Carta de reconciliación a una madre suicida

La hija de Anne Sexton retrata a su madre en “Buscando Mercy Street”.
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Anne Sexton murió a los 45 años cuando decidió encerrarse en su garaje, encender el motor de su coche e inhalar todo el monóxido de carbono posible. Ocurrió el 4 de octubre de 1974. Ahí se acababa la carrera de una de las mejores poetas de las décadas de los años sesenta y setenta, premio Pulitzer en 1967 por Vive o muere, y autora reverenciada por su poesía abierta en canal, desgarrada, y de una feminidad que ha hecho que hoy esté en ese adorado triunvirato junto a otras dos poetas suicidas, Silvia Plath y Alejandra Pizarnik.

Pero Sexton era mucho más que eso. También era hija, esposa y madre de dos niñas, Linda Gray y Joyce, que tenían 21 y 19 años cuando se suicidó. La primera de ellas escribió en 1994 el volumen de memorias Buscando Mercy Street, un recorrido por su vida junto a su madre, que ahora llega por primera vez a las librerías españolas traducido al castellano por Ainize Salaberri y publicado por la editorial Navona.

Que el lector en español disponga por fin de este retrato más humano de Sexton se debe a la pasión de la traductora por este libro. Cuando Salaberri lo leyó en 2012, decidió que debía estar traducido al castellano. Sin embargo, se encontró con la puerta en las narices de muchas editoriales. “Todos me decían que era muy complicado de vender y que, por el contenido que tenía, iba a ser muy difícil que las editoriales dijeran que sí”, comenta. Hasta que llegó Navona.

Es cierto que estas memorias de Linda Gray no son fáciles. Hay pasajes muy duros, como cuando describe cómo Anne Sexton se masturbaba delante de ella, que solo tenía 9 años, o como cuando la poeta se convertía en una niña pequeña para que fuera Linda quien la cuidara, o como cuando tenía que ir a visitar a su madre al hospital y se encontraba con una mujer ida y hasta arriba de pastillas. “Es un libro en el que descubrimos al ángel y al demonio que habitaba en Anne Sexton. La descubrimos por primera vez porque sus poemas son una cosa, pero aquí está la madre, la esposa y la hija. Y es una madre cuya locura afectaba a todas las áreas de su vida”, sostiene Salaberri.

Al mismo tiempo, no obstante, hay mucha belleza en estas memorias. Y amor. Como subraya el editor, Pere Sureda, “supone una carta de reconciliación entre madre e hija”, después del dolor que le causó a Linda la desaparición repentina de su madre. “La hija se queda con los detalles de ternura de la madre. Y la perdona, claro. Si no perdonamos el odio nos arrasa toda la vida”, añade. Salaberri lo corrobora: “Sí, es un libro en el que la hija le dice que le perdona. En parte se está disculpando por todas las actitudes que tuvo durante su vida. También es verdad que no debía ser fácil vivir con Anne Sexton”.

Los enamorados de la poesía de Sexton también encontrarán en este volumen algunos de sus poemas. Están intercalados entre capítulos y conforman una apartado más de su existencia. Fue la parte que más le costó traducir a Salaberri. “Leí la edición de la poesía completa y era completamente distinto leerla en castellano que en inglés, por lo que traduje otra vez los poemas. Y fue complicado porque era muy directa y utilizaba muchas metáforas sobre las mujeres, que quizá un hombre no comprende tan fácilmente”. Ahí es donde se desvela, una vez más, esta poeta que para la traductora “es la mejor de su generación porque muestra lo monstruoso y grandioso que es el ser humano. Ella no encajaba en la sociedad en la que estaba viviendo. No fue una mujer que nació para estar a las órdenes de un marido. Ella se opone, pero la presión social acaba haciendo mella, y es algo que la está reconcomiendo por dentro. Fue la poesía la que la salvó”.

Hasta que no pudo más. Con este libro de memorias –su hija escribió otro un poco más tarde que aún está sin traducir– es posible conocer mucho mejor a esta poeta, más allá de la anécdota del suicidio que la emparenta con Plath y Pizarnik. “A la propia Sexton no le gustaría demasiado ser conocida a raíz de su amiga Plath. De hecho, cuando se enteró del suicidio de esta se enfadó porque se le había adelantado y dijo: ‘Esa muerte era la mía”’, dice Salaberri. Anne Sexton, tal como era.

 

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es periodista freelance en El País, El Confidencial y Jotdown.


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