Hace cinco años Juan Cárdenas (Popayán, Colombia, 1978) comenzó una investigación sobre la cultura afrocaucana (del valle del Cauca), auspiciada por el Instituto Caro y Cuervo, donde da clases. Hasta entonces, su vinculación con la zona del Cauca, ubicada en las regiones Andina y del Pacífico (el segundo departamento –o región– más poblado del país), al suroeste de Colombia, había sido de tipo más vital, basada en sus experiencias cotidianas (Popayán, la ciudad en la que se crio Cárdenas, es la capital del Cauca). Su investigación, al principio se centraba en las narraciones orales de las culturas de la zona, pero de pronto entró en contacto con la subcultura de los macheteros que practican esgrima y, ya en su primer año de investigación, cambió el foco de interés.
Al teléfono desde Colombia, cuenta que decidió centrarse en el ancestral arte de la esgrima “porque era una cosa de la que prácticamente nadie habla y me dije, bueno, aquí hay un tesoro”. La esgrima de machete y bordón (también conocida como grima) es un arte marcial que data de la época colonial, hacia el siglo XVIII, y la practicaban afrocolombianos. Es originaria de Puerto Tejada y sus técnicas se usaron durante los combates de la guerra de independencia del país, en la que la comunidad afrocolombiana se puso del lado del partido liberal (que hizo todo lo posible para borrar esa presencia en la historia del país).
Durante sus investigaciones, Cárdenas recopiló múltiples materiales sobre este arte que ahora comienza a recuperarse (gracias a la academia de esgrima de Puerto Tejada y el festival anual que allá se celebra), a través de entrevistas, fotografías, vídeos. Incluso rescató unas cintas magnetofónicas de los años setenta u ochenta llenas de historias orales sobre los macheteros que estaban perdidas.
Elástico de sombra, la novela breve que ha escrito, vendría a ser algo así como el resultado de todo ese material levantado a lo largo de los últimos cinco años y presentado en un formato corto de novela clásica de aventuras, peripecias, transformaciones y actos cuasi mágicos, en la tradición de Apuleyo, Ovidio o las Mil y una noches. Cuenta Cárdenas que durante los últimos años se ha estado interesando mucho por los mitos amazónicos y, en particular, por uno de los grandes textos precolombinos: La leyenda de Yuripary. Un libro que tuvo en mente durante la redacción de Elástico de Sombra, donde tres personajes, don Sando (el anciano maestro), Miguel (su veterano alumno) y Cero (un escribidor blanquito, alter ego del autor) salen a la búsqueda de los misterios del arte de la esgrima de machete, con el ánimo de mantener “viva la llama de una historia”; la de la resistencia de los pueblos negros del Cauca. Don Floro Ulcué, un minguero de la vereda Andalucía, municipio de Caldono, lo resume en la novela así: “en estas montañas estamos peleando dos guerras: la del siglo XIX y la del XXI”. Y eso mismo es lo que hace Elástico de sombra: disputarle la memoria a la historia oficial colombiana y guerrearle al presente la posibilidad de un futuro digno.
Para acabar con el hombre blanco
La novela ha producido en algunos lectores cierto desconcierto porque en la nota liminal del texto afirma Cárdenas que “con este libro espero contribuir a la memoria y el presente de las luchas negras de toda América, además de ofrecer herramientas para el que sin duda es el proyecto más urgente de la cultura universal, a saber, la aniquilación definitiva del Hombre Blanco”. Maticemos esto. Dice Cárdenas: “cuando digo eso de destruir el hombre blanco es chistoso porque todo el mundo piensa que quiero ir a matar gente o algo así, pero lo que se ha de decir es que la blanquitud es una construcción cultural. Hay proyectos de blanquitud y eso es dificilísimo de entender porque la gente se identifica como blanca de una manera muy automática, muy acrítica”. Y añade: “La gente ha sido sometida a esos proyectos de blanquitud con una violencia brutal, en España es brutal para no ir más lejos.” Y hacia ahí apunta la nota liminal: “a hacer un desmontaje colectivo de esa figura tan antipática”.
