“La oposición entre profundidad y superficialidad es falsa”. Entrevista a Alessandro Baricco

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Adolescentes ensimismados en sus smartphones durante los recorridos por los museos, adultos que interactúan entre sí gracias a juegos de realidad aumentada, booktubers que se proclaman los nuevos críticos literarios, solteros que conocen a sus parejas gracias a Tinder: la línea que separa la civilización de lo que se considera la “barbarie” es cada vez más difusa. Alessandro Baricco ha ensayado sobre estos temas, en libros como Next. Sobre la globalización y el mundo que viene (2002) y Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación (2008). Conversé con él con motivo de su más reciente visita a México, invitado por la Cátedra Alfonso Reyes del Tecnológico de Monterrey.

A lo largo de la historia, el término “bárbaro” ha tenido diversas connotaciones. ¿Cuáles son los atributos que usted confiere a los nuevos bárbaros?

“Bárbaro” es el nombre que la civilización vieja da a los protagonistas de la civilización nueva. El “bárbaro” posee una clase de inteligencia que ha cambiado los puntos de apoyo de la civilización: ha sustituido la profundidad por la superficialidad, la lentitud por la velocidad, la imprecisión útil por la exactitud inútil. No busca las razones en la genealogía histórica; más bien percibe al pasado de una manera lineal y solo le interesa lo que aún está vivo.

En Los bárbaros alude constantemente a la dicotomía “profundidad vs. superficialidad”.

La nueva civilización dice que la profundidad no existe. Y esto es fascinante: asegura que la profundidad es un “lugar” inventado por la civilización romántica. Me parece absurdo, pero es muy posible: los griegos de la Ilíada no conocían la noción de profundidad; de alguna manera ni siquiera Dante. El resultado es que, con el paso del tiempo, esta idea de superficialidad se ha vuelto positiva. Antes era casi un insulto: ahora es una virtud. Esta dicotomía, por lo tanto, es falsa. En mi obra intento dirigirme tanto a los bárbaros como a los civilizados; trato de que lo que escribo sea sencillo y profundo al mismo tiempo.

En su libro habla de la “gran mutación”, que ejemplifica con el vino, el futbol y los libros, tres “aldeas” que han sido saqueadas por los bárbaros. ¿Las relaciones humanas y la educación han sufrido también de ese saqueo?

La escuela, al menos en Europa, es una aldea en donde los bárbaros aún no entran. Los muros a su alrededor son muy altos todavía: los bárbaros llegan hasta ellos, se dan la vuelta y siguen su camino. En este sentido, la educación sigue siendo la fortaleza de la civilización. Ahora, con respecto a las relaciones, esto es muy difícil de explicar: tendría que abordar a la vez múltiples factores: la velocidad, los viajes por la red, YouPorn, Tinder, Facebook, etc. Probablemente aborde con detenimiento este tema cuando escriba Los bárbaros 2. Una cosa que sería imprescindible señalar es cómo el humano, el bárbaro, entiende hoy el erotismo: la relación entre erotismo y sentimiento, entre erotismo y realidad virtual. Uno podría decir que nos resulta muy fácil comunicarnos por Tinder o por Facebook, pero que luego, al momento de tener una interacción cara a cara, todo se vuelve muy complejo. Y, sin embargo, hay gente que sí logra traducir lo que vive en Facebook en experiencias reales. De hecho, sin ese primer contacto virtual, quizá nunca habrían podido tener una experiencia verdadera. Lo que quiero decir es que estamos todavía en condiciones de tener encuentros legítimos. En estos momentos, tú y yo estamos teniendo un encuentro auténtico y genuino, y los medios no pueden hacer nada contra ello.

Nietzsche decía que la filología era “el arte de la lectura lenta”. En esta era de la mutación, ¿cómo ha afectado la velocidad al acto de la lectura, es decir, al acto de leer en silencio, de leer con lentitud?

La velocidad ha afectado la lectura al grado de que ahora se leen más libros, pero no se leen completos. Uno de los “talentos” de los bárbaros es que pueden leer cien páginas de Murakami y entender todo lo que tienen que entender. Esto pasa mucho con los autores jóvenes: buscan escribir libros que se adapten a la capacidad de concentración de los mutantes, libros que no requieran ser leídos por entero. ¿Cómo escribir buena literatura en estas circunstancias? Ese es, desde luego, uno de los grandes retos que enfrentan los escritores contemporáneos. ~

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es crítica literaria y colaboradora de la revista Criticismo.


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