La EspaƱa multicolor

Los colores de la polƭtica en la EspaƱa contemporƔnea

Jordi Canal (ed.)

Marcial Pons

Madrid, 2022, 474 pp.

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No hace mucho, en las elecciones de 2015, la polĆ­tica espaƱola mostraba un colorido extraordinariamente diverso, resultado de la emergencia de nuevas formaciones partidarias, como Podemos o Ciudadanos, que dilataban el espectro ideolĆ³gico del paĆ­s. La explosiĆ³n de colores en la publicidad enfatizaba el rojo delĀ PSOE, el azul delĀ PP, el naranja de Ciudadanos y el morado de Podemos. La gama de la polĆ­tica espaƱola tambiĆ©n registraba el ascenso del verde ecologista, el violeta feminista, el amarillo catalanista o el arcoĆ­ris de las asociacionesĀ LGBTIQ+.

Tal vez aquel cromatismo convenciĆ³ al historiador Jordi Canal, profesor en ParĆ­s y autor de una muy leĆ­da y comentada Historia mĆ­nima de CataluƱa (2015), de la conveniencia de emprender el original y estimulante proyecto de compilar un libro sobre los colores en la EspaƱa contemporĆ”nea. La empresa tiene algunos antecedentes historiogrĆ”ficos, especialmente en Francia, donde destacan los estudios pioneros de Maurice Agulhon, Michel Pastoureau y Dominique Simonnet.

Canal invitĆ³ a nueve historiadores, que desarrollaron los usos polĆ­ticos de cada uno de los nueve colores bĆ”sicos: blanco, negro, rojo, amarillo, morado, azul, violeta, verde y naranja. Los autores, Pedro RĆŗjula, Enric Ucelay-Da Cal, Eduardo GonzĆ”lez Calleja, Javier Moreno LuzĆ³n, XosĆ© M. NĆŗƱez Seixas, TomĆ”s PĆ©rez Vejo, Xavier Moreno JuliĆ”, MĆ³nica Moreno Seco, Fernando MartĆ­nez LĆ³pez y Alfons JimĆ©nez, trabajan con una idea flexible de lo ā€œcontemporĆ”neoā€, que generalmente se confunde con lo moderno, abarcando la historia de EspaƱa entre los siglos XIX y XXI.

Lo que encuentran es una proyecciĆ³n de los colores en la polĆ­tica espaƱola que evoluciona y cambia a razĆ³n de los actores, las instituciones y las ideas de la sociedad y el Estado. En las primeras dĆ©cadas del XIX se observa una identificaciĆ³n del blanco con el patriotismo antibonapartista, durante la guerra de independencia, pero tambiĆ©n con el carlismo. El negro, sin embargo, se asociaba con el liberalismo desde el Trienio Liberal (1820-23) y los Ćŗltimos aƱos del reinado de Fernando VII, tal vez por la vestimenta oscura de los masones.

Nunca fue exactamente bicolor la polĆ­tica espaƱola, ya que, como en AmĆ©rica Latina, hubo siempre mĆ”s de un liberalismo, un conservadurismo y un republicanismo. Pero en los momentos de mayor polarizaciĆ³n como las rebeliones de 1836 y 1854 o en la revoluciĆ³n de 1868, que pondrĆ­a fin al prolongado reinado de Isabel II, pareciĆ³ colorearse en blanco y negro. Aquella condiciĆ³n bicolor se asentarĆ­a en la tensiĆ³n y alternancia entre liberales y conservadores, durante la RestauraciĆ³n, y adoptarĆ­a una nueva forma a partir de los aƱos veinte.

Las resonancias del triunfo bolchevique en Rusia y el ascenso del movimiento obrero pintaron de rojo a la izquierda espaƱola. A toda la izquierda, desde la republicana hasta la anarquista, por lo que, como muestran Canal, RĆŗjula y GonzĆ”lez Calleja, el choque entre blancos franquistas y rojos republicanos, durante la Segunda RepĆŗblica y la Guerra Civil, en los aƱos treinta, homogeneizaba artificialmente cada bando.

Los usos de los colores, ademĆ”s, no eran rĆ­gidamente monocromĆ”ticos. La relaciĆ³n con la gama respondiĆ³ siempre a una dinĆ”mica publicitaria, que permitĆ­a apropiaciones del blanco desde la izquierda y del rojo desde la derecha. El retrato de Francisco Franco del pintor vasco Ignacio Zuloaga presentaba al dictador con boina roja, faja roja y bandera y capa en las que el amarillo se volvĆ­a imperceptible junto al gran despliegue del rojo.

TomĆ”s PĆ©rez Vejo aporta al volumen una distinciĆ³n conceptual de la mayor pertinencia. Un color puede simbolizar una causa o una corriente, pero no necesariamente a todos sus partidarios. El morado era, desde el siglo xix, el color de los comuneros y de la RepĆŗblica, aunque no quedarĆ” plenamente fijado en la bandera durante la primera experiencia de aquella forma de gobierno, entre 1873 y 1874, sino a partir de la segunda en 1931. Sin embargo, el color distintivo de los republicanos nunca dejĆ³ de ser el rojo.

El policromatismo que ilustraba la EspaƱa de 2015, en vez de revertirse, parece reinventarse en estos dĆ­as. En las Ćŗltimas elecciones municipales y autonĆ³micas, Ciudadanos y Unidas Podemos quedaron reducidos a formaciones polĆ­ticas marginales. El azul delĀ PP, que es tambiĆ©n el azul de la UniĆ³n Europea, y el rojo delĀ PSOEĀ siguen siendo mĆ”s visibles. Los nuevos colores que surgen, el verde de Vox, que antes fue verde demĆ³crata cristiano y verde ecologista, y el rosa de Sumar, que antes fue rosa feminista e indigenista, comienzan a imprimir nuevos tonos y matices en la polĆ­tica espaƱola. ~

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(Santa Clara, Cuba, 1965) es historiador y crĆ­tico literario.


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