agustina bazterrica
Foto: Rocío Pedroza / agustinabazterrica.net

Agustina Bazterrica: la distopía descarnada

La escritora argentina imaginó un mundo en el cual se ha legalizado el canibalismo. El resultado es Cadáver exquisito, una distopía que genera fascinación. La novela ya se tradujo a una veintena de idiomas y se convirtió en material de lectura en las escuelas.
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Un virus se extiende por todo el planeta. Muta y resiste: parece imparable. Desata una pandemia que altera la vida humana de un modo radical. Mucha gente sospecha que su expansión no ha sido accidental, sino causada por sectores poderosos que lo utilizan para obtener un rédito político y económico. Alguien lo resume en una frase: “El gobierno quiere manejarte, es para lo único que existe…”

No, no hablamos del coronavirus y de la covid-19. Este virus es otro: enferma a los animales y los torna venenosos para los humanos. Pero los humanos quieren seguir comiendo carne. ¿Qué solución encuentran? Legalizan el canibalismo. Primero mucha gente mata y se come a “inmigrantes, marginales, pobres”. Luego se adaptan “los frigoríficos y las regulaciones”. Poco después comienza la cría de humanos “como reses para abastecer la demanda masiva de carne”.

En ese mundo transcurren las acciones de Cadáver exquisito, la novela de Agustina Bazterrica. La obra ganó el Premio Clarín en 2017 y desde su publicación a finales de ese año se convirtió en un auténtico boom, que incluye decenas de reediciones y la traducción a una veintena de idiomas. El año pasado, su versión en inglés –Tender is the flesh, traducida por Sarah Moses– se quedó con el premio de novela Ladies of horror fiction, que se entrega en Estados Unidos.

“Uno nunca sabe lo que puede pasar con los libros”, me dice la autora desde Países Bajos, adonde viajó a mediados de junio para participar en el Festival de Literatura de La Haya. “Pero sí hay un hecho –agrega–: tienen ‘períodos de vida’ durante los cuales funcionan, o se leen, o se habla de ellos. Y, salvo los clásicos, llega un punto en que se dejan de comentar. El hecho de que Cadáver exquisito se siga reeditando y traduciendo, y se siga hablando de él, todo eso es por completo una excepción. Sobre todo, tratándose de la novela de una total desconocida”.

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Es verdad: antes de Cadáver exquisito, Agustina Bazterrica (Buenos Aires, 1974) era una desconocida para el gran público, aunque ya hubiera publicado un par de libros en editoriales pequeñas. El primero fue la novela Matar a la niña, de 2013, con la cual ahora la autora tiene una relación particular.

“No reniego de Matar a la niña, porque si no fuera por esta novela no hubiera podido escribir la siguiente –contó en una entrevista–. Sin embargo hoy, viéndolo a la distancia, no la hubiese publicado. Tampoco la reeditaría. Contiene muchas referencias a la historia del arte, por lo que no es un libro para la masividad, y mucho humor con cosas que actualmente ya no me causan gracia. Es un primer libro con muchos defectos, pero en ese momento era lo mejor que podía escribir”.

Su segundo libro vio la luz en 2016: una colección de cuentos titulada Antes del encuentro feroz. Se trata de relatos breves y “presididos por la ferocidad”, asegura el texto de la contratapa, firmado por Andrés Neuman; un volumen que “ofrece idénticas dosis de espanto y felicidad, esa fórmula mágica de las buenas lecturas”. Un elemento en la portada de ambos libros revela que la autora todavía estaba en busca de su identidad como escritora: su nombre completo, Agustina María Bazterrica.

En 2015, además, había comenzado a organizar –junto a la también escritora Pamela Terlizzi Prina– un ciclo de lecturas en directo titulado “Siga al conejo blanco”, que tenía como sede un bar de Buenos Aires. Durante un lustro, decenas de autores pasaron por allí y les pusieron presencia y voz a sus relatos y poemas, hasta la llegada de la pandemia de covid.

A mediados de 2017, Bazterrica llegó a terminar su segunda novela justo a tiempo para presentarla al Premio Clarín, que ese año celebraba su vigésima edición y tenía como jurados a Pedro Mairal (ganador de la primera edición, en 1998), Jorge Fernández Díaz y Juan José Millás. La firmó con el apropiado seudónimo de Hannibal Lecter. En la noche del 31 de octubre se conoció el nombre de la ganadora. Y la vida de Agustina Bazterrica cambió para siempre.

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Cadáver exquisito tenía todo para generar rechazo en la sociedad, pero generó fascinación”, ha dicho Bazterrica. Y es que tal vez el rechazo y la fascinación sean las dos caras de una misma moneda. En las entrevistas, ella pone mucho énfasis en el concepto de “canibalismo simbólico”, con el cual se refiere a los vínculos de violencia que como sociedad ejercemos sobre otros seres humanos, los animales y la naturaleza.

Esos vínculos de violencia la autora los encuentra en muy variados aspectos: desde la falta de conciencia acerca del funcionamiento de la industria ganadera (una actividad que incluye condiciones de crueldad hacia los animales y unos ingentes perjuicios contra el medio ambiente) hasta prácticas como la trata de personas, la prostitución infantil y otras formas modernas de esclavitud.

