Temporal, de Nicanor Parra. Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales, 2014. 62 pรกginas.
Dice estar preparado para ser el mรกs longevo en la historia de los chillanejos. Habrรก que esperar al aรฑo 2030 para que Nicanor Parra quiebre la marca de 116. Mientras tanto la antipoesรญa, fresca y campante, da noticias. En medio de las celebraciones chilenas por el centenario circulรณ una delgada prueba de que todo continรบa. La recuperaciรณn de un libro de 1987 aรฑade un inรฉdito a la extensa “Opera Omnia”: se titula Temporal y estรก a la altura de quien se espera una fuga hacia delante, un poema o un gesto que saque a la poesรญa de la reclusiรณn y el atolladero.
Habrรญa que volver al aรฑo en que fue grabadopara comprender el trasfondo de este trabajo perdido durante mรกs de dos dรฉcadas. La historia del original, del que no se conservan manuscritos, ha sido recogida en la prensa, y dice que en 2013 el editor Adรกn Mรฉndez accediรณ a los casetes que guardaba el crรญtico Renรฉ de Costa, y encontrรณ al autor leyendo dos veces el libro al que aludรญa en la secuencia de una entrevista. De allรญ la transcripciรณn de Temporal, en el que Parra persigue un nuevo cometido del antipoeta, resumido en la expresiรณn “Yo soy la voz de la tribu”. Por entonces decรญa estar “embarcado en la lucha por la democracia en Chile”, dispuesto a “operar en un frente muy especรญfico y definido”. Dejaba atrรกs la autarquรญa de “Soliloquio del Individuo”, de Poemas y antipoemas (1954), y salรญa en busca de la expresiรณn eficaz en un contexto peligroso, represivo, en el que existรญa una frontera en la que hablar era suicida. Parra avanzaba hacia el lรญmite en el que su transgresiva crรญtica del mundo y de la especie humana podรญa sobrevivir.
En un momento en el que el subgรฉnero se desbarataba, Parra estaba convencido de que “por fin se inventรณ la poesรญa social”. Con esta provocaciรณn le disputaba, de partida, el lugar a la vieja guardia de poetas de izquierda y a la casta chilena de polรญticos activos, de derecha, haciendo del ritmo y la mรฉtrica sus armas de embestida. Entre Hojas de Parra (1985) y Poemas para combatir la calvicie (1993) trabaja la “oralidad musical” que dejรณ a la posteridad, en parte, en una cinta de audio. En otra grabaciรณn, hecha poco despuรฉs de Temporal, refiere a la matriz poรฉtica de entonces. En un pasaje de Conversaciones con Nicanor Parra da a Leonidas Morales la clave de composiciรณn, la medida en la que encuentra al “fantasma de la tribu”: con once sรญlabas se expresa –en espaรฑol y en inglรฉs, lengua subterrรกnea de la antipoesรญa– el “comรบn de los mortales”.
Atento a la vigilia del oรญdo, escribe la anticrรณnica de lo vivido en pocos dรญas del invierno del 87, entre abundancia de lluvias y discursos. El caudal que desborda al Mapocho y divide violentamente a Santiago desata el temporal de una voz que empuja con fluidez y potencia lo que tiene delante. Un accidente natural es un problema del lenguaje, por lo tanto un asunto polรญtico: “Esto no es una catรกstrofe camarada / Temporal desatado cuando mucho”. Asรญ comienza “Opiniones del hombre de la calle”, que reรบne textos a la manera libertaria de los Artefactos, y sigue: “Tiene razรณn el hombre / El 11 de septiembre sรญ que fue una catรกstrofe”.
Por lo menos una vez Parra se refiriรณ a este libro como “un poema largo”, aunque cada texto (21 mรกs la serie de “Opiniones”) se sostiene en su unidad formal, en versos endecasรญlabos y versรกtiles, no siempre regulares, que se encadenan con octosรญlabos o versos menores. Con esta forma mezcla –segรบn su reflexiรณn prosรณdica– el habla del Quijote y de Sancho. Las alusiones no son casuales. Temporal remite a la aventura espaรฑola del XVI y el XVII y regresa, dentro del tiempo de la obra de Parra, a la transiciรณn del antipoema al artefacto, del hecho sonoro al visual, un camino en el que acaso busca modificar la expresiรณn para no distanciarse de los hรกbitos verbales de la tribu. Las figuras del poeta que predominan son la del boxeador, “en defensa propia”, y la del locutor que “no responde por las malas noticias”, definidas en Artefactos. El resto deriva de Poemas y antipoemas como una retรณrica del cuestionamiento que, en el premonitorio “Test”, de Obra gruesa (1969), pregunta si la antipoesรญa es “Un temporal en una taza de tรฉ”.
Mรกs allรก del fenรณmeno de 1987, Parra conoce agitaciones de todo tipo, incluso la forma nublada de la conjuraciรณn. Llueva o no, todo es temporal. De este modelo parriano de filosofar a martillazos, en 60 pรกginas, permanece una memoria que es mucho mรกs amplia que los acontecimientos a la vista. รltimo verso: “Los degollados tienen la palabra”. Entre este endecasรญlabo de 1987 y ahora que Parra resurge de un casete, existe un hueco abismal en la historia de Chile y del continente. Algo quiere decir el extravรญo, la desapariciรณn temporal de este libro de emergencia, y a ello Parra da respuesta, abriรฉndose paso con sus aguafuertes. Aunque Temporal no llega a explotar todos los recursos conocidos de la antipoesรญa (enunciado de la mente en blanco, sรญntesis del oรญdo y el ojo), su voz corrosiva, รกspera y vitalsesuma al pleno legado de un clรกsico.