Interpretando a Don Quijote

Cervantes califica de loco a su personaje en varias ocasiones, pero una lectura atenta cuestiona esa interpretaciรณn.
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Cuando el hidalgo que se hace llamar Don Quijote de la Mancha sale de su aldea en busca de aventuras y fama y gloria transformado en caballero andante, ยฟestรก clรญnicamente loco o se trata de un alma libre, un rebelde radical que busca abandonar su aburrida y gris existencia para vivir otra vida, una vida ficticia mejor, mรกs exaltante, completa y feliz que la vida real?

Una lectura detenida del Quijote sugiere que lo segundo tiene mรกs visos de verdad que lo primero.

Cervantes califica de loco a don Quijote una y otra vez, y declara varias veces su voluntad de enterrar de una vez por todas el crรฉdito y la fama de los libros de caballerรญas con las disparatadas historias de su caballero. Pero una lectura entre lรญneas deja dudas sobre las verdaderas intenciones de Cervantes, ese gran comediante y bufรณn que se burlaba de todo y de todos, empezando por รฉl mismo. Las declaradas intenciones deben verse mรกs bien como una obligada condena de las conductas extraรฑas y antisociales de don Quijote, de las โ€œmentirasโ€ de las ficciones, en el contexto de la ensimismada Espaรฑa catรณlica e intolerante de principios del siglo XVII que apenas unas dรฉcadas antes habรญa abrazado con fruiciรณn el espรญritu contrarreformista.

Como su libro muestra en multitud de episodios y anรฉcdotas, Cervantes era un apasionado creyente y admirador del poder seductor de la ficciรณn, de su capacidad รบnica para entretener y elevar el alma por encima de las pequeรฑeces cotidianas. En la Espaรฑa mรญsera y miserable que tan bien describe con crudo realismo, las ficciones, los libros de caballerรญas que ya iban cayendo en el olvido por entonces, eran una verdadera salvaciรณn terrenal, la puerta de una vida mรกs rica y ambiciosa que la vida misma. Cervantes admiraba profundamente la imaginaciรณn y la fantasรญa de los libros de caballerรญas, su poder soberano para trascender y desbordar la realidad y sustituirla por otro mundo mejor y mรกs fascinante. El Quijote debe verse en verdad como un elogio de la ficciรณn y no como una condena. De รฉl, un fabulador total, un creyente feroz en que la ficciรณn es tan real o mรกs que la vida real, no cabe aceptar una condena de don Quijote como loco. Es en verdad la broma primera de una continua parodia de la vivencia humana.

Algunos mรฉdicos psiquiatras y psicรณlogos estudiosos del libro de Cervantes han sostenido que don Quijote era un autรฉntico enfermo mental. Las diferentes teorรญas, expuestas con profusiรณn desde el siglo XIX, diagnosticaron a don Quijote de esquizofrenia, trastorno delirante, bipolaridad, demencia senil y paranoia megalรณmana, entre otras. Para uno de los estudiosos, don Quijote estรก sumido en las propias alucinaciones y delirios recurrentes de un acceso de melancolรญa โ€“una depresiรณn, dirรญamos hoyโ€“ a una edad provecta. Para otro, eran resultado en parte de la represiรณn sexual del hidalgo manchego.

Para otro mรกs, los episodios de lucidez de don Quijoteโ€“sus brillantes discursos intelectuales, por ejemplo, sobre la superioridad de las armas sobre las letras, sobre el valor de la poesรญa en la casa de Diego de Miranda o el elogio de las ficciones caballerescas ante el canรณnigoโ€“no son incompatibles con un cuadro esquizofrรฉnico, una personalidad escindida que alterna perรญodos de plena conexiรณn con la realidad con perรญodos de tiniebla mental. Un crรญtico llegรณ a entender la locura de don Quijote como un simple recurso tรฉcnico, una mera herramienta funcional para estructurar el libro y justificar su existencia.

