James Merrill
Divinas comedias
Traducciรณn de Jeannette L. Clariond y Andrรฉs Catalรกn
Madrid, Vaso Roto, 2013, 118 pp.
Aunque no suelo hacer confesiones, digamos, de taller, excepcionalmente he de reconocer algo aquรญ: he tenido que leer dos veces Divinas comedias, de James Merrill (Nueva York, 1926-1995), para escribir esta reseรฑa. Y no es que no relea libros –lo hago a menudo, por placer–, sino que muy raramente, por no decir nunca, he de hacerlo para poder hablar de ellos, incluso de los mรกs abstrusos o irracionales. En este poemario, que ganรณ el premio Pulitzer de poesรญa en 1977, y que ahora se publica por primera vez en castellano, con la diligente traducciรณn de Jeannette L. Clariond y Andrรฉs Catalรกn, la forma es narrativa: los hechos, aparentemente hilvanados, se describen siempre sobre un trasfondo reconocible, fรกctico, y la propia biografรญa del poeta asoma en casi todos los poemas; conociรฉndola, no resulta difรญcil identificar a los personajes y lo que les sucede. Y, sin embargo, es casi imposible saber –en una primera aproximaciรณn, al menos– quรฉ dice Merrill, quรฉ sentido tiene lo narrado. Las imรกgenes, abigarradas, se articulan desordenadamente, con elipsis y conexiones no necesariamente causales. En estos relatos de la cotidianidad, en los que se entrelazan los recuerdos de la niรฑez y los sobresaltos de la conciencia, confluyen las voces de seres y de espรญritus, las referencias veladas a mรบltiples obras musicales, artรญsticas y literarias, los ecos de personajes que estรกn presentes en el momento de la escritura y de otros que pertenecen al pasado, al futuro o a la nada: al mundo de los muertos. Y tambiรฉn los saltos temporales y espaciales. En “Perdido en la traducciรณn”, que juega con la memoria y el enigma, Merrill explicita este perturbador dinamismo cronolรณgico: “Pero volvamos atrรกs. Todo esto sucede aรฑos despuรฉs.” En “Campanadas para Yahya” escribe tambiรฉn: “transcurren treinta aรฑos”, y a continuaciรณn se sitรบa en Isfahรกn, en Persia, tras los fragmentos precedentes, en los que se encuentra en su casa de Atenas (donde, durante muchos aรฑos, Merrill pasaba los inviernos con su compaรฑero, el escritor David Jackson) y “en un coche cama rumbo al sur por navidad”, respectivamente. Este enmaraรฑamiento de hechos y circunstancias, tras una forma engaรฑosamente coloquial, es caracterรญstico de un sector de la poesรญa norteamericana mรกs reciente, en la que tambiรฉn militan otros autores notables, como John Ashbery o Jorie Graham. Pero, en el caso de Merrill, la incomprensiรณn se acentรบa por su deliberada inmersiรณn en el misterio. Es conocido su creciente interรฉs por el espiritismo y las ciencias ocultas, cuya mejor plasmaciรณn se halla en The Changing Light at Sandover, publicado en 1982, y del que hay una muestra expresa en Divinas comedias, “รltima voluntad”, una diรกfana alusiรณn a la muerte y a la vida de ultratumba. En este poema –en el que se pasa instantรกneamente de “estar rodeado por los negrรญsimos/ muros de un cuarto de estar que es/ de David el Sabio” a un “hotel oscuro” cerca del Sena–, las voces convocadas por la gรผija, a la que Merrill atribuรญa una indubitada capacidad de revelaciรณn, se consignan en mayรบsculas, con abreviaturas y con el sinsentido propio de las manifestaciones de ultratumba, lo que hace que se acerquen mucho a la escritura automรกtica de los surrealistas: “ESTAS TORVAS PRESENCIAS DISEรADAS PARA LOS MUERTOS/ CUANDO CAMBIAN DE MANOS EXIGEN SACRIFICIO/ RECUERDA SU PRIMER AรO CHEZ VOUS T CARA/ SE VOLVIร OFRENDA DE ORO ICTERICIA DJO EL DOCTOR.” Tambiรฉn en “Perdido en la traducciรณn”, ese poema ya clรกsico de la literatura estadounidense contemporรกnea, que inspirรณ la pelรญcula homรณnima de Sofia Coppola, aparece un mรฉdium y se alude al karma: el mรฉdium adivina, en una sesiรณn diurna, que la pieza que falta del rompecabezas de madera estรก escondida en una caja. Todo “Perdido en la traducciรณn” –un poema autobiogrรกfico, proustiano– es un juego de enigmas, un puzzle en sรญ mismo, que involucra la infancia de Merrill, acompaรฑado por esa mademoiselle alsaciana que le habla en francรฉs y alemรกn, y sus lecturas del francรฉs Paul Valรฉry y del alemรกn Rainer Maria Rilke. El montaje imposible de un rompecabezas al que le falta una pieza –que el niรฑo Merrill, en realidad, ha escondido– se constituye en metรกfora de la construcciรณn de la conciencia y el curso incompleto de la vida, siempre anhelante de algo ausente, de algo, acaso, inalcanzable. Sin embargo, la confusiรณn y el absurdo a que conduce el encaje imposible de las piezas se despejan con la revelaciรณn de que la traducciรณn de “Palme”, de Valรฉry, hecha por Rilke, que el protagonista dice llevar dรญas buscando infructuosamente en Atenas, estรก ya presente en el poema desde el epรญgrafe inicial, que transcribe, sin identificarlos, los versos del alemรกn. Este bucle inesperado, esta afirmaciรณn que el poema es de lo que el poema niega, se constituye en afirmaciรณn, asimismo, de la capacidad de la imaginaciรณn para dar sentido a la vida, para transformar los hechos vividos u observados en realidades significativas. Esas realidades, no obstante, no son halagรผeรฑas en la poesรญa de James Merrill. La vida se define como una serie de “deseos insatisfechos”, que, ademรกs, nos siguen “de una vida a la siguiente”, como leemos en “El quimono”; tambiรฉn como algo lleno de vacรญos, como un “espejismo surgido de las escurridizas arenas del tiempo”: asรญ empieza, precisamente, “Perdido en la traducciรณn”; y, por รบltimo, como algo sagrado, pero tambiรฉn infernal. El paso del tiempo es una obsesiรณn constante: un flujo que se extravรญa en las arenas del mundo, y que sume al protagonista de los poemas en “humores grises, humores negros”. Encaminado hacia otra caรญda, temeroso de que su espรญritu acabe “abatido en una celda”, ese yo desconcertado acaba proclamando su necesidad de ayuda y, a la vez, de soledad, su desgarrador grito existencial: “Ayudadme. ¡No! ¡No me toquรฉis! ¡Dejadme ser!”~
(Barcelona, 1962) es poeta, traductor y crรญtico literario. En 2011 publicรณ el libro de poemas El desierto verde (El Gato Gris).