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En una entrevista reciente, Mariano Peyrou (Buenos Aires, 1971) decodifica el corazรณn de su segunda novela cuando dice que โa la gente le importan mรกs los nombres de las cosas que las cosasโ. Por eso tantos conflictos originados en las palabras y sus mutaciones: cosas con muchos nombres (como el amor), cosas con nombres que llevan al diccionario o a google (como cnidario), cosas que tienen mรกs de un nombre oficial (como Macedonia), cosas que deberรญan tener nombres (aunque sean inventados como โgrupรณnโ o โmimirarโ)โฆ Nombres relativos, nombres ocultos, deรญcticos, metรกforas y metonimias entremezclรกndose sin fin e invadiendo la realidad. Y, a pesar de quienes afirman que todo es un constructo discursivo, las cosas siguen ahรญ.
Los nombres de las cosas (2019) se compone de 36 capรญtulos o fragmentos que, mรกs que avanzar una historia o desarrollar conflictos entre los personajes, funcionan como meditaciones dialogadas sobre diversos temas: la muerte, el amor, el teatro, el futuro. El narrador es un oficinista de algรบn ministerio espaรฑol cuyos mejores amigos son Garzรญa, cineasta, y Amundsen, un escritor holandรฉs. Son el tipo de sujetos que comenta de manera sesuda todo lo que ocurre en sus vidas: viajes, lecturas, miedos, proyectos artรญsticos, aficiones compartidas, o los juegos de palabras de sus hijos y sus esposas, con quienes hablan sobre la muerte, el art brut o el Big Bang. A lo largo de la novela acompaรฑamos a este trรญo de snobs que demuestra lo tediosa y entraรฑable que puede ser la amistad entre intelectuales o, como uno de ellos dirรก de sรญ mismos, miembros del Instituto de Arte Analfabeto.
โโEs curioso cรณmo las palabras pueden cambiar hasta significar exactamente lo contrario. Las etimologรญas tambiรฉn mienten.โ
Hay situaciones y temas recurrentes, pero estos se abren y se resuelven de una manera no lineal, a primera vista desordenada. Durante sus conversaciones, los personajes se interrumpen abruptamente, y lo mismo con el tiempo: ora los vemos como adultos con carreras profesionales afianzadas, y en la siguiente lรญnea como estudiantes universitarios; en un momento pueden hablar con toda seriedad sobre cromodinรกmica cuรกntica o postcolonialismo, para de repente lanzar preguntas como โsi existiera el olor a nariz, ยฟserรญa el olor externo o interno?โ.
Peyrou explora las posibilidades de una novela sin trama aparente, repleta de diรกlogos y, como es natural en un escritor que tambiรฉn es poeta y traductor, consciente de la incertidumbre de las palabras. ยฟEs la novela de un poeta necesariamente una novela sin anรฉcdota? Sรญ, considerando que la gran mayorรญa de las novelas plantean una mรญmesis del mundo entendido como secuencia de acontecimientos coherentes y causales. No, porque Los nombres de las cosas estรก colmada de anรฉcdotas y relatos, muchos de ellos irรณnicos y humorรญsticos, que los personajes se cuentan en sus presentaciones de libros, premieres de cine, o en sus reuniones en el bar Pandora. ยฟQuรฉ otra aventura se le podrรญa pedir a unos hombres de cultura que la ostentaciรณn autoirรณnica de su propia erudiciรณn cultural? Estos amigos son aficionados al vicio y la frivolidad del name-dropping, pues aquรญ se avientan nombres como Nietzsche, Freud, Faulkner, Kandinsky, Klee, Hugo Ball, Mondrian, Stravinsky; se mencionan tรฉrminos provenientes de la antropologรญa, la teorรญa del arte o la filosofรญa; y se hace un balance de la historia europea contemporรกnea, desde el 68 y el fin de la guerra frรญa hasta el independentismo catalรกn. Por momentos parece que todo estรก dentro de la novela y nada puede salirle mal a estos seรฑores, salvo una crรญtica negativa en el periรณdico o una cena arruinada por desavenencias polรญticas.
โโLa propiedad privada empieza con los nombres de las cosas โdijo Amundsenโ. El que le da un nombre a algo lo ata, el que usa un nombre se apodera de
โYo creo que no son ni el que le da el nombre ni el que lo usa โdijo Garzรญaโ: Es el nombre el que se apodera de la cosa.
โO la cosa del nombre โdije yo.โ
El conflicto entero de la novela es, como se anuncia desde el principio, la vieja cuestiรณn de si los nombres nos dicen algo sobre las cosas, cuestiรณn sobre la que se debate recorriendo posturas filosรณficas y estรฉticas, desde el nominalismo hasta el absurdo del lenguaje del dadรก. Al leer este libro y entrar en ese juego, da la impresiรณn de que Peyrou ha ensamblado todo esto โlos personajes, sus rasgos, sus fobias, su paso por mรบltiples paรญsesโ solo para jugar con las palabras.
Asรญ pues, ยฟla novela total serรก, en realidad, cรณmica, contradictoria, una novela de poeta? Esa es, al menos, la posibilidad que se plantea al leer Los nombres de las cosas. En el trasfondo, mientras se cuenta un chiste erudito tras otro y las palabras se enrollan, vemos a los personajes invertir los valores contra todo pronรณstico: las cosas, es decir, las personas, sus acciones y sus recuerdos, son mรกs importantes que sus nombres.
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