รlvaro Uribe
Autorretrato de familia con perro
Mรฉxico, Tusquets, 2014, 242 pp.
“¿Dรณnde se estรก mejor que en familia?”, se preguntaba retรณricamente el padre de Marguerite Yourcenar, para aรฑadir de inmediato: “en cualquier parte”. La broma sirve para ilustrar la รบltima novela de รlvaro Uribe. No es la primera vez que desciende al infierno de lo domรฉstico; lo habรญa hecho ya, memorablemente, en El taller del tiempo, centrada en la carnicerรญa de la relaciรณn padre-hijo, y toca ahora turno a la fraternidad y al mรกs sagrado de los mitos mexicanos, la madre. Con base en diversas voces narrativas –recurso favorito del autor desde su primera novela, La loterรญa de San Jorge, y quizรก ya algo sobreexplotado–, en este caso las de parientes, amigos, conocidos y hasta la de la mascota (el perro salchicha, Canuto), se cuenta la feroz historia de los gemelos Adรกn y Alberto Urquidi y, sobre todo, de su madre, la rimbombante Malรบ. Desde el nacimiento, ella muestra una preferencia descarada y sin disimulos por Alberto, al que colma toda su vida de atenciones, mientras menosprecia olรญmpicamente a Adรกn. Pero la predilecciรณn tiene sus trampas y expone, al que la ejerce y al que la recibe, a peligros que los desfavorecidos no corren. Al final, desde luego, habrรก suficiente amargura y remordimiento para todos. A diferencia, sin embargo, de lo que ocurre en El taller del tiempo, que raya en lo trรกgico, en Autorretrato de familia con perro todo o casi todo transcurre en un tono de comedia u รณpera bufa. Y es que, como dirรญa Malรบ: “no es para tanto”.
Asombroso destino el de รlvaro Uribe. Filรณsofo de formaciรณn, cuentista borgiano en su juventud (si eventualmente se escribe una historia titulada La imitaciรณn de Borges en Mรฉxico, merecerรก capรญtulo aparte), docto en Federico Gamboa y las letras del Porfiriato, diplomรกtico en Parรญs y Managua, francรณfilo, peatรณn: todo se conjugรณ para hacerlo uno de nuestros novelistas mรกs destacados. Lo primero que leรญ de รฉl, si mal no recuerdo, fue El cuento de nunca acabar, en una infame ediciรณn universitaria (nada de quรฉ preocuparse: los ejemplares se apilaban tristemente en la librerรญa y bodega institucionales, y casi podrรญa jurar que ahรญ siguen). Uribe persistiรณ en su vocaciรณn de cuentista y logrรณ piezas notables (vรฉase, por ejemplo, La linterna de los muertos) hasta que descubriรณ que lo suyo, malgrรฉ Borges, era la novela… Vino entonces La loterรญa de San Jorge. Como รฉl mismo ha observado en un ensayo indispensable para comprender su obra (“Cosa de tiempo”, incluido en La parte ideal; Uribe es, ademรกs, un fino ensayista), se trataba en realidad de una novela hecha de relatos, la novela de un cuentista. Ambientada en un trasunto de la Nicaragua sandinista, narra una serie de historias donde se cruzan el amor y la รฉpica cuya forma remite de manera transparente a cuentos como “Tema del traidor y del hรฉroe” o “La forma de la espada”. No falta el capรญtulo que aspira al รญndice de Historia universal de la infamia (“La indulgencia imperdonable de Ramรณn Cerezo”), los giros verbales tรญpicos del Maestro (“Ya sรฉ que habrรญa otras maneras tรญpicas de imaginarlo. Para mรญ, lo que cuenta es que esa es la que me habita implacablemente”) y el totalmente innecesario final fantรกstico (referencia a “La flor de Coleridge” incluida). Este es un punto a resaltar: Uribe suele apostar fuerte en los finales y es ahรญ en donde mรกs de una vez ha estado a punto de echar a perder todo. De manera escalofriante, en su tercera novela, la ya mencionada El taller del tiempo, donde una trama psicolรณgica magnรญficamente construida se tambalea cuando el autor se empeรฑa en agregarle el toque fantรกstico. Antes, en Por su nombre, habรญa inaugurado un camino distinto, uno que no pasa por la aduana fantรกstica, y que es sin duda su mejor versiรณn. Allรญ aparece por primera vez su รกlter ego Manuel Artigas (suerte del Nathan Zuckerman de Philip Roth), el juego de identidades, los personajes escritores y artistas, la conciencia narrativa, los dilemas del deseo, etc. Es el mundo que se prolonga en Morir mรกs de una vez, junto con aquella su mayor logro novelesco a la fecha. Entre ellas publicรณ la que seguramente es su obra mรกs famosa (adaptada incluso al cine), pero mรกs bien convencional y previsible: Expediente del atentado, nueva novela polifรณnica sobre un fallido atentado a Porfirio Dรญaz que naciรณ, supongo, del interรฉs de Uribe por el Porfiriato y Gamboa, al que ha dedicado una biografรญa (Recordatorio de Federico Gamboa). Sobra decirlo: un talento narrativo como el de Uribe estรก para mucho mรกs que thrillers polรญticos o novelas histรณricas pulcra o hasta virtuosamente compuestos. Cuando se pone en juego รฉl mismo, como en las obras aludidas, su estatura artรญstica aumenta de manera considerable. Aquel narrador –correcto, pero en el fondo inocuo– deberรญa ir a parar al mismo baรบl donde el autor guardรณ al escrupuloso imitador de Borges para que el otro Uribe, el mejor Uribe, tenga todo el campo abierto.
Morir mรกs de una vez habรญa dejado la vara bastante alta. Autorretrato de familia con perro no la iguala y mucho menos la supera (naturalmente, no se puede esperar que cada obra de un autor supere a las precedentes, pues en una carrera dilatada como ya es la de Uribe necesariamente se alternan obra mayores y menores, mรกs y menos ambiciosas), pero es una novela muy legible, entretenida y con sentido del humor. En algunos aspectos vuelve a los terrenos que habรญa explorado en sus mejores novelas (el enmascaramiento, la autorreferencialidad, la vida confundida con la obra), pero hay algo que sigue atando a Uribe a una forma novelesca convencional, demasiado apegada aรบn a los cรกnones del realismo; algo que le impide dar el รบltimo paso y acabar de romper los moldes y mezclar sin distingos la realidad con la ficciรณn, como lo han hecho magistralmente, digamos, Roth o Coetzee. Ojalรก lo haga, pero, como escribe Alberto Urquidi y Uribe sabe mejor que nadie, el narrador tiene la รบltima palabra. ~
(Xalapa, 1976) es crรญtico literario.