Una revisiรณn de varios episodios del Quijote permite sostener una hipรณtesis menos cientรญfica o tรฉcnica pero mรกs literaria, y por lo mismo mรกs verdadera. No hay que olvidar que el Quijote es ante todo un juego de espejos sobre el valor de las ficciones, de la literatura, como arma para sobrellevar la existencia. El hidalgo Quijano o Quijana โ€“como lo reconoce por tal nombre un labrador vecino suyo [Capรญtulo V, primera parte]โ€“ elige ser don Quijote. Es una decisiรณn racional y consciente de un hombre cuerdo.

Acerquรฉmonos a la vida del hidalgo al momento de empezar su historia: frisa los 50 aรฑos โ€“casi un anciano para la รฉpocaโ€“, no tiene esposa ni hijos. Estรก ocioso, aburrido. No tiene apenas horizonte vital ni intelectual ni sentimental. Y se dedica a leer dรญa y noche. Vende tierras y compra libros, y mรกs libros. Es la lectura de ficciones lo que le empuja a vivir otra vida, dejar atrรกs su triste existencia y convertirse en aquello que admira. Don Quijote imita a sus admirados caballeros andantes y fabrica invenciones para ser como ellos. La imitaciรณn y la invenciรณn son los dos instrumentos de su empresa de emulaciรณn. Sintiรฉndose otro, siendo un caballero andante, se siente joven y guapo y fuerte, se siente valiente, lleno de energรญa y fuerza, como le confiesa al canรณnigo en aquel diรกlogo trascendental para entender el sentido รบltimo del Quijote [Capรญtulo L, primera parte]. Ya no es el casi anciano encerrado en su hacienda sin esperanzas: ahora su vida tiene un sentido, una misiรณn, tiene una amada por la que trabajar y sufrir. Puede triunfar en la vida, puede ser alguien haciendo el bien y honrando a doncellas e inocentes. Puede dejar un legado, una trascendencia. Puede estar vivo, otra vez.

Es la ficciรณn el camino que le conduce a ser quien de verdad quiere ser. En el primer capรญtulo, antes de hacerse caballero andante, Quijano tiene el deseo de โ€œtomar la pluma y dalle fin al pie de la letraโ€ a las novelas de caballerรญas que lee. El suyo es en principio un impulso literario que surge de la necesidad, casi fรญsica, de convertir la realidad en ficciรณn. Cuando se hace caballero, Quijano toma una decisiรณn libre por su propia voluntad. โ€œLe pareciรณ convenible y necesario,โ€ escribe Cervantes.

Al final de su primera salida, tras ser apaleado por el mozo de mulas de los mercaderes, don Quijote imita al legendario Valdovinosโ€“quien segรบn el romance fue abandonado herido en el bosque tras una batallaโ€“para paliar su humillaciรณn. Don Quijote busca consuelo y guรญa en la ficciรณn. โ€œAcordรณ de acogerse a su ordinario remedio,โ€ dice Cervantes. Y luego, cuando el labrador encuentra a don Quijote malherido y lo encamina de regreso a su pueblo, โ€œolvidรกndose de Valdovinosโ€, don Quijote actรบa como Abindarrรกez, el protagonista de una novela morisca donde es prendido y hecho cautivo por un alcaide espaรฑol. Y cuando el labrador le reprende, diciรฉndole que รฉl es el honrado seรฑor Quijana y no Valdovinos ni Abindarrรกez, don Quijote no lo niega y le responde significativamente: โ€œYo sรฉ quien soy.โ€

El episodio de la penitencia en la peรฑa de la Sierra Morena [Capรญtulo XXVI, primera parte], en imitaciรณn de Amadรญs de Gaula, es tambiรฉn elocuente. Don Quijote manda a Sancho de regreso a la aldea con una carta para Dulcinea. ร‰l se queda solo y se retira a hacer penitencia subido en una peรฑa alta, como lo hizo Amadรญs en la Peรฑa Pobre, transfigurado en Beltenebros. โ€œY allรญ tornรณ a pensar lo que otras muchas veces habรญa pensado, sin haberse jamรกs resuelto a ello. Y era que cuรกl serรญa mejor y le estarรญa mรกs a cuenta imitar a Roldรกn en las locuras desaforadas que hizo, o Amadรญs en las melancรณlicas,โ€ empieza el capรญtulo. Don Quijote no solo decide conscientemente imitar a un caballero si no que dilucida cuรกl es el mejor para imitar tras un proceso mental lรณgico-racional. Don Quijote compara, mide, califica y finalmente se decide por Amadรญs.

