Foto: José Oliva/Contacto via ZUMA Press

Vargas Llosa y las puertas de Francia

Las lecturas, el modelo de escritor y la inspiración intelectual de la literatura francesa han sido parte esencial de la obra de Mario Vargas Llosa.
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El ingreso de Mario Vargas Llosa a la Academia Francesa de la Lengua es un episodio natural en su trayectoria. Desde que el escritor peruano se matriculó, en los años cincuenta, para aprender francés en un local de la Alianza Francesa de Lima (con su inolvidable profesora, madame del Solar), las lecturas, el modelo de escritor y la inspiración intelectual de la literatura francesa han sido parte esencial de su obra.

En el inicio de este proceso cumplió un papel importante el gran poeta peruano César Moro, residente durante varios años en Mexico, que fue su profesor en el colegio militar Leoncio Prado (aparece en La ciudad y los perros como un personaje secundario, el profesor Fontana). Moro, que escribió la mayor parte de su obra en francés, fue un seguidor del movimiento surrealista y su poesía estuvo influida por Peret, Breton y Eluard. Vargas Llosa le dedicó un artículo a Moro en el primer número de la revista Literatura. Por su lado, según la estudiosa Marie Madeleine Gladieu, Moro le dio a traducir a Vargas Llosa la novela corta Un coeur sous une soutane (1870), de Arthur Rimbaud. La incandescencia del deseo adolescente que aparece en el personaje de esta novela coincide con la exploración del universo juvenil en Los jefes, publicado en 1959, y en La ciudad y los perros, que aparece cuatro años más tarde. En verdad, el tema del rebelde iba a prolongarse a la obra de Vargas Llosa y encontraría una versión definitiva  en su lectura de El hombre rebelde de Camus.

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La aparición de Emma Bovary, un personaje fundamental en su vida y en su obra, es el siguiente paso de sus relaciones con Francia. Vargas Llosa compra el libro de Flaubert en París, una noche del verano de 1959, en una edición de clásicos Garnier. Vuelve a su casa y se queda deslumbrado leyendo hasta el amanecer en su cuartito del Hotel Wetter. Al despertar tiene dos convicciones. Una es que ya sabe qué escritor quiere ser. La otra es que vivirá para siempre enamorado de Emma. Desde entonces ha leído la novela de principio a fin varias veces.

Pero el ejemplo de “la palabra justa” de Flaubert no le basta. Hizo falta otro escritor posterior a Gustave para complementarlo. Y allí estaba el enorme, el generoso, el oceánico Victor Hugo. Si el escritor de Rouen no confiaba en el poder redentor de la literatura y del género humano, el autor de Los miserables iba a complementarlo en su vocación por el retrato de una sociedad amplia y diversa. La justeza y precisión de Flaubert, su vocación sacerdotal por la literatura, su sacrificio absoluto en favor de la creación, suponían una vida retraída y solitaria. A diferencia de él, Victor Hugo le ofrecía el ejemplo de un escritor con una activa vida pública, cuya obra abraza la diversidad del género humano.

Victor Hugo le ofrece no solo una obra sino una concepción del escritor, la de ser una conciencia moral de la sociedad. Esta es una tradición francesa que va a ser esgrimida por escritores de la talla de Zola durante la segunda mitad del siglo. La tradición de un escritor con una vida pública y política activa se prolonga en otro autor admirado, André Malraux. Esta idea del autor se plasma en la juventud de Vargas Llosa con el escritor al que más admira hasta la década del sesenta, Jean Paul Sartre. Para su generación, las ideas de Sartre significaban que la literatura no es un placer gratuito, sino un arma para comprender la realidad desde una visión moral.

Conocido por sus amigos como “el sartrecillo valiente”, Vargas Llosa va a desencantarse muy pronto de la obra y la teoría del autor de Los caminos de la libertad. La primera gran discrepancia entre Vargas Llosa y Sartre se produce ante una famosa afirmación del filósofo francés en una entrevista realizada por Madeleine Chapsal que aparece en Le Monde. Puesto en el dilema entre escribir y cumplir un papel político, según Sartre, el escritor debería dejar de escribir, y en cambio abrazar a su sociedad en el campo de la política. En su artículo Los otros contra Sartre, de 1964, Vargas Llosa rechaza esta afirmación “con desilusión y amargura” y afirma que la literatura tiene una significación social y un papel histórico que sin embargo no son inmediatos ni directos. Al comentar ese pasaje, Vargas Llosa cita una opinión de Claude Simon, quien afirma que si los escritores renuncian a escribir para alfabetizar a niños africanos, estos solo podrán leer más tarde traducciones de Sartre. “Yo, indígena de país subdesarrollado que intenta escribir novelas en París, ¿cómo no respaldar en esta condición precisa a Claude Simon?”, afirma Vargas Llosa.

Poco después comenta la afirmación del filósofo francés: “He visto morir de hambre a unos niños. Frente a un niño que muere, La náusea es algo sin valor.” A propósito, Vargas Llosa vuelve a citar a Claude Simon: “¿Desde cuándo se pesan en la misma balanza los cadáveres y la literatura?”

Dicho sea de paso, las ideas de Sartre acerca del intelectual como un ser dedicado a la acción son las mismas que atormentan a Santiago Zavala en Conversación en la Catedral (1969). Sobre todo a partir del capítulo cuarto, Santiago Zavala quiere pasar del pensamiento a la acción. Quiere actuar y sin embargo, en su intimidad, duda del marxismo que abraza.

El rechazo de la posición de Sartre y la aceptación del ejemplo de Camus es el camino que marca sus próximos años y que están admirablemente resumidas en su ensayo “Albert Camus y la moral de los límites” (1976). Desde entonces, su filosofía ha rechazado el historicismo marxista y se ha identificado con las dudas de Camus y su compromiso moral. La frase de Camus “los medios justifican el fin” va a resumir su filosofía y la de sus personajes.

A todos estos autores podríamos agregar la influencia de la obra de Georges Bataille en la concepción de la “literatura como fuego”, un remanente de la tradición del surrealismo.

Rimbaud, Flaubert, Victor Hugo, César Moro y Breton, Malraux, Sartre, Camus. Un gran narrador contemporáneo ha abierto en sus novelas y en sus ensayos muchas puertas de la cultura francesa. Era hora de que su Academia lo reconociera. ~

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(Lima, 1954) es narrador y ensayista. Su libro más reciente es Otras caricias (Penguin Random House, 2021).


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