Se presentía ya en su anterior novela, El diablo de las provincias (Periférica, 2017), y a diferencia de sus obras previas, una búsqueda que bucea) en el pasado, que indaga en unas ciertas ruinas (y que aquí tiene que ver con los vestigios de un saber antiguo). Ese conocimiento ancestral es aquí el elástico de sombra: un juego muy antiguo, legendario, que “requería de una malicia de orden superior, pues consistía en saber atacar y defenderse en la más absoluta oscuridad”. Y la idea que late detrás de la recuperación de esta memoria perdida es la de “recomponer la memoria perdida del cuerpo”.
Dicho de otra forma, la fundación de un nuevo mundo negro pasa por rescatar las marcas del cuerpo y saber interpretarlas; se basa en la recuperación de la cultura afrocolombiana sirviéndose de una de sus señas de identidad más fuertes: el esgrima de machete. Y aquí es donde encuentra sentido la idea de la lucha contra la blanquitud (como proyecto cultural e ideológico). La lucha contra la blanquitud, entendida esta como forma de borramiento. Y el elástico de sombra funcionaría como forma de “resistir al olvido, para resistir al engaño, a la mentira, al desprestigio”. Pues el proyecto de nación colombiana es un proyecto “conservador, oligárquico por un lado y por el otro lado plebeyo, pero ligado también a estructuras conservadoras plebeyas”, que deja afuera sistemáticamente de su imaginario la negritud del país. “Y mucha gente no sabe que Colombia es un país negro, muy muy negro”; afirma Cárdenas, pues nos comenta cómo su novela se ve desde el exterior como algo folclórico, pero sin embargo el país no es así en absoluto. Por ello, Elástico de sombra “no es un libro colombiano en el sentido de que esto que refleja nunca ha sido Colombia, pero a la vez demuestra que esta es la Colombia de verdad, la auténtica, no la de Juan Valdés con el burro”. A pesar de que en esta novela la crítica política es más explícita, esta ya asomaba en anteriores libros de Cárdenas, en particular en Ornamento (Periférica, 2015), donde, sirviéndose el autor de una trama de ciencia ficción que pronto muta hacia lo fantástico, realizaba una fuerte crítica contra la cultura, entendida desde su vertiente biopolítica.
La búsqueda del fantasma
Como sucede en El diablo en las provincias (Periférica, 2017), Elástico de sombra está poblado de fantasmas (e incluso los mismos tres protagonistas, por momentos, lo parecen o acaso fingen –o sueñan– serlo; y lo son, metafóricamente, para la historia oficial del país). Ya era muy eficaz la presencia de las fantasmagorías en Los estratos (Periférica, 2013), pero también en Ornamento, donde los protagonistas son víctimas de sus propios sueños y acaban, en un puro sobresalto, confrontados directamente con la naturaleza. Si allá caen presos del delirio y la locura, aquí en Elástico de sombra las fantasmagorías son de un tipo más bien mágico, a veces rozando la brujería y otras tomando la forma de las transposiciones. De cualquier forma, están relacionadas con las fuerzas animistas que todo lo gobiernan.
A pesar de tratarse de dos novelas muy diferentes, podemos decir que Elástico de sombra es la continuación lógica del anterior libro de Cárdenas, El diablo de las provincias, pues si en sus novelas anteriores los sujetos protagonistas acababan disociados de los espacios, quedando al albur de la naturaleza salvaje, ya en El diablo… se produce la gran novedad de que su narrador se queda anclado al espacio, al de la casa de la infancia (el origen). Y es justo ese origen, aquí en Elástico de sombra, el de la búsqueda de aquella persona, aquel único “intérprete de aquel sorprendente estilo de lucha” (el elástico de sombra), el que motiva en este libro la trama y le da sentido. Además, también allá (en El diablo de las provincias) se producía una huida y una búsqueda desde la ciudad hacia el campo y, también aquí igual que allá, los protagonistas han de confrontar la presencia satánica que trata de desbaratar sus planes.
