Foto: Sergey Galyonkin / CC BY-SA (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.0)

Dos poemas

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Ya no soporto ser adulto

Salí a caminar a escondidas

del ruido

pero es un sonido

que insiste.

 

Sólo pienso en cosas

que se pagan,

a cada paso una deuda,

paso, renta

paso, gas

paso, comida

¿qué vamos a cenar mañana?

los gatos,

cómo les explicas la adultez.

 

Odio que me corten

el internet cuando vuelvo a casa,

la reconexión cuesta $70 más

y tarda 20 min en volver,

quien se va y vuelve con dinero.

 

Qué interesante la palabra

reconectar.

Cuánto costará con uno mismo,

en cuánto tiempo

quedas restablecido.

 

Pagar por ejemplo

dejar de pensar en pagar,

ver series,

maratón de anime,

ahora estamos en el sillón

nuestras piernas entrecruzadas;

es sobre una niña y un niño

que juegan Street Fighter

salen en bicicleta,

comen un helado hermoso;

en el sillón nosotros

comemos yogurt con cereales

uvas sin semilla

un poco de miel,

platos y cucharas entre las piernas,

la niña le ha ganado con Ryu,

todos en la escuela lo saben,

su cabello es divino

impecable uniforme escolar.

 

Tengo los pies fríos

en qué momento dejé

de usar calcetas de deditos,

metafóricamente arcoíris apagado.

Calambre,

cada paso

 

problemas que debo resolver,

en qué aplicación tiraré

el dinero que a veces

pasa por mis manos,

cómo invertir en olvidarme,

de qué color vestiré mañana.

 

Decidir

con qué filtro de instagram

mis ojos se verán como quisiera

que se vieran

¿cómo quisiera que se vieran?

Cruzo una calle

mi estómago gruñe

como un gato amoroso

pero no es amor,

es hambre.

Más cosas que debo resolver:

¿tacos o quesadillas?

Lo que sea que haya en el refri.

 

 

Anoche tuve un sueño

Le contaba a J. Balvin

sobre mi fascinación por las películas adolescentes,

parecía que entendía todo lo que yo decía

pero nunca estuve segura.

 

Caminamos por horas,

recuerdo que dije

“no se puede comprar una personalidad por internet”

y él dijo “¿lo intentaste?”

 

Miré hacia abajo pensando,

y descubrí mis piernas desnudas

mi ropa interior bien puesta,

concluí que era un sueño

pero no me importó.

 

Tuve el tiempo de despedirme,

como se despiden dos amigos de la infancia

sin mucho interés,

después de una reunión de secundaria.

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(Guadalajara, 1992) es Autora de Bestia y fuego (Mono ediciones, 2015), Izquierdo (Ed. Mueve la cola perrito, 2017) y A veces me siento como un semáforo con todas las luces encendidas (Autopublicación, 2019).


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