaje. En esa voz poĂ©tica, llena de melancolĂa por lo sucedido y aĂșn por suceder, reside la sustancia personal del autor: su mirada sombrĂa y al tiempo bella sobre el mundo. A travĂ©s de esa voz singular se va configurando un relato que se plantea asĂ como lĂșcida reconstrucciĂłn de un espacio de la memoria emocional, un diĂĄlogo acerca del significado de la identidad, de sus relaciones con esa memoria, con el recuerdo, la herencia, el entorno, la intimidad, los secretos y misterios que albergamos, con los vĂnculos sentimentales que creamos a lo largo de la vida.
La parcela termina siendo una emotiva y profunda indagaciĂłn en ese mismo concepto que da tĂtulo a la novela, en sus significados distintos, en las parcelas interiores y exteriores que hay en nuestras vidas y que nos conforman. A travĂ©s de la figuraciĂłn del yo, de la transformaciĂłn de la verdad mediante la escritura de la propia subjetividad, de la mezcla de lo ficticio y lo real, SimĂłn Partal construye todo un pensamiento literario, revela ideas, reflexiones, sentimientos, conflictos en los que nos reconocemos, esas verdades de las que tambiĂ©n hablaba el cuento de Bolaño. Como decĂa Lucia Berlin, con todo, en cualquier texto bien escrito, lo que nos emociona no es identificarnos con una situaciĂłn, sino reconocer esa verdad.