Mรกs adelante, en otro episodio clave, Cervantes nos dice que don Quijote se inventรณ su aventura en la cueva de Montesinos, un caballero legendario habitual de los romances castellanos medievales. Don Quijote tiene curiosidad por conocer la famosa cueva, ubicada cerca de las lagunas de Ruidera, en La Mancha, y decide descender a sus profundidades ayudado de una cuerda. Sancho le espera arriba. Al ascender, don Quijote le relata cรณmo encontrรณ al mismรญsimo Montesinos y este lo llevรณ a su palacio a conocer a su primo Durandarte. Como parte del juego de espejos entre ficciรณn y realidad, Cide Hamete (el musulmรกn โ€“sinรณnimo de mentiroso en la รฉpocaโ€“primer autor de la historia, segรบn la gran broma urdida por Cervantes) duda de la veracidad del episodio en la cueva. Pero aรฑade de inmediato: โ€œAl tiempo de su fin y muerte dicen que se retractรณ de ella, y dijo que รฉl la habรญa inventado, por parecerle que convenรญa y cuadraba bien con las aventuras que habรญa leรญdo en sus historias.โ€ DonQuijote no sรณlo inventa sino que se nos dice que lo hace por conveniencia. Si inventรณ una vez, ยฟpor quรฉ descartar que no inventara otras de sus aventuras porque encajaba con su personaje, con la nueva persona que querรญa ser y en que querรญa convertirse?

El diรกlogo con el canรณnigo, hacia el final de la primera parte, es otro episodio decisivo para entender el sentido รบltimo del libro y las verdaderas intenciones de Cervantes. Quizรกs no es exagerado afirmar que en estas pรกginas estรก la clave del Quijote. Don Quijote ha sido enjaulado en un carro de bueyes tras una argucia del cura y el barbero, y derrotado, va camino de regreso a su aldea. En esto encuentran al canรณnigo. Ambos tienen un extraordinario intercambio sobre la naturaleza y el valor de la ficciรณn. El canรณnigo sostiene que las ficciones son mentiras peligrosas que llevan a la perdiciรณn al hombre industrioso y honesto y al vulgo ignorante. Es un entretenimiento vulgar, inรบtil y daรฑino no solo para las personas sino tambiรฉn para la sociedad. โ€œInventores de nuevas sectas y de nuevo modo de vida,โ€ llama significativamente a los libros de caballerรญas. Le recomienda a don Quijote leer mejor las escrituras y las biografรญas de los grandes hombres de la Historia.

Don Quijote se exalta, se revuelve, se rebela ante las palabras del canรณnigo. ยฟCรณmo pueden ser mentiras los libros de caballerรญas โ€“las ficcionesโ€“ si todos, grandes y chicos, ricos y pobres, cultos e ignorantes, los leen con regocijo? ยฟNo es verdadero lo que es tomado por verdad por la mayorรญa? ยฟPuede ser falsa y mentirosa la maravilla, la plenitud, la felicidad que cualquiera siente al leerlos? โ€œLea estos libros,โ€ le responde don Quijote, โ€œy verรก cรณmo le destierran la melancolรญa que tuviere, y le mejoran la condiciรณn, si acaso la tiene mala. De mรญ sรฉ decir que, despuรฉs que soy caballero andante, soy valiente, comedido, liberal, bien criado, generoso, cortรฉs, atrevido, blando, paciente, sufridor de trabajos, de prisiones, de encantos.โ€ Don Quijote es muy consciente de lo que ha hecho y por quรฉ lo ha hecho.

Un poco mรกs adelante, en un diรกlogo con el cura, [Capรญtulo I, segunda parte] don Quijote muestra un inconformismo radical con los cambios de รฉpoca que le ha tocado vivir de viejo, con la vida tal como es en sus รบltimos aรฑos. Reflexiona amargamente desde fuera, desdoblรกndose de nuevo, crรญticamente. ร‰l, dice, sรณlo quiere mostrar a los hombres que la vida de caballero andante es la mejor del mundo. El mundo estรก equivocado porque ahora โ€œtriunfa la pereza de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la arrogancia de la valentรญa y la teรณrica de la prรกctica de las armas.โ€ A don Quijote no le vale esta vida, quiere otra.

