Filรณsofa y filรณloga de largo recorrido que llegรณ a participar en alguno de los seminarios finales de Heidegger, la francesa Barbara Cassin presenta en este breve libro un estudio sobre la nostalgia que interesarรก a cualquiera que alguna vez haya experimentado ese agridulce sentimiento; o sea, a casi todo el mundo. Cassin se apoya en la literatura grecolatina, donde rastrea el origen del tรฉrmino pese a que su identificaciรณn como forma del malestar humano no tiene lugar hasta el siglo XVII, dando cuenta de sus nostalgias personales โla isla de Cรณrcegaโ y desembocando en las ideas de Hannah Arendt sobre la relaciรณn de la lengua con el pueblo. Se trata de un ensayo bien escrito y traducido, que merece la pena leer siempre y cuando no se le pidan conclusiones demasiado originales o rompedoras; aunque no es capaz de proporcionarlas, el modo en que reformula las posibilidades latentes en la nostalgia posee valor en sรญ mismo. ยกNo es poco!
La autora toma como punto de partida el tipo de sentimiento que se despierta en ella cuando regresa a la isla de Cรณrcega, que no tiene mรกs remedio que calificar como โnostalgia irrefrenableโ. Pero se malicia que la nostalgia no siempre es lo que creemos, pese a la claridad de sus raรญces filolรณgicas en el griego clรกsico: a partir del nostos o retorno y del algos o dolor, la nostalgia no serรญa sino el โdolor del retornoโ. Pero el mal de la nostalgia es catalogado en la primera modernidad a partir de la experiencia de los soldados suizos que aรฑoraban su casa y enfermaban por ello; la nostalgia serรญa en este caso una dolencia cuya causa estรก en la imposibilidad de retornar cuando uno desea hacerlo o al menos cree desearlo. Para desentraรฑar esta madeja de palabras y emociones, Cassin da tres pasos sucesivos que se corresponden con las distintas secciones del libro: indaga en el retorno de Ulises a รtaca; se fija en la peripecia del desenraizado Eneas; y recurre a las tesis de Hannah Arendt sobre la relaciรณn entre lengua y patria. Su propรณsito รบltimo es encontrar la manera de convertir la nostalgia โen una aventura de otro tipo que nos puede llevar al umbral de un pensamiento mรกs amplio, mรกs acogedor, de una visiรณn del mundo liberada de todas las adscripcionesโ. En รบltima instancia, pues, se tratarรญa de emplear el anhelo de lo propio como lanzadera hacia un cosmopolitismo capaz de fijarse en aquello que es comรบn a los diferentes. O sea: dar con aquello que hay de humano en todos los individuos sean cuales sean sus circunstancias particulares.
Cuando se acerca al Ulises de Homero, Cassin destaca que hay en su viaje de retorno un punto de melancolรญa. La razรณn es que su reencuentro con la patria supone el final de la aventura: volver a casa es โresignarse a lo comรบn: envejecer, morirโ. Pero, cosa que suele olvidarse, Ulises solo puede permanecer en casa un dรญa y una noche, viรฉndose obligado por mandato de los dioses a marcharse otra vez; de donde bien puede deducirse que el polytropos o โrico en arguciasโ no estรก hecho para quedarse sentado viendo pasar las horas. Por eso es razonable preguntarse si solo existe la nostalgia del hogar โHeimweh en alemรกnโ o si tambiรฉn hay una nostalgia de lo lejano โFernwehโ que la autora propone denominar โplanalgiaโ a partir del griego planรฉ, que designa el โdeambularโ. Para complicar las cosas, el alemรกn que Cassin tan bien conoce nos habla de una Sehnsucht o anhelo carente de objeto definido: una suerte de desasosiego existencial que complica cualquier idea de domesticidad apacible.