La verdad del lenguaje
Otro de los detalles importantes de Elástico de sombra es el lenguaje y la presencia de un narrador “como colectivizado, que lo que hace es engarzar una cantidad de historias que están sueltas y les da una forma”. Como bien dice Cárdenas, “ese narrador no puede identificarse de una manera muy inmediata con un sujeto, al menos como con esa construcción del sujeto moderno, sino que es una cosa arcaica”. Y es que ha de decirse que, a diferencia de novelas anteriores del autor, donde diferentes voces suelen luchar por gobernar el discurso, mutando, mezclándose, aullando, aquí Cárdenas tenía claro que “no quería caer en esta cosa del yo que en el fondo es el hombre blanco”.
Aquí se rige la narración por una omnisciencia que no es fingida (en el sentido de “construida ficcionalmente”), porque procede de la realidad. Se trata de una voz comunal que al autor se le fue formando en la cabeza. Y su base se halla en la transcripción de las muchísimas entrevistas que Cárdenas ha venido realizando en los últimos años. Entrevista que, en verdad, no eran entrevistas sino charlas. Cárdenas se sentaba a charlar durante horas en un patio con los macheteros, donde estos ensayan y dan clases, y luego se iban al bar y seguían charlando, hasta que se hicieron amigos. Y, ahí, de entre las charlas triviales surgían “historias espectaculares que comenzaban a contar algunos de los maestros”. Sobre todo, Héctor Sándoval, que es el más viejo; “este señor es una enciclopedia viviente”, nos dice el escritor colombiano. Con todas las cintas grabadas, el ejercicio de Cárdenas consistía en “ir como editando, y luego tenía que hacer el ejercicio de transcribir esa oralidad, literalmente”. Ahí entendió cómo iba a sonar el libro. Y ése es el sabor que tiene el libro, el de las horas que pasó Cárdenas con los maestros macheteros en un patio con plantas de cacao muy lindo, con el sonido de los pájaros, con esa misma luz de las dos o las tres de la tarde, y las voces y las risas. En suma, que lo que encontrará el lector en Elástico de sombra es un escuchar la conversación de los maestros macheteros del valle del Cauca, contando sus historias verdaderas. Donde antes, en las otras novelas de Cárdenas, el lenguaje era el mundo mismo, que no producía realidad sino era la realidad, aquí el lenguaje es el vehículo de un mundo que se re-constituye con cada historia contada.
Teoría y práctica del esgrima de machete
Elástico de sombra es una novela sobre el arte del esgrima de machete, que busca los fundamentos teóricos primeros: “los juegos de sombra, la auténtica esgrima de machete, la original, pues, la primera”. Pero, qué sucede con la práctica. ¿Practica Juan Cárdenas la grima? Escuchémosle: “A partir del segundo año de investigación los propios maestros me regañaron, porque me dijeron: ‘Usted siempre viene ahí con esa libretica, se sienta y se pone a tomar notas y a grabarnos’. Y, entonces, me dijo el maestro: ‘Usted no a entender nada hasta que no empiece a hacer’. Y efectivamente fue así, yo empecé a entender mucho más todo cuando yo mismo empecé a hacer los movimientos”. En la actualidad, Cárdenas es alumno de la Academia de Machete de Puerto Tejada. Lo que pasa es que “no puedo ir con regularidad, soy mal alumno”, nos dice. No obstante, “trato de mantenerme al día y voy haciendo mis falsos, trato de no perder la práctica”, añade. (El falso diagonal, escribe en Elástico de sombra, sirve para esquivar gracias a un movimiento de defensa y luego rematar con un movimiento de ataque.) Concluye Cárdenas: “De hecho, todas las reflexiones que hay sobre el cuerpo en el libro son producto de haber puesto el cuerpo”.
José de Montfort es escritor y crítico literario.