A lo largo de la segunda parte, cuando don Quijote es un caballero famoso porque sus aventuras de la primera parte ya han sido publicadas y leรญdas en toda Espaรฑa, son tambiรฉn los diferentes personajes que encuentra en su camino quienes inventan para don Quijote, bien por entretenimiento, bien por engaรฑarlo y burlarse de รฉl. Don Quijote a veces acepta esas invenciones por convenirle y encajar bien en su nueva vida, a veces duda y otras veces las rechaza de plano, como cuando Sancho trata de hacerle creer que una aldeana โ€œcarirredonda y chataโ€ del Toboso es su seรฑora Dulcinea. Sin duda, piensa don Quijote, unos encantadores transformaron a su amada en la baja y fea aldeana. Es un ser siempre atento y dispuesto a cumplir en los hechos el papel que se ha propuesto representar.

Hacia el final del libro, un derrotado don Quijote renueva sus impulsos de emulaciรณn, planeando convertirse en el pastor Quijotiz. De nuevo la imitaciรณn consciente. Y cuando se convence de que ya nunca podrรก volver a ser don Quijote, ni representar un vida nueva que le aleje de quiรฉn es, cae en profundas tristezas y melancolรญas que le llevan a la muerte.

En las รบltimas pรกginas, don Quijote reniega de los libros de caballerรญas, haciendo suyos los argumentos del canรณnigo. Su diatriba resulta forzada y artificial. Reniega para acto seguido poder llamar al cura, hacer testamento y morir catรณlicamente. No es casualidad.

Cervantes nunca podrรก confirmar ni desmentir ninguna hipรณtesis sobre la naturaleza de su don Quijote. Estarรก siempre abierta a interpretaciones, lo cual es sin duda una de las principales razones del enigma del libro y de su vigencia literaria.

Pero en definitiva, y quizรกs รฉste sea el motivo mรกs poderoso para sostener la hipรณtesis aquรญ planteada, que don Quijote no sea un verdadero loco es lo que da pleno sentido al libro de Cervantes. El Quijote es sobre todo un canto a la libertad y un gran elogio y homenaje de la ficciรณn. Sin una no existe la otra, sin la otra no existe la una, parece estar diciรฉndonos Cervantes. La ficciรณn, nos parece decir, es una parte de la existencia tan importante o mรกs que la vida real.

El Quijote puede verse de hecho como una sucesiรณn encadenada de cuentos, la mayorรญa de los cuales tiene por tema central la libertad. La pastora Marcela, los enamorados Cardenio y Luscinda, el cautivo y Zoraida, don Luis y doรฑa Clara, Quiteria y Basilioโ€“todos quieren ejercer a plenitud su libertad. Don Quijote quiere ser libre cuando decide comenzar su nueva vida. Todos los personajes del libro, salvo los eclesiรกsticos y los familiares de don Quijote, elogian la ficciรณn cuando tienen ocasiรณn. El ventero dice que no hay mejor lectura en el mundo que los libros de caballerรญas y que los dos o tres que tiene โ€œverdaderamente me han dado la vida, no solo a mรญ, si no a otros muchos.โ€ [Capรญtulo XXXII, primera parte]. El hidalgo Diego de Miranda ha acopiado una extensa biblioteca, y gusta de leer mรกs los profanos que los devotos, sobre todo aquellos que โ€œdeleiten con el lenguaje y admiren y suspendan con la invenciรณnโ€ [Capรญtulo XVI, segunda parte]. No es difรญcil ver a Cervantes detrรกs de todos ellos.

La ficciรณn, viene a decir Cervantes, alimenta la realidad tanto como la realidad alimenta la ficciรณn. Y nos hace libres. Gracias a los libros, el desdichado hidalgo llega a ser por algรบn tiempo quien de verdad quiere ser, y en ese tiempo, podemos imaginarlo feliz.

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(Madrid, 1983) es periodista y analista polรญtico.


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