Cuando la autora centra su atenciรณn en la figura de Eneas, inmortalizada por Virgilio a mayor gloria del emperador Augusto, la cita de la Eneida que encabeza el capรญtulo sugiere un cambio de registro: โY a todos os harรฉ latinos, con una sola lengua.โ Es uno de los resรบmenes que admite el desenlace de la larga marcha de Eneas a lo largo del Mediterrรกneo tras la caรญda de Troya; desarraigado sin esperanza de retorno, el hรฉroe se convierte en un exiliado que termina por fundar una ciudad. Solo en Roma podrรก Eneas echar nuevas raรญces, una vez que ha aceptado que jamรกs encontrarรก una segunda Troya. Ahora bien, el exilio le obligarรก a abandonar la lengua materna y eso permite a Cassin proponer una interesante distinciรณn โplena de actualidad en una Espaรฑa atravesada de nacionalismos interioresโ entre dos formas de ser monolingรผe. De un lado, estรก la forma griega, que concibe un monolingรผismo autรณctono โโnacido del sueloโโ de donde surge una oposiciรณn tajante entre lo griego y lo bรกrbaro; del otro, estรก la forma latina, que incluye la alteridad y se abre a la mezcla bajo el paraguas de la civitas romana. Quiere decirse que todo ciudadano romano puede tener al menos dos patrias: la de la naturaleza, su lugar de nacimiento, y la del derecho, conferida por la civitas. Roma es la patria de todos y por eso el exilio es un castigo peor que la muerte: aรบn resuenan las quejas amargas de Sรฉneca u Ovidio. Asรญ que los romanos imponen su lengua, que es la lengua del derecho civil y de la religiรณn, pero no se identifican con ella a la manera de los griegos; al fin y al cabo, se trata de una lengua que ni siquiera lleva su nombre.
ยฟY quรฉ pasa en el siglo XX, del que aรบn somos herederos directos, con la lengua y la polรญtica? Cassin recurre a las ideas de otra exiliada, esa Hannah Arendt que rechazaba la identificaciรณn entre la lengua y el pueblo alemanes que el nazismo habรญa defendido. Recordemos que Heidegger mismo habรญa participado de esa cosmovisiรณn al tomar como referencia al ser y no al Estado. Pero la autora cree que Arendt se equivoca cuando, identificando la lengua materna con la capacidad de inventar o imaginar, concluye que una comunicaciรณn de masas asentada en el inglรฉs global nos deja sin lengua. Y tiene razรณn: en esa tajante conclusiรณn late un esencialismo. Tiene sentido que Arendt, para quien la pluralidad humana se refleja en la pluralidad de lenguas como un valor positivo que multiplica los significados a los que estamos abiertos, se preocupe por el empobrecimiento lingรผรญstico; sin embargo, el globish solo es una herramienta para la comunicaciรณn y por debajo del mismo sigue habiendo tantas lenguas como formas de ver el mundo.
Ya se ha dicho que las conclusiones a las que llega Cassin no son especialmente originales; es difรญcil serlo a estas alturas. Pero se trata de las conclusiones correctas: para la filรณsofa francesa, son los exiliados y refugiados quienes se sitรบan en la vanguardia de la condiciรณn humana, pues son aquellos que no pueden estar seguros de cuรกl sea la esencia de las cosas. Por eso la autora subraya la sensaciรณn de extraรฑeza que invade a Ulises cuando regresa a รtaca: ยฟno serรก que nunca estamos del todo en casa? Cassin invoca asรญ las โraรญces aรฉreasโ del ser humano y formula un objetivo cuyas condiciones de realizaciรณn no alcanza a precisar: โEn lugar de raรญces, yo cultivarรญa un โmรกs lejosโ, un mundo que no se cierra, lleno de โsemejantesโ diferentes, que es como nosotros, pero no es โnosotrosโ.โ No es un objetivo sencillo y difรญcilmente podrรก generalizarse, pero todo aquel que lea este intenso librito se sentirรก compelido a realizarlo. ~
(Mรกlaga, 1974) es catedrรกtico de ciencia polรญtica en la Universidad de Mรกlaga. Su libro mรกs reciente es 'Ficciรณn fatal. Ensayo sobre Vรฉrtigo' (Taurus, 2024).