Cadáver exquisito fue, entre otras cosas, el resultado de la transición de Bazterrica hacia el vegetarianismo, en el cual tuvo un rol fundamental su hermano Gonzalo, a quien está dedicada la obra. “Transición” es, en la novela, la forma en que la mayoría de la gente llama al período transcurrido desde que se declara la imposibilidad de comer animales hasta la legitimación del consumo de carne humana.

Como en 1984 y Un mundo feliz, los habitantes de esta distopía necesitan de una “neolengua” que les haga tolerable la realidad en la que viven. “Hay palabras que encubren el mundo –dice la primera página de la novela–. Hay palabras convenientes, higiénicas. Legales”. La carne humana es llamada “carne especial” y no se puede hablar de canibalismo. Los humanos criados específicamente para ser faenados no pueden hablar de nada, pues para eso les extirpan las cuerdas vocales. La carne más valorada es la de “crío”, porque es más tierna. Estos son solo algunos aspectos de una realidad que estremece de solo imaginarla y ante la cual se torna imposible permanecer indiferente.

Ante una lectura tan impactante, muchos lectores tienen la necesidad de expresar lo que sienten. En ocasiones se lo dicen a la propia autora. Y no siempre esos comentarios son positivos. Hace poco Bazterrica compartió en las redes sociales algunos de esos mensajes: “¿Cómo vas a escribir sobre matar nenes? ¿Estás loca vos? Tu historia es muy turbia. Muy sádica y full violenta…”

Dice ella que en un primer momento consideraba haters (odiadores) a quienes le enviaban esa clase de mensajes. Pero luego comprendió que en realidad no son haters, porque no tienen nada personal contra ella: son lectores que carecen de las herramientas para entender qué les pasa con lo que leen, para manejar todo lo que un libro les genera. “Entonces pienso: no les gusta, pero lo leyeron. Y lo agradezco. Esa es la primera lección aprendida: qué bueno que lo hayas leído, aunque no te haya gustado”. Además, unas reacciones tan vehementes hablan de que la lectura ha causado impacto y, por lo tanto, que de algún modo ha logrado su objetivo. “Tanta pasión –destaca la autora–, tanto odio después de leer un libro, para mí es un enorme piropo”.

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Aunque Cadáver exquisito siga tan vigente –en estos años se ha convertido incluso en material de lectura de muchas escuelas argentinas– la vida y la escritura siguen. En 2020, Alfaguara publicó una edición aumentada del libro de cuentos de Bazterrica, ahora con el título de Diecinueve garras y un pájaro oscuro. “Me parecía importante reeditarlo –explica la autora–, porque creo que muestra un poco mi recorrido, cómo puedo escribir con distintos registros, muy diferentes entre sí, y que no solamente estoy inmersa en la distopía, sino que también puedo escribir cosas más poéticas, o atravesadas por la ironía y el humor”.

A la reedición de los cuentos “le está yendo bien”, destaca la autora, aunque por supuesto lejos de las cifras de Cadáver exquisito. Un poco porque los cuentos se leen mucho menos que las novelas y otro poco por lo ya mencionado: el de esta novela es uno de esos acontecimientos literarios que ocurren muy de tanto en tanto.

Además de dictar talleres de lectura y escritura junto a su amiga Agustina Caride (ganadora por su parte del Premio Clarín del año pasado, con la novela Donde retumba el silencio), Bazterrica trabaja ahora en una nueva distopía, aunque aclara que “muy diferente” a la anterior. “¿Cómo definirla? El registro es mucho más poético. Una narradora escribe unos papeles, el lector lo que va a leer son esos papeles encontrados. El argumento es un poco difícil de explicar. Son mujeres que están en un convento pero que no es un convento, en un mundo arrasado, hay toda una cuestión mística, medio de secta… Eso es lo que puedo contar”.

No hay dudas de que siempre el libro siguiente a un gran éxito representa muchos riesgos y desafíos. “No sé lo que puede pasar con la próxima novela –dice Bazterrica–. Pero cuando una historia me llama, me voy metiendo, la voy explorando… No estoy pensando en los lectores. La única lectora en la que pienso es la que está en mi cabeza, que es muy exigente, enfermamente exigente, y trato de escribir lo mejor que puedo, con las herramientas que tengo en este momento. Eso es lo que hago con todos mis textos. No me interesa escribir para vender o para ganar premios, porque creo que ahí hay una cierta traición. El motor que a mí me lleva a escribir no tiene que ver con las ventas, ni con los premios. Tiene que ver con otra cosa: una búsqueda, una obsesión. Y es eso lo que intento explorar”.

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(Buenos Aires, 1978) es periodista y escritor. En 2018 publicó la novela ‘El lugar de lo vivido’ (Malisia, La Plata) y ‘Contra la arrogancia de los que leen’ (Trama, Madrid), una antología de artículos sobre el libro y la lectura aparecidos originalmente en Letras Libres.


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